30. TREDIVE

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Diana.

Un enorme y brutal rugido hizo que mi escuálido cuerpo temblara. A mi lado, aún sujetándome con fuerza, estaba Azafeth, mirando con atención la escena sacada de una película de terror.

No podía negar que tenía miedo y mucho. Casi quise volver a entrar al horroroso castillo medio destruido que colapsaba.

Apreté mi mano sobre la de él, haciendo que girara su cabeza hacia mí.

Sus ojos me dijeron todo sin necesidad de que hablara.

Tranquila, estoy aquí.

—Estamos en problemas —susurre con la voz ahogada.

Tenía una sed horrible. Necesitaba hidratarme y, sobre todo, dormir. Todas estas semanas estando encerrada me estaban comenzando a pasar factura y sentía como mis ojos querían cerrarse.

Los ojos de Azafeth pasaron desde mi hasta Cam, quien no se había movido desde que nos detuvimos a las afueras del castillo.

—¿Plan B? —preguntó el rubio, mirando con cierta cautela al fénix.

Jamás había coincidido con él...hasta ese día.

Debía admitir que lo imaginé más viejo, tétrico y horripilante. Como una persona con plumas por todo el cuerpo y un pico sobresaliendo de su cara. Pero no, él era un chico común como cualquier otro. A diferencia de que él estaba en llamas, un pájaro gigante, y parecía querer matarnos a todos.

Bueno, matar principalmente a Azafeth y capturarme al parecer.

—Plan B —admitió mi novio.

Los miré sin entender nada. —¿Cuál plan B? ¿Qué significa eso?

Azafeth le lanzó una mirada a Cam y me tomó del brazo, con delicadeza, a medida comenzaba a alejarme del moreno.

Un nudo se formó en mi garganta.

—No... ¡No voy a dejarte aquí!

Felix, quien ya no parecía humano en lo absoluto, giró su cabeza para clavar sus ojos sobre nosotros en cuanto solté ese grito. Poco después volvió a encargarse de destruir el castillo en el que pase un infierno.

—Diana, él te quiere a ti. Y, obviamente, tendrá que matarme antes de que eso suceda. Cam te llevará a casa de Eldric.

Negué apretando el brazo de Cam. Él hizo una mueca de dolor, pero no dijo nada.

—No, no me iré.

A mi lado Cam cubrió mi rostro cuando un trozo del castillo voló hasta donde estábamos.

Cuanto deseo que dejen de llover ladrillos.

Azafeth me tomó de las mejillas, —Estás muy débil, no puedes luchar. No quiero que te lastimes más.

Apreté mis labios con fuerza, —Y yo no quiero que mueras.

La mera idea de alejarme, otra vez, de él me hacía querer vomitar todo lo que no había ingerido en semanas. Cam, sin soltarme, pasó su brazo por mis hombros.

—Diana, debemos irnos.

Clavé mis pies en el suelo con tanta determinación que me sorprendió.

—¡No, que no me iré!

Mi grito pareció descolocarlo. Jamás le había gritado y no esperé nunca hacerlo, hasta ese momento. Pero tenía miedo, un miedo inmenso de no volver a verlo.

—Tú quieres protegerme, pero ¿quién te protegerá a ti? No me hagas esto, Azafeth. No te voy a perder. No ahora.

A mi lado Cam miró a su amigo, en espera de alguna orden.

Paraíso (Celestial 2#) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora