CAPITULO UNO

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Son las 7:05 de la mañana y me despierto por el ruidoso sonido del despertador, lo apago, me revuelvo en la cama deseando poder descansar unas horas más pero me jodo y enciendo la luz. Intento abrir los ojos, aunque aún se me haga complicado ver un poco por la fuerza de la luz ante mis ojos verdes recién abiertos y con algunas pestañas aún, a los veinte segundos se me pasa y consigo ver mejor, así que me muevo hasta el armario y cojo una camiseta interior blanca, una sudadera granate tirando más a rojo y unos pantalones negros . Bajo a desayunar un café, reviso las hojas de historia que salen en el examen de hoy y me preparo para un nuevo día de segundo de bachillerato.

Llego a la puerta del instituto, la verdad es que no me puedo quejar, es una zona enorme, llena de césped artificial y bancos de mármol blancos y negros, con el nombre del instituto en grande y una puerta realmente gigante, que la verdad he de decir que la primera vez que la vi, osea en primero de la eso me quede con la boca abierta. Son las 7:55 y estoy esperando a mi amiga Laura, con la que he quedado a en punto.

- Candidóooo!! - me grita mi mejor amiga ( si, exacto, me llamo Cándido, es un nombre muy peculiar, de origen latino)

En escucharla me giro y me dirijo a ella, le digo lo guapa que esta, como cada mañana y me lanza su más perfecta sonrisa.

- ¿Has estudiado para el examen de historia? Me han dicho que el cabrón lo ha puesto súper difícil- me pregunta Laura

- Ayer me tiré toda la tarde estudiando y esta mañana lo he repasado por encima en el desayuno y en el coche, pero tía bua, ni idea de lo que va a pasar en el examen- le respondo

Entramos antes de que cierren la puerta y vamos a clase, en llegar nos sentamos juntos, como en cada clase, en la penúltima fila, al lado de una ventana (un sitio bastante estratégico) y nos ponemos al día de algo que haya podido pasar durante la noche, y como siempre Laura me cuenta una experiencia de lo más desagradable que tuvo con un chico por instagram. Suena el timbre y sacamos las cosas de nuestras mochilas, que son iguales, si, nos las compramos juntos este verano, he de decir que son preciosas, son de un color azul clarito que deslumbra y unas asas rosas y negras, es bastante espaciosa lo cual nos permite poder llevar todos los libros y las carpetas de cada asignatura. Enseguida entra el maestro de historia y nos reparte las hojas del examen.

- Pensaba que me iba salir peor - me dice Laura al salir del aula

- La verdad es que yo también- le confirmó

- Candiii, cariño, ¿Que tal te ha salido el examen? – me pregunta la repelente de Sofía, es que de verdad que no la soporto, pero no tengo más remedio que aguantarla, es la novia de mi hermano Lucían, que va a un curso menos (si, mi madre es muy exótica a la hora de elegir nombres).

- La verdad es que me ha salido bien, excepto la pregunta siete que he dejado en blanco, ¿y a ti, que tal te ha salido? - le pregunto por educación

A lo que ella responde con una larga y aburrida historia que nos aburre a Laura y a mí, que compartimos miradas criticando a Sofía.

Menos mal que, Sara, su mejor amiga, la llama y se va rápidamente. Estamos Laura y yo bajando por las escaleras comentando el examen con más detalles, cuando Mauro y sus estúpidos perritos falderos nos dan con las mochilas al bajar rápidamente. Mauro es el típico chulito de turno con el que llevo odiándome desde primaria.

- Aprender a apartaros inútiles – nos grita

- Aprende tu a bajar normal y no como un estúpido gorila – le respondo

A lo que mi amiga reacciona diciéndome que pase de él, que no me ponga en su nivel. Se que no sirve de nada pero es que no lo soporto, siempre con esos aires de superioridad.

Mauro me mira fijamente y se acerca a mí, a lo que instantáneamente reacciono poniendo los ojos en blanco y soltando un quejido.

- ¿Qué haces? A mi así no te me acerques – le digo

Me coge del brazo apretándolo con los dedos y me dice que me lleve cuidado.

- ¿Quién te crees para hablarme así niñato? - me suelta el muy atontado

- Me creo ... - intento contestarle, pero Laura me interrumpe y le dice que no tenemos tiempo para sus inmadureces, que se busque a otros a quienes molestar. Asique nos vamos y nos dirigimos al recreo.

Ya se ha acabado la jornada y llego a mi casa agotado, no me apetece ni cenar, me voy a mi habitación y enciendo la tele pero los jueves por la noche no emiten nada interesante asique me pongo a ver Netflix aprovechando que mañana no tengo ningún examen.

Al acabarme dos episodios de mi serie, decido bajar a la cocina a coger algo pero a mitad de las escaleras oigo que Sofía ha venido a cenar con mi hermano, asique ya que no me apetece nada entablar una conversación con ellos aunque aún menos con Sofía, me doy media vuelta y decido volver a mi habitación que está en la segunda planta.

Hoy, por mucho que sea viernes estoy muy cansado ya que ayer me acosté sobre las dos de la madrugada, culpa de Netflix, razón por la que me dedico a descansar un poco en el coche, camino del instituto.

Otra mañana igual que tantas otras, aburrida e interesante a la vez, a la hora de comer Laura y yo aprovechamos y salimos del recinto para ir al pequeño restaurante de en frente a comer, en el que casualmente está el grupo de Julia, la tía más pija que conozco, incluso más que Sofía, Julia fue muy amiga mía hace unos años, puesto que somos muy parecidos pero entre unas cosas y otras dejamos de llevarnos, y entonces encontré a mi Laura.

Nos sentamos en una mesa de tres, aunque seamos dos, y pedimos, no tardan mucho y nos traen una ensalada y un pedazo de plato de boloñesa para compartir, que la verdad, tiene buenísima pinta, y sé que mi barriga piensa lo mismo ya que ruge borborigmos. Mientras tranquilamente nos dedicamos a deslizar un tenedor con comida entre nuestras lenguas y a masticarla con los dientes, la querida y pesada de Julia se sienta en la silla sobrante.

- Amores, mañana por la noche celebró una fiesta, que mis padres se han ido a Suiza, y quiero hacerlo a lo grande así que he invitado a medio curso por no decir entero, o sea que... ¡¡Estáis invitados!!- dice sonriente y dando palmitas.

- Déjanos pensar, que tenemos otra fiesta, pero esta pinta muy bien, si decidimos ir, allí estaremos- digo mintiendo para así no sonar tan interesados

- Perfecto, pues si venís estar allí a las ocho más o menos – dice ella

Nos limitamos a sonreír y ella se vuelve a su mesa. Laura y yo movemos los brazos súper emocionados, ya que vamos a ir a una fiesta, hacía ya como dos meses que no íbamos a ninguna.

Transcurre una tarde normal y rutinaria, en la que destaca que solo hablamos de la esperada fiesta, suena el timbre queriendo decir que se acaba la ultima hora de la jornada escolar y que ya es fin de semana, nos despedimos con los dos besos de siempre y nos dirigimos cada uno a nuestra casa.

Solo puedo pensar en que modelito llevar para la fiesta, mañana he quedado con Laura a las 17:45 para que se venga a mi casa y así prepararnos juntos, me duermo intentando soñar con la fiesta.

AMAR EN SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora