CAPÍTULO VEINTISIETE

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Le intento contar lo que pasó anoche con Mauro a Laura pero la profesora de lengua no deja de mandarnos a callar.

- Callate ya marica – escucho que alguien dice por detrás, justo después se oyen unas risas, escasas pero dolorosas.

- Pasa de ellos – me dice mi amiga, le respondo con una sonrisa.

Me paso el resto de la clase pensando en las vacaciones de Navidad, es mi fiesta favorita del año, las luces, la ilusión, la familia unida ... aunque bueno este año eso va a estar complicado.

En la cafetería mi hermano se acerca a mí.

- ¿Podemos hablar un momento? - pregunta

- Claro, dime – respondo, a la vez que me alejo de la mesa para hablar con Lucían un momento.

- Cándido no puedo más dios, todo esto me supera, es que ya no sé en qué pensar joder

- ¿De qué me hablas exactamente? ¿Laura? ¿Papa y Mama? - pregunto

- De todo, de ti – suelta

- ¿De mí? - pregunto curioso y sin tener mucha idea

- Si Cándido, no me haces caso, intento llamar tu atención pero no lo consigo, solo te centras en ti y en Mauro, joder que soy tu puto hermano – suelta, me deja sin palabras, no me da tiempo a responder porque se va.

- ¿Por qué narices se larga así? - pregunta Laura curiosa

- Nada, discusiones de hermanos - respondo

El día llega por fin a su fin, llevo toda la tarde dándole vueltas a lo que me ha dicho mi hermano, quizás lleve razón.

Espero a Mauro en la puerta, veo un cúmulo de gente rodeando algo o a alguien, por lo que me acerco, es Mauro en su moto, está enseñándosela a los que poco a poco vuelven a ser sus amigos, no lo juzgo por darles otra oportunidad, es normal, son sus amigos de toda la vida. La gente empieza a irse de una vez por todas, Mauro está encima de la moto con la mirada fija posada sobre mí, me hace ademán con la cabeza para que suba a su moto. Me acerco a él y a su Yamaha azul y negra. Me da un casco y me subo detrás suya. Arranca, me agarro con fuerza a Mauro, tengo que reconocer que me da un poco de respeto la moto. Estoy disfrutando un montón el paseo por Madrid, ver la ciudad mientras se posa el sol es magnífico, disfruto como un niño pequeño. Entramos a un túnel, mis manos suben de su trabajado abdomen a sus brazos, noto como se pone nervioso, empiezo a pensar en mis padres en la cárcel, en lo destrozado que está mi hermano, en cómo le estoy jodiendo la vida a todos, a Laura, a Mauro y a su familia, a todos, a mí mismo, de repente algo en mí me dice que lo haga, que esto se tiene que acabar, me da un impulso y giro sus brazos con todas mis fuerzas para acabar con mi vida, sin pensar en la de Mauro. 

La moto sale rodando varios metros por el túnel, con Mauro enganchado a ella, yo he salido volando, pero consigo levantarme de la carretera, veo las luces del túnel borrosas y me duele el cuerpo entero, toco mi cabeza que es de donde procede el mayor dolor y veo mi mano llena de sangre, me mareo. Entonces realizo lo que acaba de ocurrir, lo que acabo de hacer, y busco a Mauro como un loco, la gente de los coches se bajan, y empiezan a sacar a Mauro de la moto, las sirenas de la ambulancia se oyen a lo lejos. Un hombre tapa los ojos de una mujer, me acerco a la masa con la mano en el corazón, es cuando una mujer se acerca a mí con la cara blanca y me abraza.

- No ha podido ... – dice

Siento un cuchillo clavarse en mi pecho, me alejo de todo, me pongo a llorar como un loco, pero no aguanto unos metros, caigo al suelo rendido, ya en el suelo la ambulancia se acerca a mí y me suben a la camilla, solo veo luces azules y rojas, mi mente solo se centra en la puta mierda que acabo de hacer, quería acabar con mi vida, no con lo suya. ¿¡Que mierda he hecho!? Escucho como mi corazón sigue rompiéndose en trocitos, algo en mí se activa, levanto mi cuerpo de la camilla y salgo corriendo como puedo, los médicos me siguen, llego al cuerpo sin vida de Mauro.

- Yo... ahí ... no él... - lo único que consigo decir. Sigo sin asimilar lo que acabo de hacer. Mientras los médicos intentan acabar con mi ataque de ansiedad y devolverme a la ambulancia, observo por última vez los labios carnosos y rojos de Mauro, sus músculos trabajados pero discretos, su alma. Solo puedo pensar en cambiarme por él, o al menos en irme con él. No voy a poder vivir sabiendo que le he quitado la vida a lo que más quería en esta vida , intentando apartarme de la suya para protegerlo. Ahora me toca sufrir en silencio.

Mauro, R.I.P.  2 de Diciembre de 2022.

AMAR EN SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora