CAPITULO OCHO

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Me encuentro en la cocina de la casa donde se está celebrando esa fiesta que Laura y yo teníamos tantas ganas de ir. Estoy con un chico que me ha llamado la atención, se llama Alejandro, al principio todo va bien, pero de repente me veo con su mano en mi boca, intentando callarme a la fuerza, intento escapar pero me tiene atrapado, un chico aparece, Mauro, me separa y empieza a pelearse con Alejandro, hay sangre, pero la noto fluyendo por mis ojos, una sangre que quema, son lágrimas, estoy llorando. Un grupo de gente entra a la cocina que de repente se convierte en el jardín de la fiesta de Halloween, sencillamente una noche aterradora, no me puedo mover, he dejado de observar la pelea, estoy encogido de piernas, con los brazos en la cabeza y las manos tapando los oídos, me levanta la cabeza un agente de policía. Estoy en un juzgado, me declaran culpable.

Me despierto de un sobresalto, casi sin respiración, he vuelto a tener una pesadilla, pero esta vez se ha añadido la pelea.

Los brazos de Mauro me rodean, asustado también al haberse despertado por mi sobresalto. Me dejo hundir sobre sus brazos, me acaricia el pelo, y deposa besos suaves en mi cabeza. 

Cuando ya estoy más relajado y me vuelvo consciente, me doy cuenta que no estoy en mi cama, no estoy en mi habitación, no estoy en mi casa. 

- ¿Que hago aquí? - pregunto confuso

- Te quedaste dormido en el sofá y no pude despertarte, parecías estar agusto, así que te subí a mi habitación, y he aprovechado yo también para dormir un poco – me explica

- ¡¿He estado durmiendo casi 24h?! ¿y tu madre? - pregunto exclamado

- Son las 14:30, relájate – dice

Suspiro, me relajo otra vez entre sus brazos, el sitio donde me siento seguro, protegido.

O sea que hemos estado lado a lado durmiendo y ni me he dado cuenta, ¿habrá estado contemplándome mientras descansaba?, ¿habrá pasado olímpicamente de mí? Un puñado de dudas me atormentan, pero su voz ronca me hace volver a centrarme en él.

- Es sábado, y la hora de comer, ¿comemos algo? - pregunta

- Si, que buena idea, ¿dónde podemos ir?– digo, intentando ocultar mi felicidad visto que ha dicho de ir los dos a un restaurante a comer algo.

- Eem, esto..., lo siento, pero decía aquí en mi casa – dice incomodo rascándose la cabeza 

Sé que es una tontería, pero me duele, sé que es lo acordado, pero joder, me gustaría poder salir a hacer algún plan con él, sin ese temor.

- Claro, claro, he entendido mal, ¿Que tienes? - digo

No puedo estar apagado por esto, así que me levanto de la cama de un salto, le cojo la mano para levantarlo, intenta luchar para quedarse acostado, pero consigo levantarlo, creo que lo ha hecho por que veía que me iba a costar toda la tarde. 

Bajamos por las escaleras y vamos a la cocina.

- ¿Que quiere el señorito para comer? - pregunta seductor

- Conque cocinas tú, ¿me vas a decir que tu abuelo es cocinero o algo? - digo
Se ríe.

- Ojala, pero no, mis padres trabajan tanto que desde los nueve años, cuando mi abuela que era la que venía a cuidarme falleció, aprendí a cocinar, y cuidarme a mí mismo – explica

No puedo evitar mirarle con ternura y admiración.

Pero creo que él lo interpreta de la manera que no es.

- No me mires así, no todos tenemos la vida perfecta – me dice

Ese es un comentario que me han hecho mucho a lo largo de los años, vale que no puedo quejarme de mi vida, pero nadie sabe las cosas que yo he vivido para opinar, se lo echaría en cara pero no es el momento.

Le abrazo por detrás, desde el cuello.

- Para nada Mauro, te miraba con admiración – le digo

Se le escapa una sonrisa, pero diferente, nunca le he visto sonreír enseñando sus dientes, es una sonrisa verdadera, con emoción.

¿significa eso que las demás eran falsas? ¿O simplemente es que esta es demasiado verdadera? 

Fotografío mentalmente este momento, esa sonrisa, su sonrisa tan verdadera.

Le paso la mano por la mejilla, y le acaricio la herida del labio con el dedo índice. Observa mi dedo.

- Ahora el vampiro sexy eres tú – digo

Levanta la mirada, y sonríe.

- Entonces voy a tener que comerte el cuello, y dejarte marca – dice

Pega sus labios a mi cuello, y los besa, me estremezco, intento esconder un gemido pero no lo consigo, Mauro se ríe mientras me succiona, y noto su caliente aliento rozando, casi traspasando mi cuello. 

Pasa los labios por al lado de mi oreja hasta llegar a mis labios, sonrió, con sus labios ya pegados a los míos, e intercambiamos sentimientos a través de la boca, de la lengua, de los labios, del aliento.

Me aparto.

- ¿Vas a querer comer o no? - le pregunto

Pone los ojos en blanco y suelta un bufido.

- ¿Por qué tienes que acabar con este momento? - pregunta insatisfecho

- Es lo que hay – le digo vacilando y sonriendo

Me devuelve su sonrisa ¿falsa o verdadera?, seguramente verdadera pero no lo suficiente para enseñarme su preciosa dentadura blanca.

Siento un leve escozor en el cuello.

- Me has lamido tan fuerte el cuello que todavía noto tu saliva – le digo

Me mira y se ríe.

- Te he dicho que un vampiro tiene que dejar marca – dice cachondeándose

¡No puede ser!

En efecto, ahora tengo un chupetón en el cuello, ¿qué le voy a decir a mi madre?, pero ella no es ahora lo que más me preocupa.

- ¿Qué quieres que diga cuando me pregunten el lunes por el chupetón? - le pregunto casi enfadado

- Yo qué sé, ya te inventaras algo, di que es un lio tuyo puntual y listo – dice

Estoy empezando a arder, pero no de pasión.

- ¡Con que eso soy para ti eh! ¡ Un simple puto lio! - grito
- No, sabes que eso no es verdad, para mí ... - dice, pero no le dejo acabar - No sé qué coño hago aquí – digo furioso

Salgo de la cocina, abro la puerta para irme, pero me para, como aquella vez en las gradas, pero esta vez no le devuelvo la mirada.

- Comete tu solito tu comida, así es como te vas a quedar, ¡Solo! - digo, arrepintiéndome en lo más profundo.

No sé cómo se habrá quedado, pero desde luego sorprendido, porque no tengo que hacer fuerza para soltarme de él e irme.

Estoy sentado en el metro, mirando cada dos por tres la pantalla del móvil, para ver si me pide disculpas y me da alguna explicación, pero nada de eso llega.

Entro a casa, cierro la puerta con fuerza y mi madre se sobresalta, sentada en sofá. Mi hermano ni me habrá escuchado llegar, estará con su querida y fantástica novia, Sofía.

- Hola mama – digo, intentando esconder mis sentimientos, pero nunca he podido fingir delante de mi madre. Ella lo nota, y da dos golpecitos a su lado del sofá, cierra su ordenador y me dice que le explique lo que me ocurre, ha visto mi chupeton pero creo que prefiere esperar a que se lo cuente todo yo.

Y eso es lo que voy a hacer, ella sabe que soy gay, pero nada sobre Mauro.

Y es la hora de que sepa por quien enloquezco de amor de una manera ¿mala o buena? ¿verdadera o falsa? Sin duda por mi parte verdadera.

AMAR EN SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora