CAPITULO CUATRO

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Es tarde ya y todavía no he comido, así que me preparo unos macarrones y me siento en el sofá a ver algo en la tele, no me entero de casi nada, dado que no paro de darle vueltas a lo que me ha dicho Mauro, y sobre todo a nuestro beso suave y sensual de esta mañana. La tarde transcurre igual que otras tantas, deberes, exámenes, trabajos, todo un estrés, he conseguido subir a mi habitación, la herida finalmente no es gran cosa.

 Oigo como mi madre abre la puerta y a la media hora bajo, cenamos, acto seguido me voy a dormir, no puedo más, para ser un domingo hoy ha sido un día cargado de emociones .

Al llegar al instituto le cuento todo a Laura que se queda flipando y no sabe que decir.

- Pero tía, cállate eh – le digo, incluso sabiendo que no va a decir nada

- Cuando diría yo algo tuyo – me dice tranquilizándome

Nos pasamos toda la clase de matemáticas charlando, la mañana pasa bastante rápida. 

- Uf, ahora educación física, que pereza – me dice Laura mientras esperamos la comida

- Ay, la verdad es que si – le digo uniéndome a su queja

Veo a Lucían y Sofia entrar por la puerta.

- Epa hermanito, ¿qué tal Laura? - dice, dirigiéndose a ambos. Laura siempre le ha caído muy bien.

- Bien, estresada - dice Laura, riéndose

- Bueno amores, comer bien - dice Sofia

- Chao - contesto

- Bacalao - dice mi mejor amiga en voz baja. 

 Nos reímos. 

Terminamos de comer y nos dirigimos al gimnasio, hoy hay deporte colectivo, algunas personas se van a hacer baloncesto, otras baile, otras se van a jugar al balón prisionero y otras a jugar al fútbol. No me apetece ninguna actividad así que decido irme yo solo a las gradas a mirar el móvil, Laura se va a baloncesto.

La pelota de futbol choca en las gradas una y otra vez, ya he tenido que devolverla dos veces, pero a la tercera, se acerca Mauro a pedírmela, no creo que quisiera venir, pero tienen una regla, que es que quien saque fuera va a por la pelota, bastante justa la verdad, me acerco y se la doy, nos quedamos diez segundos mirándonos fijamente, sus ojos me vuelven a penetrar, como el otro día, está sudado pero eso hace que se le marque la tableta, y le brille la cara.

 No me dice ni gracias, simplemente aparta la mirada y se va. Sigo con mi móvil, al rato, la clase se acaba y todo el mundo se va corriendo hacía los vestuarios, ya que van todos bastante sudados. Pero Mauro se queda en el inicio de las gradas, aplastándose el pelo con la mano derecha y sujetando el balón con la izquierda, me espero un minuto pero veo que no se mueve así que avanzo hasta llegar a él, mi idea era apartarle para pasar, pero cuando estoy a menos de un metro de él, sube la mirada hacia arriba, sopla, y me dice: - Eee...Cándido...esto...¿podemos hablar? -

Evidentemente que quiero hablar con él, y aclarar las cosas, pero el orgullo me puede.

- Lo siento, no hablo con gente que no es de mi especie – le suelto vacilante y rabioso

Suelta una risita, - touché – dice

Lo aparto y avanzo, me agarra el brazo y me acerca hacia él, esa escena me recuerda a la de la fiesta y me sobresalto, no sé con qué cara le miraría, pero su expresión cambia de vacilón a comprensivo y dulce.

- Tranquilo soy yo – me aclara

- No sé quién es peor – le suelto, pero al ver su cara me arrepiento al instante.

- ¿Podemos hablar? - me pregunta por segunda vez, insistiendo

- ¿Para qué?, si ya sé lo que me vas a decir – le digo

- Lo del otro día fue un error, fue por el momento, así que ya no hablamos más – le digo imitándolo

- ¿Con que, así piensas de mí, no? - me pregunta con una mirada de pena

- Así haces tú que piense de ti – le aclaró

Lo aparto de nuevo, esta vez evitando que me agarre, y me voy, pero me sigue por detrás, se pone delante mía y me coge de las manos.

- Quiero conocerte más, cuando te miro siento algo, no tengo ni idea de que soy, casi ni de quien soy, pero creo que tu podrías ayudarme a resolver mis dudas – me dice

Eso me afloja, y le miro tímidamente, me sonrojo sin darme cuenta y le miro fijamente.

- Si para ti no fuese un juego de aclarar dudas, tal vez me lo pensaría – le digo

- Para mí no es ningún juego – me dice

Me coge de la cadera y me acerca a él, juntamos nuestras caras pero no nos besamos, nos miramos y nos reímos, pero los pasos de una persona hace que se separe de mí y empiece a preguntarme sobre los deberes, cuando el chico se va le miro asqueado y le digo:

 – No hemos ni empezado y ya me arrepiento -

- Lo siento, es que me da cosa que sepan que a lo mejor soy como tu – me dice

- Te da cosa ser como yo eh, que te den imbécil – le digo

Esta vez sí que me voy, el trayecto de vuelta a mi casa me hace pensar, estoy hecho un lio, no tengo ni idea de que voy a hacer ni como, así que me voy a casa de Laura a pedirle consejo.

- Cándi, Mauro no te merece y nunca te merecerá, es simplemente un idiota que quiere probar y mojar churro – me dice

- Ya, pero es que deberías haberlo visto, daba ganas de comérselo – le aclaró

Pero antes de que le dé tiempo a responderme, mi móvil vibra, es Mauro, me ha enviado otro mensaje por Instagram. " Mañana, después del insti, a mi casa, ¿te apuntas?", no tiene vergüenza ninguna.

- ¿Qué le digo? - le pregunto a Laura

- Pues que no, obviamente – me dice segura de ella misma

"Vale allí nos vemos"

- Ay Cándi, no quiero que te haga daño – dice Laura

- No me lo va a hacer – le aclaro

- Envidio tu seguridad – me dice

Que envidia podría tenerme ella a mí, si ella es perfecta.

AMAR EN SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora