CAPÍTULO DIECISÉIS

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No puedo evitar sentir tristeza por Iván, aquella primera vez que nos vimos lo vi tan extrovertido y alegre. ¿Puede que se haya liado con más chicos en esos clubs? ¿Y es por eso que Alejandro le pega? Igualmente, no es excusa.

Mauro intenta mantener la calma, sus orificios nasales aumentan y disminuyen con su respiración. Yo no tengo ni idea de que decir.

- ¿Piensas seguir con este pedazo de inútil, que te está haciendo la vida imposible? - suelto sin ninguna preocupación ante la reacción de su novio.

Alejandro me fulmina con la mirada.

- No te metas – responde sin quitarme los ojos de encima

- Me meto donde me da la gana, y encima si aparte de un violador eres también un maltratador – digo sin dudar ni arrepentirme de cada palabra.

Alejandro pega un golpe en seco en la mesa, que llama la atención de los clientes, que dejan de mirarnos a los segundos y vuelven a sus conversaciones.

- No voy a aguantar más vuestras estupideces de maricas – dice, antes de salir por la puerta

Al desaparecer, Iván, que hasta este momento no ha levantado la mirada del suelo ni una sola vez, empieza a sollozar. Enseguida me levanto y me siento al lado suya, le agarro las manos y le intento tranquilizar.

- ¿Por qué sigues con él? ¿No puedes permitir que te trate así? ¿Tan enamorado estás para dejar que te maltrate? - le pregunto ya cuando se calma

- Lo odio con toda mi alma, pero no puedo dejarlo – dice

- ¿Qué es lo que te hace seguir con él? - pregunta preocupadamente Mauro, que sigue en su sitio.

- Su familia es de las más ricas de Madrid, y la mía hasta hace unos meses de las más pobres – explica

- ¿Y....? - insisto

- Coincidimos en una fiesta y nos gustamos un poco, cuando supo mi posición económica, quiso contribuir. Ya cuando llevábamos tres meses empezó a gritarme y a golpearme, su comportamiento cambió drásticamente, fui a dejarlo, pero me dijo que si seguía con él pagaría más a mi familia, y mi familia lo necesitaba y lo sigue necesitando, así que desde ese momento aguanto. - explica, intentando no llorar

- Joder – digo, acariciándole la mano

Tengo el vello de punta, su relato es conmovedor, y veo que Mauro está callado pero con una mirada de tristeza, Iván le da pena.

- ¿Quieres que cenemos o hagamos algo? - pregunto

- No, tranquilos, voy a ir a ver si puedo arreglar las cosas – responde

- ¿Ahora? Si está histérico, no vallas, te va a pegar – dice Mauro

- Lo sé – dice apenado, pero no muestra signos de preocupación, pobre, se habrá hasta acostumbrado.

- Ves a la policía – digo

- ¿Para qué mi familia viva en la calle? No, gracias – dice, utilizando cierta ironía

Se levanta y desaparece por la puerta sin despedirse.

Mauro y yo nos quedamos mirando.

- ¿Qué hacemos? - pregunto

- Vamos, comeremos mejor en mi casa – responde, como no

No rechisto y nos vamos también.

Me acuesto en la cama boca arriba y empiezo a reflexionar.

- ¿Qué piensas? - me pregunta Mauro

- En lo cabrón que es ese tío – digo

Mauro respira hondo.

AMAR EN SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora