CAPITULO DOCE

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- Vale, luego nos vemos, te quiero Lucían – le digo a mi hermano, antes de colgar la llamada.

Apoyo el móvil en la cama de Mauro y me acuesto agotado.

- ¿Qué va a hacer él entonces? - pregunta Mauro curioso

- Se queda en casa de su novia Sofía, no la soporto pero le está ayudando – respondo

- Tengo que contarle lo nuestro, al final se va a enterar de que no me quedo en casa de Laura sino en la tuya, y mi hermano es de todo menos tonto – digo

- Ya pensaremos en eso – dice, restándole importancia, como si nada

- No entiendo por qué esto me pasa a mi – digo, acariciándome sin ninguna ternura el pelo.

Laura me ha preguntado antes como me encontraba, pero he decidido abrirme con ella mañana, así que le he dicho que estoy en casa de Mauro y que mañana le cuento.  

- Menuda locura – digo angustioso

Es inevitable dejar de pensar en lo sucedido, pero sinceramente no siento haber aceptado la realidad, no consigo realizar todo lo que me está pasando, durante estos últimos meses. 

Mauro me agarra las manos, me mira a los ojos, y aun así sigo sin evadirme del todo, incluso mientras me penetra con sus ojos azules. 

- ¿Sabes que esto no lo vas a pasar tu solo no? Que tienes a gente a quienes les importas, alrededor. - dice, con una entonación persuasiva

- Ya, pero es que... no sé... no sé qué coño está pasando, ni qué coño voy a tener que hacer a partir de ahora. - digo suspirando

- Estar conmigo, eso es lo que vas a hacer – dice

- Y con Laura – digo, desvaneciendo cualquier intento de posesividad

Me siento en la cama desganado, es una noche totalmente surrealista.

Mauro se acuesta, y yo hago lo mismo, nos miramos, poso mi cabeza en su pecho mientras estamos acostados, me adentra entre sus brazos y respiraciones, y me da un beso en la cabeza. 

- ¿Qué te parece si nos vamos a dormir? - dice

- La verdad es que estoy agotado – digo bostezando

- ¿Tienes algo que me pueda poner? Es que no me he traído nada – pregunto inocente

- Pues creo que tendrás que dormir desnudo, porque mi ropa te va a venir grande – dice vacilando

- Pues yo creo, que no me va a importar que me venga un poco grande – respondo

- Vale vale, aquí tienes – dice pasándome un pijama, del equipo de futbol del Barça

- Conque eres del Barça, nunca había visto un madrileño del Barça – digo curioso

Yo no es que siga mucho el deporte, pero siempre que me han preguntado, o me he preguntado yo mismo, la respuesta ha sido el Real Madrid.

- No nací aquí – dice

- Y que tiene que ver eso con que seas o no de un equipo – digo

- Nada, era para contarte una curiosidad, pero como veo que no te interesa... pues nada, que te jodan. - responde a mi comentario, burlón

- No no no, dímelo dímelo – insisto

- Venga, ¿dónde naciste? - pregunto aún con tono insistente

Se acerca a mí.

- En Mongolia – me susurra en el oído

- Ay, eres un bobo Mauro – digo riéndome, me muerdo el labio y le tiro una almohada

- Nací en Italia y estuve viviendo allí hasta los nueve años – dice

Asiento intrigado.

Vuelve a dejar la almohada y se acerca más a mí. 

Me quito el pantalón para cambiarme, me acaricia la pierna suavemente, hace movimientos con los dedos moviéndose por mi muslo, se me eriza el bello. 

Se lanza para besarme pero lo paro poniendo la mano en medio de ambos. Se asombra, deslumbra perplejidad.

- Te he dicho esta mañana, que hasta que no cuentes lo que tenemos, nada de cosas sexuales – digo, sintiéndome controlador, algo que me gusta

- Pero si solo quiero un beso – pide

- No – digo rotundo

- Va, uno de buenas noches – dice

Nos damos un beso de buenas noches y apaga la luz, pienso en lo mal que lo estarán pasando mis padres en el calabozo, mientras miro hacía la ventana, y rozo mi espalda con la de Mauro. 

A mediados de noche me despierto llorando en silencio. No aguanto ver a mi familia diluirse de esta manera. Tengo que luchar por ellos. Intento que Mauro no se despierte por culpa de mis sollozos, pero lo hace. 

- Eh, ¿estás bien?¿Quieres hablar? - pregunta preocupado, pero con voz de querer descansar

- No, no, tranquilo, tú duerme – digo

Noto como su mano busca por las sábanas las mías para agarrarse. Me acaricia la mano con la yema de sus dedos, rasposos y suaves al mismo tiempo. 

Estoy cómodo, pero eso no hace que deje de pensar en mis padres.

- ¿Qué somos? - pregunta al cabo de cinco minutos de silencio absoluto

- Pues... la verdad es que no tengo ni puta idea – respondo, en la máxima oscuridad

- A mí me parecemos novios – dice, noto su sonrisa aunque estemos a oscuras

- ¿Me estás pidiendo salir? - pregunto eufórico, que no se me nota dado mi cansancio

- Puede que sí, puede que no – dice riéndose

- Pero es que novios en secreto es una mierda – me quejo

- Eso le da más morbo al asunto – insinúa

- Vamos a tener que intentar no llamar la atención, no hacer ruido – sigue

- Novios en silencio – digo

- Te voy a amar en silencio – susurra al encontrar mi oreja

- Nos vamos a amar en silencio - repito

AMAR EN SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora