CAPÍTULO DIECINUEVE

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Me despierto sobresaltado, sé que he tenido una pesadilla pero no la recuerdo. Veo como Mauro abre los ojos un poco asustado.

- Eh, ¿Que pasa? - pregunta curioso y preocupado.

- Nada, ha sido una pesadilla – digo, antes de sonreír.

- Venga vamos a dormir que quedan treinta minutos – dice, después de mirar la hora en el móvil. No pego ojo durante los treinta minutos, me quedo mirando al techo. Y me llegan pequeños recuerdos de la pesadilla, era como si estuviese en un juicio pero en vez de estar testificando por mis padres, testificaba como víctima de casi agresión sexual y como testigo de maltrato de pareja.

Con tantos problemas, me olvidé completamente de Iván, me pregunto como estará el pobre, ojala poder ayudarlo.

Suena la alarma y Mauro se despierta, dándome un beso de buenos días. Pero me ve preocupado, por lo que me pregunta si estoy bien.

- Es que tengo que ir buscando trabajo ya – miento, no quiero que él también se coma la cabeza por Iván y Alejandro. También es verdad que estoy preocupado porque mi hermano y yo sigamos dependiendo de nuestras "parejas", pongo las comillas por mi hermano y mi mejor amiga, aún no son pareja oficial. Se me hace muy extraño aún verlos juntos, por eso evito estar con ellos cuando están los dos, ellos también, algo que les agradezco un montón.

La jornada pasa rápido, he oído algunos cuchicheos pero ya está, Mauro ha vuelto hoy al instituto, Alberto convenció a su grupo para que no contasen nada, pero siguen teniéndole asco.

Mi hermano y yo estamos esperando en el bufete a que el abogado nos dé paso.

- Pasar chicos – dice

Lucían y yo nos miramos nerviosos pero entramos, veo como le tiemblan las manos a mi hermano.
Nos explica que solo tendremos que salir individualmente a responder unas preguntas, nos ha hecho varias de ejemplo, como ¿Recuerdas haber visto dinero por tu casa? ¿Te han rechazado comprarte algo en alguna ocasión? Y más preguntas similares, mi hermano y yo las hemos respondido como nos ha indicado.

Después de una hora y media dentro, salimos y vemos a Mauro y a Laura en la puerta, en cuanto los vemos nos lanzamos a sus brazos, lo sorprendente es que voy primero a mi amiga, que me dice que me quiere al oído, Lucían se ha quedado detrás de mí. Nos soltamos, y se abrazan ella y mi hermano. Yo me quedo mirando a Mauro, que me sonríe, avanzamos unos pasos hasta estar a pocos centímetros, voy a abrazarle pero él me besa. Noto mi mundo removerse, y mi cuerpo activarse de forma cariñosa, no sensual. Nuestros labios no quieren separarse, pero lo hacen al oír pasar a alguien por nuestro lado, Mauro me pide perdón con la mirada, aunque todo esté yendo rápido aún no se atreve. La otra parejita se acerca y nos damos un abrazo de cuatro. El juicio es mañana.

- Mañana vamos a estar en el juicio – dicen a la vez nuestras "parejas", que se miran.

Lucían y yo nos miramos sorprendidos pero asentimos felices, nos damos la mano. Mauro se pone a mi lado y Laura del de mi hermano, y nos vamos.

Entro a casa de Mauro con la cabeza agachada, tengo a Mauro detrás. Saludo a sus padres con una sonrisa. Ya arriba, en su habitación, Mauro me agarra la barbilla y me obliga a mantenerle la mirada.

- Todo va a salir bien – dice

- Todo va a salir bien – repito, me agarro a él sentimentalmente y físicamente, nos abrazamos.

- Yo tampoco te quiero, sino que también te amo – suelta, y se me encoge el corazón. Le agarro la cara y le beso después de sonreír.

Nos amamos.

- Vamos a cenar – dice, asiento con la cabeza.

Durante la cena noto a su padre tenso.

- Y cuando dices que te vas – dice, abro más los ojos, me sorprendo.

- Lo antes que pueda – digo tímido y avergonzado

Pero antes de poder seguir me interrumpe un golpe en la mesa de Mauro, seguido de un grito.

- ¡Papa! ¿Te parece normal lo que le acabas de preguntar? - chilla fuera de sí.

Su madre lo apoya. Yo me quedo callado y respiro agitado

- Es que no sé, en la vida te había oído hablar de Cándido y ahora parece que seáis hermanos – dice

Ya le gustaría que solo fuésemos hermanos, somos novios.

- Voy a dar un paseo – digo, pero antes de levantarme Mauro me retiene del brazo.

- Espera – dice, coge mi móvil y añade su número, por fin.

- Por si acaso – me dice intentando sonreír, pero sé que está muy nervioso.

Le devuelvo la sonrisa y paseo por las ricas calles de Madrid, veo la casa que aquella primera vez que pasé por esta sentí que era la casa de mis sueños, la que quería para mi familia en un futuro, ¿y si eso pudiese pasar con Mauro?. Bueno, ahora no son momentos para hacerme ilusiones, sino para pensar en cosas serias y practicar para el juicio, que es mañana, estoy bastante nervioso la verdad. Paseando veo lo poco ruidoso que es este barrio, pero observo las familias en sus jardines y no puedo evitar sentir envidia. Una luz de un coche me deslumbra. Para a mi lado y baja la ventanilla.

- Súbete – ordena

- Mauro – digo, mientras abro la puerta y entro

Nos miramos y me humedezco los labios, me hundo entre los suyos y le dejo jugar con mi lengua. Me agarra del trasero y me sienta encima suya, le quito la camiseta y empiezo a bajar mis manos por su abdomen. Sin separarme de su boca le desato el pantalón y cuelo mi mano bajo sus calzoncillos, empiezo a masturbarle. Él gime dentro de mi boca, y me muerde el labio inferior. Mete su mano debajo de mis calzoncillos también, pero por la parte de detrás. Deslizo ahora mi lengua por el mismo camino que la mano hace unos segundos, se quita el pantalón como puede, y empiezo a lamer su miembro viril. Deslizo mi lengua de arriba y abajo y rodeo la parte de arriba. Hasta metérmela toda en la boca. Me agarra de la barbilla mientras me sube para besarlo.

- Vamos a dejarlo aquí – dice, vengándose por la otra vez y dejándome entonces con el calentón, aunque sé que él también lo tiene.

AMAR EN SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora