|| Veinte ||

9.1K 1.3K 367
                                    

—¿Te he dicho que Tonks es de las más débiles de la orden? —la pregunta llegó de la nada. Voldemort ya se estaba acostumbrando a hablarle a la pared.

—Ya lo has hecho, Nathan.

—¿Y que se encarga de resguardar una de las entradas del Departamento de Misterios? —volvió a preguntar.

Para esos momentos, el Lord Oscuro sólo se encargaba de ver los papeles que tenía en su escritorio. Nathan se encontraba algo receloso de dichos papeles, pero no comentaría nada. A cambio, el menor decidió quitarse su capa y convertirla en su particular túnica negra.

—Creo haberlo escuchado.

Bien, ahora Nathan se encontraba muy receloso de esos papeles. Caminó con firmeza hasta donde se encontraba el mayor y, arrancando los documentos de sus manos, prosiguió para sentarse en sus piernas, levantar la mirada roja y hacer que sólo lo mirara a él.

—La quiero muerta —declaró de forma más directa, ignorando la sonrisa de victoria por parte del Lord.

—¿Deseoso de mis atenciones?

—Nymphadora Tonks. Sala de misterios. Muerta —repitió como si fuera algo difícil de entender para el contrario.

—¿Ahora qué te hizo? —Lord Voldemort ignoró la mirada furiosa por parte de su cortejado y simplemente pasó sus manos por sus caderas, apretándolas con fuerza para que el menor supiera a quién pertenecía.

—Le coqueteó a Remus descaradamente en frente de toda la orden —declaró suspirando—. Y una vez se hizo pasar por Sirius para robarle un beso a papá, así que la quiero lejos de mi familia.

—¿Quién diría que fueras tan celoso? —preguntó retóricamente, pero Nathan decidió ignorar eso y contestar.

—¿Lo has dudado en algún momento? —susurró acercándose a los labios de Voldemort— Tal vez no lo he dejado muy claro.

Y, después de eso, besó profundamente al mayor. Llevaban días haciendo eso, era como un tipo de droga para los dos, un afrodisíaco que no estaban dispuestos a dejar ni aunque les consumiera el alma.

Alma... Voldemort sonrió y acercó más al joven hacia su cuerpo, dejando que Nathan pasara sus brazos por su cuello y colocará una de sus manos en su nuca. El pedazo de alma dentro de Nathan sólo confirmaba que el joven era suyo y de nadie más, el collar en el cuello ajeno, los anillos decorando sus dedos, el arete que le regaló y varios obsequios de cortejo que Voldemort le había dado sólo aumentaban el ego del mayor, quien tenía que ocultar su orgullo cada vez que el joven aparecía usando uno de ellos.

Una lengua serpenteó por su boca y la invadió. Definitivamente eso era una de las cosas que más le había resultado extrañamente cómodas a Voldemort. El ojiverde parecía contento de marcar, rasguñar y controlar cada uno de sus movimientos... oh, pero cuando Voldemort le pedía algo en particular, Nathan simplemente se volvía una cosita complaciente.

Le gustaba.

Le gustaba más de lo que alguna vez pensó que le gustaría.

Un rasguño en su nuca logró sacarle un gruñido y, gracias a eso, Nathan parecía ser más suave con sus movimientos. Ser suave significaba que Voldemort podía apoderarse de lo que quisiera en ese momento, le gustaba, pero no sabía si extrañaba la rudeza del menor o simplemente agradecía esa falta.

Con un suspiro, Nathan se separó de los labios de Voldemort sin antes dejarle una suave mordida en ellos.

—Tal vez deberías dejar de darme obsequios —murmuró el ojiverde sobre sus labios—, la escuela se está dividiendo entre los que quieren saber porqué consigo tantas cosas hermosas y los que confirman que es un tipo de cortejo. Es normal que estos últimos sean los sangre pura, pero eso no importa.

—Sólo escuché un "sigue dándome regalos para que todos sepan que tengo dueño" —dijo Voldemort antes de sonreír—, y yo claro que lo haré.

Un quejido salió del joven, pero era sólo una máscara mal formada para ocultar su alegría por el asunto. Nathan se recostó en él y dejó que Voldemort mordisqueara su cuello sin importarle las marcas que dejaría de paso.

—También descubrí el lugar exacto donde se encuentra la profecía que nos une. —tras decir eso, Voldemort dejó de prestar atención en la magnífica obra de arte que se encontraba coloreando en el cuello ajeno para prestar atención a lo que decía el joven— Debe haber un hueco, algo que no lograron comprender la primera vez que la escucharon... y me aseguraré de descubrir qué fue.

Bueno, Voldemort no podía negarle eso a su joven cortejado... Cortejado, ya se le hacía una palabra muy ambigua.

Sonriendo, el Lord Oscuro dejó que el joven se saciara con su presencia antes de que tuviera que regresar a Hogwarts.

♣♣♣♣

Una hermosa lechuza negra se posó frente a Harry como si fuera de la realeza. Dejó el pequeño paquete frente a él y, después de mordisquear algo del plato, emprendió su vuelo hacia un lugar que el ojiverde conocía bien.

Todos en el gran comedor dirigieron una mirada hacia la peculiar escena que les regalaba el chico más famoso del colegio y, por más que Harry quisiera guardar con gran celo su regalo, supo que no debía hacerlo. Voldemort nunca le daba regalos en frente de todo el colegio, a veces llegaban muy en lo noche o, en otras ocasiones, fácilmente se lo daba cuando iba de visita a la cabaña.

Suspiró y sonrió con algo de cariño, ¿ahora qué estaba planeando?

Agarró su jugo de calabaza y le dio un sorbo. Sin dejar el vaso y dando uno que otro trago, Harry decidió abrir la pequeña caja de terciopelo que había traído la lechuza. Dentro de ésta se encontraba...

Escupió el jugo. Si Hermione lanzó un grito o no, realmente no le importo.

—Vaya, amigo, entonces sí te estaban cortejando. —la voz de Ron se escuchaba lejana, no podía prestarle atención.

Al menos, no podía hacerlo cuando un hermoso anillo de compromiso se posaba con elegancia en el centro de la caja. Un anillo típico de las grandes casas sangre pura, el anillo que se transmitía de generación en generación para que el nuevo patriarca pudiera dárselo a su esposa.

Los colores llenaron su rostro al pensar en él como una esposa. Voldemort debía estar jodidamente equivocado si pensaba que él iba a tomar ese papel entre los dos... Pero no negaría el hermoso anillo verde esmeralda. Al final, no es como si le molestara que el Señor Oscuro le llamara su "Lady".

Estaba seguro que tenía algún tipo de hechizo para que los demás no vieran el hermoso escudo estampado en el objeto, sería muy raro explicar porqué su pareja le daba un anillo con el escudo de los Gaunt.

—¿Harry? ¿Qué harás? —esta vez fue Ginny quien le habló, pero Harry no contestaría verbalmente, si eso era lo que esperaba.

Sin darse de desear, el ojiverde agarró el anillo y lo puso en su dedo anular. Con un sutil brillo, el objeto se ajustó a su dedo y, con eso, selló el compromiso entre él y Lord Voldemort.

♣♣♣♣

Me encanta cuando ponen "ya llegué", "estoy", "volví", etc. en el primer párrafo del capítulo, me siento como una profesora tomando lista.

Les amo, nunca lo olviden.

¡Disfruten!



Conexión idónea.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora