|| Veintiséis ||

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Estaba nervioso. Muy, muy nervioso. Claro, su maestría en actuación fue realmente explotada en esos momentos mientras comía con tranquilidad y le pedía a Kreacher que le sirviera, como todas las veces que había comido ahí. Lo único que no podía controlar eran los bostezos que, de vez en cuando, se le salían de la boca.

Remus lo miró y sonrió con comprensión. Por otro lado, Sirius comía tanto como Ron. No era algo público, pero su familia sabía que, cada vez que estaba nervioso, le daba mucha hambre.

Siempre se había burlado de eso, Nathan diciendo que podría darle algún malestar estomacal en medio de la batalla mientras Sirius le debatía que una guerra no se ganaba con la panza vacía. Eran discusiones algo ridículas ya que, para no terminar en una pelea como tal, los dos daban argumentos totalmente estúpidos.

Quien más se divertía era Remus, que le tocaba estar de espectador en esos momentos.

Ahora, regresando al punto de inicio, Nathan sabía que no era el único nervioso. A él le había tocado la tarea de burlar las barreras del cuartel de la Orden mientras que Remus se encargaba de mantener la atención en la entrada y demás partes de la casa gracias a sus sentidos mejorados.

Sirius, por otra parte, se encargaba de entretener al público para que éstos se quedaran dentro de la cocina, así sería más fácil acabar con todos: Mientras los acorralaban como cucarachas.

Realmente no sabía cómo iban a transcurrir las cosas, se había hecho millones de ideas mentales, pero ninguna parecía ser la más viable. Nathan estaba ansioso por eso.

Suspiró y comenzó a deslizarse por las barreras para lograr desarmarlas. Dio un bocado a su comida mientras encontraba los espacios e hilos sueltos. Era más sencillo que en la casa de Tom, cosa asombrosa si contábamos que Albus Dumbledore era el encargado del mantenimiento de éstas.

Desvió un poco la mirada hacia del director de Hogwarts y jaló con sutileza el hilo suelto. Tal vez era la vejez, puede que eso hacía que se le olvidaran sus deberes... o puede que la soberbia sea más grande de lo que quiere demostrar, haciendo que su seguridad sea casi tirando a lo idiota.

Sea el caso que sea, no se molestaba. Todo eso hacía que las cosas se le facilitaran.

Siguió comiendo mientras reía de un chiste de Sirius, fingiendo prestar atención mientras abría aún más cada hueco que encontraba hasta que, deteniendo sus acciones, miró a Remus.

El licántropo entendió su mirada y asintió. Fue todo lo que necesitó para desmantelar todas las barreras mágicas con sutileza. Fue en ese momento que Dumbledore levantó la cabeza mirando a su alrededor. Era estúpido que no lo hubiera sentido antes, realmente. Estar acostumbrado a que tu magia te rodeé y dejarla de percibir era algo a lo que cualquiera se hubiera dado cuenta antes.

No perdieron tiempo, Remus movió su varita de forma imperceptible para la vista y abrió la puerta de la entrada.

Tal vez fue un poco de ambos, pensó Harry mirando a Dumbledore. Un poco de vejez y otro poco de soberbia hicieron que las capacidades del mago se redujeran a... a eso.

Cuando se dio cuenta de todo, ya era demasiado tarde. Tom Riddle entraba a la habitación después de que varios mortífagos entraran primero para inmovilizar a todos. Nathan siguió comiendo, tener a su hermoso esposo frente a él luciendo de una forma tan inalcanzable... Bien, eso definitivamente daba hambre.

Sonriendo de forma altanera, Tom rió cuando vio que los miembros de la Orden del Fénix querían sacar sus varitas, pero eran rápidamente desarmados por sus hombres.

—Quiero culpar a la edad por no favorecerte en estos momentos —comenzó a hablar Tom Riddle, ahora llevando una sonrisa sarcástica entre sus hermosos labios—, pero seamos sinceros, para uno de los magos más poderosos, la edad sólo es un nuevo reto.

El aire era tenso, todos lo sentían. Ahora, con la mayoría de la Orden desarmada y un Albus Dumbledore encerrado, todo era sinónimo de derrota, pero el director tenía algo de esperanza aún. Nathan casi se enternece al ver el intento de fe de un pobre anciano.

Palabra clave: Casi.

El director levantó su mano de una forma tan rápida que Nathan se sorprendió de sus propios reflejos. Conocía bien la forma en la que Dumbledore se salía con la suya o, mejor dicho, se salía del radar en un parpadeo.

El fénix voló sobre él, pero, antes de que tocará su mano para ayudarlo a desaparecer (sí, porque Nathan no sólo era un maestro quitando barreras, sino que también las ponía, justo como las barreras anti-apariciones únicamente restringida para la Orden), el joven ojiverde soltó un suave canturreo.

Fawkes se debió de su objetivo principal y fue a acurrucarse en los hombros del joven, quién no había dejado sus cubiertos en ningún momento.

Dio un bocado antes de comprender que su comida se había enfriado por el tiempo que había estado servida. Bufó.

—Harry, mi muchacho...

Un hechizo cortante pasó por la mejilla del viejo, quién regresó su mirada al Lord Oscuro más temido de la época.

—Uno: Nunca me quites de tu vista —siseó su esposo molesto. Nathan sonrió cuando notó la verdadera razón del enojo—. Dos: No mires ni le llames con ese nombre feo a mi esposo. No es tu muchacho, él es completamente mío.

—Yo sólo escuché "celos" en toda la oración —susurró Sirius ganándose la mirada de todos. Nathan se rió por su comentario algo fuera de lugar.

Las miradas asesinas no duraron mucho cuando los mortífagos comenzaron a querer someter a los contrarios. Los pocos con sus varitas se defendieron como pudieron, pero todos terminaban rápidamente inmovilizados mientras Nathan se levantaba de su lugar y se encaminaba hacia su esposo.

El fénix revoloteó en su hombro cuando los dos se dieron un beso pasional, tal vez no era momento, pero no podían detener sus instintos cuando éstos gritaban que debían estar juntos de otras formas para nada públicas.

—¿Me puedes explicar qué fue lo del fénix? —preguntó Tom una vez que se separaron.

—Sólo es saber hacer un pequeño canto parecido a los de ellos y listo —contestó mientras lo abrazaba de la cintura—. ¿Vamos a comer algo?

El Señor Oscuro se rió y besó la frente de su pareja mientras veía al último miembro de la Orden del Fénix caer aturdido al suelo.

Bien, eso había sido demasiado fácil.

Conexión idónea.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora