Linda De Amar

Capítulo Doce

Recomendación importante:
Escuchar de fondo una canción triste. Créeme no te vas a arrepentir!
Y me disculpo de ante mano si llego a destrozar el corazón de muchos.
Disfruten del capítulo❤
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Su saludo fue un susurro pero él logro escucharlo por lo cerca que se encuentra. Odió su sonrisa. Se sintió tan mal al darse cuenta el gran espectáculo que eran ambos y más que nada porque sus puños seguían tan apretados que empiezan a doler.

—Pero qué... —Emilia dejo la frase a medio terminar al ver derramada todo el licuado en el piso y centrar la atención en su mejor amigo que parecía no salir del trance—. ¿Simón? —el chico pestañeo y volvió en sí para mirar a la chica rubia a su lado.

Volvió a mirar a la chica que habla en inglés con una bronca muy acumulada y que no logro entender Emilia. Se agacho para juntar los vasos y justo cuando iba a levantar la vista sintió todas las miradas sobre él.

—Surprise —sonrió hablando de nuevo en inglés.

—No es una sorpresa agradable —arqueo Simón muy molesto—. Aunque supongo que no viniste a verme a mí.

Simón miró sobre sus hombros hacia un italiano que está justo al lado de una chica de lentes y en ese instante la chica inglesa lo ve. Sonríe con mucha emoción de verlo también a él aunque eso le molesta más al mexicano que decide ir a volver a hacer su trabajo.

—Emma, ¿qué haces en Buenos Aires? —pregunta Benicio cuando ella se acerca a ambos.

Nina se siente indiferente. No sabe aún quien es la chica pero su hermosura la ha dejado sin habla y por no dejar de decir que siente que sobra en el lugar.

—Voy a promocionar mi disco —habló con su característico español como si fuera ensayado.

—¡Qué bueno! —exclamó el italiano y al ver la incomodidad de su amiga decidió que lo mejor seria alejarla—. ¿Quieres conocer el lugar?

—Yo estaría encantada —asintió y ambos se alejaron.

Nina los vio alejarse y respiro soltando todo el aire que no sabía que estuvo conteniendo. Intento no darle demasiada importancia a ese sentimiento de inferioridad que se instaló en su interior diciéndole que esa chica era mucho mejor que ella.

—No te subestimes —habló una voz masculina y casi acalló a esa voz interior—. Eres mucho mejor que ella.

—¿Y tú que sabes? Ni siquiera me conoces —replicó en su defensa en un reproche involuntario debido a que esa voz no le dejaba escuchar aquel halago de su parte.

—No te conozco, es verdad, pero te sorprendería lo mucho que sé.

—¿Y qué sabes?

—Sé que estás enamorada de ese... de él —medio al querer insultar al chico italiano o mejor dicho decidió no hacerlo en voz alta—. Y también creo saber que eres muy inteligente como para darte cuenta de que él solo te ve como su amiga.

—¿Quieres decir que no tendría ninguna posibilidad de estar con él? —su rostro se contrajo en una desilusión al hacer la pregunta ya que al fin pudo poner en palabras su mayor temor.

—Nunca dije eso —negó Simón mirándola muy detenidamente con la intención de usar bien las palabras que diría a continuación—. Pero si quieres puedo ayudarte...

—¿Cómo? —ella le devolvió la mirada entre confundida y expectante por esa propuesta.

—¿Quieres ser mi novia?

(...)

Sus frustración es mayor. Cierra los ojos conteniendo las siguientes lágrimas que piden con fuerza salir por sus ojos cafés. Se siente totalmente frustrado, ¿en qué momento se había hecho tan débil?