Capítulo Veintiuno

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Emilia se sentó en un sillón alejada de la entrada del Roller y mirando a su alrededor lamentó estar enterada de todas las historias de amor que sucedía allí. «Invisible parece ser que soy», pensó con mucha pena. Pero detuvo sus pensamientos cuando alguien que ella conoce muy bien se acercó. Al principio, sólo se miraron pero luego reparó en un detalle.

—Simón me dijo que no fuiste a buscarlo el otro día —comentó con desdén al recordar que su mejor amigo seguía esperando que ella lo eligiera a él.

—No tuve valor de hacerlo —respondió bajando su rostro en vergüenza—. Ilia, amiga, estoy confundida.

Emilia la miró sin comprender.

—Me gusta Benicio, no voy a negarte eso, pero últimamente no puedo sacarme de la cabeza ese beso —confesó, ahora sí la joven mexicana entendía menos—. Tengo la cabeza hecha un lío tremendo.

Nina se cubrió el rostro con las manos dejando que su cabello le pudiera tapar un poco su rostro. Ese beso había complicado muchas cosas, por empezar ahora no sabía con exactitud qué sentía con respecto a su mejor amigo italiano. Y para rematar tenía que ponerle fin a esa confusión.

—¿Se besaron? —se asombró Emilia abriendo sus ojos bien grandes. Nina susurro un «si» suave y cansada—.¿Cuándo?

—No importa —negó la joven de lentes volviendo a mirar a su amiga con menos vergüenza—. Lo que importa es que lo que sentí después de ese beso y fue mágico, como si no quisiera alejarme nunca más. Fue especial y dulce a la vez, me dejó sin palabras.

Nina sonrió. Recordó justo a sus mejores amigos, Ben y Mal, ellos sabrían lo que diría porque fueron ambos los que le enseñaron lo que es sentir el primer encuentro del amor verdadero.

—Con ese beso encontré mi otra mitad —citó las palabras de Ben que tantas veces se las había dicho tiempo atrás.

—¿Y Benicio?

—Lo quiero mucho y me gusta que se preocupe por mí —contestó a la pregunta de Emilia con una sonrisa—. Me confesó que ese día en el hospital se sintió morir si a mi me llegaba a pasar algo fue ahí cuando mi confusión volvió y no tuve el valor de buscar a Simón.

—Te entiendo, Nini —comprendió tomando las manos de la joven de lentes—. Pero tenés que tomar una decisión.

Ella asintió sabiendo que tenía tenía que hacerlo y cuanto antes.

(...)

Gary, el tío de Nico, se subió al escenario. Se posicionó en el medio con un micrófono en su mano derecha. Sonrió al público que prestó atención por medio de aplausos. El Open Music daría comienzo, un evento que en esta ocasión sería por voluntad propia y lo que quisieran presentar.

—¿Quién se anima a cantar en primer lugar? —preguntó a viva voz después de explicar como sería esta vez el Open Music.

—Yo —habló alguien del público.

En el público varios quedaron sorprendidos, sobre todo Jazmín que a su lado se encuentra con su tablet en las manos para transmitir en vivo. Delfi subió al escenario con una seguridad que jamás creyó tener en su vida. Gary sonriendo le paso el micrófono y ella lo recibió con una sonrisa nerviosa que intentó ocultar.

—Antes de cantar quiero decir... Decirte unas palabras —aclaró mirando a alguien en particular que se había acercado al escenario cuando escuchó que ella iba a cantar—. Cuando era niña dije una verdad verdadera: «me gustas». Pero no recibí la respuesta que esperaba, mucho menos ese rechazo de tu parte.

Linda De AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora