Capítulo Dieciséis

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Dio un giro improvisado, cruzó los brazos y los extendió tomando los brazos del contrario latiendo su corazón fuerte por la adrenalina. Su cabello rubio suelto se mueve al compás de sus movimientos muy bien sincronizados.

Se separan para el final muy cerca uno del otro sonriendo por magnífica coreografía que lograron armar. Unos aplausos a la entrada de la pista los hizo girar su rostro en esa dirección encontrando a sus amigos.

—Emi, esos pasos se ven increíbles —felicitó su mejor amigo obteniendo una sonrisa por parte de la joven mexicana.

—Felicidades, seguro ganarán la próxima etapa —también se sumó su mejor amiga con el rostro orgulloso por ambos competidores.

—Obviamente ganaremos porque somos los mejores —asintió el italiano burlesco.

Los cuatros sonrieron. Por un momento, todos parecían amigos de toda la vida pero fue inevitable no sentir la tensión en el aire. Los dos jóvenes masculinos ni se miran a la cara y es que no podían hacer a un lado sus diferencias.

—Nini, quiero disculparme. Me enoje sin sentido y yo... —suspiró al disculpase Emilia recordando las palabras de su amigo el día anterior.

—Entiendo Ilia, no pasa nada —sonrió abrazándola y tomando desprevenida a la joven que se sostuvo de no caer con los patines—. De todas formas, tengo que confesar algo.

—¿Qué? —inquirió separándose un poco para mirar su rostro.

—Te lo diré estando a solas —guinó su ojo derecho y luego tomó la mano de Simón que la miró con una sonrisa al sentir una molestia de parte del italiano—. Una última cosa quería decirle a los dos —sonrió dejando una pausa para darle misterio—. Mi mamá está noche hará una cena riquísima con la temática de comida italiana y mexicana.

Benicio apretó su rostro, curvo sus labios en una línea recta y quiso negarse pero no lo hizo. No pudo hacerlo. Nina soltó la mano de Simón para darle un abrazo cariñoso y susurrar en su oído un cálido «me enojare mucho contigo si no vienes».

Se separaron. Ella volvió a tomar la mano de su novio para guiarlo a la salida de la pista. Al perderlos de vista, suspiro. No va a poder soportar estar en un mismo lugar con el mexicano y espera que nada malo pase en la cena. Que todo transcurra con normalidad. Pero alejando esos pensamientos deciden continuar con el entrenamiento.

(...)

Unos acordes de guitarra, una melodia suave, un ritmo tranquilo que te haría cerrar los ojos y disfrutar del momento. Eso sentía la reina de la pista al escuchar un poco alejada del escenario donde Matteo Balsano toca su guitarra.

Vuelve a abrirlos al término de melodia y todo el Roller aplaude a lo que el italiano sonríe agradecido. Su rostro tranquilo y relajante se cambió en unos segundos cuando vio la sonrisa perfecta del chico acercándose a su mesa.

—Disfrutando de la canción y del momento —arqueo burlesco—. Mira que yo pago para la función.

—Dudo que alguien vaya a pagarte algo por la ridícula canción de amor —murmuró pensando lo contrario a lo que decían sus palabras.

—Ya te quiero ver en primera fila cuando tenga mi show y que seas la primera persona en comprar mis discos —replicó, sus ojos se veían muy traviesos y su sonrisa amplia mostrando sus hoyuelos.

—Sueñas muy alto —sonrió negando con la cabeza.

—Y soñar alto es el placer de los que quieren llegar lejos —habló Nina entrando a la conversación escuchando la última parte a lo que el italiano concordo con ella—. Como el sueño de ser el señor y la señora Smith —completo recordando la película favorita de ambos—. ¿O me van a negar que se mueren por volver a estar juntos?

Linda De AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora