Advertencia:
Escuchar una canción triste al final.
Y aclarado esto a disfrutar de la lectura.
------------------Tres Días Después
Sintió su corazón latir con fuerza al entrar a esa pequeña sala de espera. Llevando un mes sin ir a su psiquiatra se siente muy insegura de dar un paso más. Una mano sostiene su brazo por lo que voltea a mirarlo compartiendo su sonrisa tranquila. Se sentaron a esperar ser atendida.
Van a empezar a hablar para aligerar el ambiente tenso que se formó en su entorno cuando alguien se llevó la atención de ambos. Se ven muy sorprendidos. Benicio sonríe y sentándose a su lado la mira con curiosidad.
—¿Qué haces aquí? —inquirió Nina confundida de verlo en ese mismo lugar.
—Fui a tu casa para ir al Roller juntos y tu papá me dijo que estabas en el hospital —murmuró entre dientes haciendo que la joven se sintiera indefensa al verse descubierta por su pequeña mentira—. No te preocupes, no fue muy difícil sacarle la verdad.
—Eres muy bueno cuando te quieren mentir y deberías trabajar en la policía porque seguro que teniendo tu habilidad no van a necesitar más esa la maquina que descubre cuando mentís —habló tan rápido debido a los nervios.
—Detector de mentiras —corrigió Simón apretando sus manos para darle seguridad.
—Nina Simonetti —la llamó la mujer secretaria a lo que ella se paró de golpe—. La psiquiatra te está esperando.
Asintió. Caminó en dirección al consultorio que se conocía muy bien. Suspiró antes de entrar. Dejó a un lado su nervios y la miró con una mirada indiferente. Había aceptado ir sólo por sus padres que volvieron a insistir que siguiera con sus medicamentos.
—Nina, adelante, pasa —sonrió la mujer adulta mirando unos papeles esparcidos por su escritorio—. ¿Y dime que ha pasado?
—Iba a entrar a la lista de testigos protegidos y al final desistí —comenzó.
—Nina, eso no es un caramelo dulce que un día dices querer y al otro día que no lo quieres —expuso la doctora con curiosidad.
—Hice un trato con el oficial de policía, el señor Martínez —terminando con la curiosidad de la doctora que no se sorprendió por eso, tenía lógica—. Pero quedamos en que les diría a mis padres que accedieron a dejarme no entrar en la lista —explicó el motivo de la felicidad de ambos padres—. ¿No le estoy mintiendo no?
—¿Crees qué le estás mintiendo o protegiendo? —replicó para que ella pueda meditar—. Este trato te preocupa mucho por lo visto... ¿Tenés miedo de que no salga como tiene que salir?
—Tengo miedo de que no salga bien —susurró bajando su rostro por vergüenza.
—Nina, fuiste muy valiente ese día del robo y también lo eres ahora —habló con una mirada comprensiva.
—Tengo miedo, eso me hace la persona más cobarde no valiente —duramente se sintió ridícula al sentirse de esa forma
¿A quién se lo había dicho hace cuatro días eso mismo? ¿A Delfi, Yam, Ámbar o Jim? Y ahora ella no cree ser esa persona. Se sentía insegura de sus acciones desde ese momento en adelante.
—Ser valiente no significa no tener miedo sino actuar a pesar del miedo —reflexionó su psiquiatra mostrando una sonrisa—. ¿Qué tienes en mente, cuál es el plan?