19. Omega

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Diez años atrás

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Diez años atrás

—¡Oye! —una voz detrás de Darcy gritó, pero no quiso voltear, pues no era una voz conocida.

Los pasos y el respirar de aquel joven se sentían prácticamente detrás de ella, una mano la tomó del brazo fuertemente para detenerla y en ese instante se sintió perdida.

—¡DEJAME! —gritó Darcy asustada con los ojos cerrados fuertemente.

—¿Qué pasa? —una voz diferente y que ella conocía muy bien se oyó del otro lado de la calle.

Darcy abrió los ojos lentamente y pudo ver a Jano cruzando la calle en dirección a ella.

—¿Estas bien? —preguntó preocupado Jano a su amiga.

—No le hice nada —se defendió rápidamente el joven alto que estaba a unos pasos de la asustada chica.

—No te pregunté a ti —gruñó el castaño al desconocido mientras se acercaba más a Darcy—. Darcy ¿estás bien? —volvió a cuestionar a su amiga.

—Si —asintió la chica con sus oscuros ojos al borde de las lágrimas.

—Perdón —se disculpó el delgado muchacho con una mano apretada fuertemente al asa de su mochila y con la cara del color de un jitomate—. No era mi intención asustarte —comenzó a explicarse—. Yo sólo... —el adolescente miró tímidamente al suelo, rogando porque este se lo tragara en ese mismo instante— sólo... —alzó la mirada hacia la ahora más tranquila chica, pero al sentir la mirada asesina de Jano, regresó esta hacia el suelo—. Yo sólo quería darte esto —dijo atropelladamente en un momentáneo impulso de valor, extendiendo su brazo en dirección a la joven de forma brusca, a lo que Jano reaccionó instintivamente con un manotazo.

El chico que llevaba un impecable uniforme escolar clavó la mirada en sus lustrados zapatos, apretando fuertemente el pedazo de papel que fallidamente había ofrecido.

—¿Qué es? —cuestionó curiosa Darcy al ver que el joven parecía inofensivo.

—Es... una carta —confesó el avergonzado joven aún con la cabeza gacha.

—¿Para mí?

—Sí —admitió el muchacho extremadamente nervioso—. Me llamo Oliver y voy en el salón junto al tuyo, desde hace mucho tiempo quería hablarte, pero no sabía cómo, así que decidí hacerte una carta —contó con la voz temblorosa—. De verdad, no era mi intención asustarte —volvió a disculparse el chico.

Jano se sintió de pronto también apenado por su reacción exagerada contra el chico, así que tomó el arrugado papel de las manos de Oliver evitando la brusquedad.

—La próxima vez sólo habla de frente, y no la persigas como un lunático por toda la calle —aconsejó el castaño al chico que poco a poco había levantado la vista—. Ten, vámonos —Jano entregó el papel a Darcy mientras le quitaba la pesada mochila de su espalda.

Aithaus: El mundo oculto en el espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora