20. Los Ciucen

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Diez años atrás

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Diez años atrás

—¿Habla enserio, Coronel? —cuestionó Jano evidentemente consternado por las palabras de su superior.

—Claro que sí, ya lo he decidido —confirmó Torger muy seguro.

Al ver las reacciones de las personas a su alrededor, junto con la de su amigo, Darcy sintió un repentino temor.

—Eso significa que quiero que seas mi aprendiz, mi discípula, mi alumna —aclaró el canoso coronel al mirar la mirada atemorizada de la pequeña—. No es nada malo, al contrario, es algo que muchos quisieran —señaló—. ¿Cierto? —preguntó a Jano.

—Em... Si... es un honor —balbuceó hacia su amiga con una sonrisa que no llegó hasta sus ojos.

—¿Lo ves? No hay nada de qué preocuparse —Torger dedicó una sonrisa amable a la muchacha—. Vamos, te explicaré más a detalle —invitó a la joven dando media vuelta.

Darcy miró a Jano con temor, pero éste, un poco más tranquilo, le hizo un gesto con la cabeza indicándole que estaba bien acompañar al coronel.

La castaña asintió y después de dar una bocanada de aire siguió al uniformado.

—Coronel —llamó Jano antes de perderlos de vista y Torger giró instantáneamente—. Ella tiene que estar en menos de cinco horas en su casa —recordó a su superior, el cual sólo asintió y siguió su camino.

Darcy siguió a Torger por varios minutos en los cuales, el hombre que anteriormente seguía al coronel cambió de dirección por indicaciones de este.

—Pareces estar más tranquila desde la última vez que nos vimos —comentó el coronel mientras entraban a una sala tranquila.

—Lo estoy —admitió Darcy tomando asiento en la silla que Torger le estaba ofreciendo.

—Me alegra escucharlo —sonrió el uniformado tomando asiento frente a la joven—. Me preocupaba que aún no estuvieras lista —Torger recargó sus manos entrelazadas en la mesa que se encontraba entre ellos—. Pero ya que pareces estar mejor, me siento más tranquilo con mi propuesta.

Darcy correspondió la sonrisa del coronel con algo de timidez.

—Bien pues comencemos, al parecer no tenemos mucho tiempo —prosiguió Torger—. Comenzaremos con la explicación de los procedimientos necesarios para ingresar a la organización y después te daré los detalles y especificaciones de ser una Ciucen —anunció rápidamente—. Si te surge alguna pregunta, no dudes en hacerla en cualquier momento ¿de acuerdo? —indicó amablemente.

—De acuerdo.

—Bien, pues de principio, tendrás que aceptar un contrato en dónde te comprometerías a aceptar las leyes de Sikkedium por encima de las de tu planeta, al igual que aceptar la obligación de velar por los intereses de la organización antes que los tuyo y los de tu raza. En el contrato prácticamente estarás renunciando a ser una terrestres para convertirte en un miembro activo y leal a nuestra organización —explicó Torger, intentando hablar de forma que la muchacha pudiera entender—. De cualquier forma, el contrato te será brindado para que lo leas a detalle en un máximo de treinta y seis horas, cualquier duda sobre el mismo podrá ser resuelta por tu agente inductor —siguió.

Aithaus: El mundo oculto en el espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora