29. Entrenamiento

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Nueve años atrás

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Nueve años atrás

—¡Vamos, levántate!

—No... ya no... ya no puedo... ya no puedo —se quejaba la voz de una jovencita en medio de una total oscuridad—. Por favor... déjame descansar — suplicaba, y con cada palabra, la exhausta cadete saboreaba el sabor de la sangre en su boca, mientras su ansiedad por estar rodeada de nada más que oscuridad la hacía temblar y respirar agitadamente.

—No, levántate, aun no terminamos —contestó tajantemente la voz de Guttorm desde algún lugar de la habitación.

—Ya no quiero... ya no quiero.

—Dije que te levantaras.

Un rápido y fuerte golpe en las costillas de Darcy, quien yacía machacada a golpes en suelo, la hizo chillar fuertemente.

—Basta... basta.

—Levántate —la voz del cadete resonaba por la silenciosa sala sin la necesidad de que gritara.

Darcy intentó reincorporarse, pero antes de que pudiera ponerse de pie, una patada la derribó de nuevo.

—Levántate.

La muchacha se limpió la sangre de la boca antes de volver a intentar ponerse de pie, se apoyó en ambas manos para levantarse y logró enderezarse por completo antes de sentir otro golpe justo detrás de sus rodillas, haciéndola caer sobre estas. Pero antes de volver a ser impactada, logró escuchar una ligera respiración ahora frente a ella, así que, en un movimiento rápido, la agotada jovencita se tiró a un lado para evitar el golpe que su hermano estaba a punto de propinarle. Sin embargo, ya no le quedaron fuerza para volver a ponerse de pie, o siquiera para intentarlo.

—Bien, terminamos por hoy.

De un momento a otro, la oscuridad fue remplazada por luz que segó momentáneamente a la chica en el suelo.

Darcy intentó cubrirse el rostro con un brazo, pero este no parecía responderle, por lo que solo se mantuvo con los ojos fuertemente cerrados, aunque realmente sentía un gran alivio de ver la luz después de varias horas.

—Y decías que yo era despiadado en los entrenamientos —habló Awrel con tono divertido mientras se acercaba a la casi inconsciente castaña—. A ver, te ayudo —el cadete extendió su brazo hacia el pequeño cuerpo en el suelo, pero este no respondió.

Guttorm se acercó también y con mucho cuidado metió su brazo por debajo de los hombros de Darcy y el otro detrás de su cabeza para después sentarla con delicadeza.

Solo entonces los oscuros ojos de la joven se abrieron poco a poco hasta lograr adaptarse a la luz.

—Ya no quiero regresar a esta habitación —dijo con los ojos vidriosos a sus hermanos.

—Te dije que sería difícil, pero que valdrá la pena —recordó Guttorm con una voz tan suave que la delgada muchacha no podía creer que tan solo unos minutos atrás, este le había dado la peor paliza de su vida—. Esta habitación ayudó a Awrel con su temor a la oscuridad y estoy seguro de que a ti también te ayudará —el joven de cabellos azules mencionado asintió enérgicamente—. Solo llevas entrenando aquí cuatro días, no te puedes dar por vencida tan pronto.

Aithaus: El mundo oculto en el espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora