Ella entera es fuego; ella entera es veneno; ella entera es destrucción. Pero los peligros que se avecinan le ofrecen la oportunidad de redimirse por los crímenes que antes cometió.
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Darcy es una joven humana que después de traumáticos sucesos, s...
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Once años atrás
—¿Estás seguro que es aquí? —preguntó en un susurro al joven castaño que llevaba horas vigilando una antigua casa abandonada.
—Si, seguí al viejo hasta aquí, y no ha salido desde que llegó —contestó a su hermano, que acababa de llegar—. Además, Damián salió de ahí hace veinte minutos —agregó confiado.
—Bien, entonces entremos —dijo sin más el también castaño, confiando en las palabras de su hermano.
El más pequeño de los dos y quien llevaba horas analizando el terreno, asintió indicando que estaba de acuerdo.
Ambos jóvenes saltaron ágilmente las rejas traseras de la casa, cuidando de hacer el mínimo de ruido. Rápidamente y de forma sigilosa, se escondieron en las pequeñas jardineras que rodeaban la vieja casa, intentando descifrar lo que pasaba adentro.
—¡No! ¡Por favor, no! —unos lejanos gritos salieron de adentro, haciendo tensar a los dos jóvenes y distrayéndolos del plan que estaban elaborando para entrar—. ¡No, suéltame! —los gritos eran de completa desesperación y era una voz que el mayor de los castaños conocía a la perfección.
—¡Darcy! —exclamó desesperado, y sin pensarlo más, se dirigió a la entrada principal, derribándola de una patada.
—Jano, espera —su hermano menor lo siguió, intentando calmarlo—. Tienes que tranquilizarte, no sabemos cuántos hombres hay arriba —susurró, mirando de frente a los azules ojos de su hermano.
—¡Por favor no! —el llanto de la muchacha se escuchaba débil y provenía de los pisos de arriba.
—No me importa, debo salvarla.
Justo en ese momento, un hombre de edad madura bajó corriendo las escaleras con un arma de fuego en sus manos.
Sin pensarlo dos veces, el hombre disparó en contra del mayor de los hermanos; Jano, que era quien se encontraba más próximo a él. El castaño esquivó la bala ágilmente y se abalanzó en contra del atacante.
—¡No!
El llanto que provenía de arriba, distrajo al joven, dando ventaja sobre él a su oponente, y recibiendo un golpe en la mandíbula, que de inmediato comenzó a sangrar. El menor intervino, propinando una patada en el pecho de aquel hombre.
—Ve, yo me encargo de él —alentó el más joven.
—Bien, ten cuidado Jay—accedió deprisa el más grande y alto de los dos.
Jano subió corriendo las escaleras hasta llegar al primer piso, en donde se encontraban tres puertas diferentes. El desesperado joven abrió cada puerta de golpe, sin dar con el paradero de su amiga.
—¡Por favor!
El llanto de la chica retumbaba por todas las paredes, haciendo difícil su búsqueda. Rápidamente, el ojiazul se dirigió al último piso, intentando seguir el llanto de la joven cautiva.
En el último piso, se encontró con una vieja mesa de madera junto a unas sillas a juego y detrás de esto, dos puertas más.
—¡Por favor, por favor, por favor! ¡¡NO!!
Las desgarradoras suplicas de su amiga lo guiaron a la segunda puerta. El joven angustiado abrió la puerta de un sólo golpe, y ahí estaba; por fin había encontrado a la chica que llevaba días buscando con desesperación, pero se quedó de piedra al instante.
La apenas adolescente, se encontraba en el suelo, boca abajo, con la blusa que alguna vez fue rosa y que ahora era casi café, desgarrada, revelando la suave piel de sus hombros, mientras que un joven que rondaba los veinte años, la mantenía atrapada entre su cuerpo y el frío suelo, besando de forma asquerosa y desagradable su nuca, mientras mantenía los brazos de la muchacha estirados a los lados, aprisionados con sus manos.
El joven castaño se llenó de ira al ver tan despreciable y desgarradora escena; un dolor inmenso golpeó su corazón, mientras que la sangre comenzó a hervir dentro de su ser. Y sin pensarlo, quitó de encima al repugnante joven, tomándolo de su pelirroja cabellera, seguido de un golpe furioso en el centro de su rostro.
La asustada chica rápidamente se escabulló hacia el rincón que había sido por algunos días, su mayor refugió. La frágil jovencita intentó acomodarse lo poco que quedaba de su blusa, mientras intentaba controlar sus lágrimas.
Jano por su parte, se encontraba descargando su rabia contra el pelirrojo, el cual, no era muy hábil para pelear, así que por más que intentó, no pudo defenderse de los violentos golpes del castaño; su rostro pronto se bañó en sangre, dejando apenas ver un poco de su pálida piel.
—Jano, basta —jadeó el menor de los castaños, que acababa de llegar a la fría habitación—. Debemos irnos —indicó, acercándose a la traumatizada chica del rincón.
Darcy se estremeció en cuanto el chico se acercó a ella, intentando alejarse inmediatamente.
—No temas pequeña, no te haré daño —intentó tranquilizar el menor—. Puedes confiar en mí.
Pero esas palabras provocaron el efecto contrario; Darcy había escuchado esas mismas palabras del sujeto que ahora estaba siendo molido a golpes.
—¡Jano, tenemos que irnos! —Jay se acercó a su hermano, quien se encontraba fuera de sí, golpeando sin control al joven pelirrojo.
Con esfuerzo y llevándose un par de golpes, logró apartar a su hermano del inconsciente y ahora desfigurado sujeto.
—Tenemos que sacarla de aquí, ahora —advirtió casi sin aliento el más joven, señalando con la cabeza a la temblorosa joven—. Tenías razón, tienen armas no humanas —comentó mientras presionaba su hombro izquierdo.
Sólo entonces, el mayor notó la gran herida que estaba en el hombro de su hermano.
—No es gran cosa, puedo soportarlo —tranquilizó Jay al ver la mirada preocupada de su hermano—, pero tenemos que salir de aquí; el viejo escapó, y posiblemente, pedirá ayuda.
—De acuerdo.
Jano se acercó a la asustada muchacha lentamente.
—Ya estoy aquí, no hay nada que temer, yo te protegeré —dijo con voz calmada.
Por primera vez en días, la joven se sintió segura; la voz de Jano era dulce y tranquilizadora, además de ser el primer rostro conocido que veía en mucho tiempo. El cansancio y todas las emociones que llevaba encima, cayeron de golpe sobre ella, haciéndola caer inconsciente de inmediato.
—¡Darcy! —el joven la sostuvo inmediatamente, y después de verificar el pulso de la muchacha, se tranquilizó y la levantó tomándola en sus brazos.
—¿Ahora, a donde iremos? —preguntó angustiado Jay a su hermano.
—La llevaremos a Sikkedium.
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Nota de autor:
Bien, pues ahora sí, es momento de ver los inicios de Darcy en Sikkedium, por fin veremos quién es Jano y porque es tan importante en la historia.
Todo con calma y poco a poco se irán atando cabos.
Espero estén disfrutando de la historia, aún falta un gran camino que recorrer.