17. Dulces pesadillas

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Presente

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Presente

¿No es así, "D e s t r u c t o r a"?

Imágenes de personas corriendo y gritando aterradas, mientras varias chozas se incendiaban vinieron a mí de golpe, haciéndome retroceder y provocándome una pequeña punzada de dolor.

El bullicio desapareció de pronto y podía sentir decenas de ojos atentos a mí.

—¡Que sujeto más loco! —reí— ¿Siempre dice tantas estupideces? —pregunté al coronel en tono divertido.

Zirked me miraba dudoso y no contestó de inmediato, después miró hacía el anciano dentro de la celda y soltó una pequeña carcajada.

—Si, no sé de dónde saca tantas idioteces —coincidió el coronel—. Todos los días es algo nuevo con él —contó mirando con desprecio la celda.

El canoso anciano ya había quedado silenciado por la celda, pero se podía observar cómo gritaba desesperadamente en un intento de ser escuchado.

«Tienes que deshacerte de él, si no quieres que se sepa tu "secretito"»

Sacudí mi cabeza discretamente para hacer desaparecer la desesperante voz que me atormentaba.

—Bueno, pues veo que tiene todo bajo control aquí Coronel, no creo que sea necesario mirar nada más —cambié de tema—. Pero aún me quedan algunos temas que tratar con usted en privado ¿Me regalaría unos cuantos minutos de su tiempo? —hablé cortésmente.

—Por supuesto, Presidenta —aceptó amablemente el corpulento hombre—. Por aquí —indicó con su mano otro de los pasillos.


✵✵✵


Tal como esperaba, hablar sobre el tema del Real Consejo con Zirked fue bastante fácil y accedió gustosamente a todas mis peticiones. De la misma forma, el Mayor Kei, líder del sector 12, aceptó sin objeciones la nueva forma de trabajo e incluso, habló sobre ciertos desacuerdos que tenía con los generales, lo que aumentaba mi sospecha de que no todos los líderes estaban totalmente de acuerdo con las prácticas y creencias del Real Consejo.

—Presidenta, ¿no prefiere descansar por algunas horas? El viaje aun será largo —comentó Aryzard que se encontraba en los controles de la nave.

—Estoy bien, no me siento para nada cansada —dije desde los pequeños y curiosos asientos en la parte de atrás de la nave—. Además, aun no termino con esto —informé refiriéndome a los informes que el Mayor Kei, emocionado con la nueva forma de trabajo, me proporcionó sobre su sector.

—Puede continuar después de dormir un poco —sugirió girando brevemente hacía mí.

—No es necesario, ya te dije que estoy bien —reiteré intentando no irritarme.

Aithaus: El mundo oculto en el espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora