El desastre en el jardín era impresionante. El silencio parecía un dulce sonido luego de tanta explosión, de tanto metal haciéndose añicos y cayendo, quebrándose inevitablemente ante la fuerza de un saiyajin. Los esposos Briefs se miraron y no pudieron reprimir una risa nerviosa, parecía un milagro que nada de aquello hubiera tocado la casa. Volvieron la mirada a la pareja que se alejaba en dirección a la enfermería, su hija parecía tener los ojos fijos en el príncipe que caminaba sin dificultad. Uno de los circuitos restantes que lanzaba sus últimas chispas por fin logró encender lo poco que quedaba. Antes de que los esposos pudieran asustarse el humo negro surgió y se elevó manchando las nubes blancas que se marcaban en el cielo. Los extintores de emergencia bastaron para apagar las flamas, pero eso no evitó la llegada de los bomberos, policía y al menos tres reporteros que perseguían noticias. Pronto hubo todo un círculo de curiosos tratando de acercarse a la corporación Cápsula.
Pero el señor Briefs despachó a todo el mundo con la mayor tranquilidad del mundo. Con su infaltable cigarrillo salió a agradecer a bomberos y demás buenos agentes que estuvieron dispuestos a ayudarlo. Con su buen trato característico rehusó cualquier entrevista, señalando que su hija daría sin falta una explicación a todo lo acontecido. Sonriente llamó a su alegre rubia para que lo acompañara, ya había desplegado a varios robots de limpieza y estaba seguro de que se merecía un buen trago junto a su esposa. Panchy sonreía con pena por haber alarmado a tantas personas. El teléfono no dejó de sonar en toda la tarde, todo conocido la llamó, algunos con hambre de un relato que contar, otros con un alto grado de buen sentido del humor.
Bulma despertó en su habitación. Tuvo claro quién la había llevado hasta allí, pero no sabía cuánto tiempo había pasado desde lo sucedido en la enfermería. Se incorporó levemente, frotándose los ojos. Ahí, junto a la cama estaba Vegeta.
El saiyajin estaba ordenando sus ideas. Su cámara de gravedad no estaría viable en días. A parte de eso, todo marchaba siguiendo ningún plan. La mujer que reposaba acababa de entregarle más de lo que había ofrecido en un inicio, más de lo que él mismo se atrevió a imaginar: un legado. La belleza de quien dormía le distrajo otra vez. Podía entender su calma, una figura delicada que parecía recortada contra las sábanas color pálido. El cabello azul se derramaba sobre los hombros. Los pliegues de su sencillo pijama se pegaban mucho a la tersa figura blanca. Serena, dormía y se removía en sus sueños. Entonces ella despertó. Un bienestar pareció alojarse en ella cuando sus ojos azules lo encontraron tan cerca.
Entre ambos habían logrado construir un tipo de armonía. Una complicidad, un grado de confianza que se logra muy pocas veces en la vida. Claro que esa armonía soportaba sus dificultades. Bulma no tenía la menor idea de todo el alboroto que provocó la destrucción de la cámara de gravedad ni mucho menos esperó el tremendo problema que tendría con los medios, su padre con toda gentileza le delegó el asunto de la explosión. En cuanto revisó su celular no podía creer la cantidad de mensajes y llamadas perdidas, todo reportero de la ciudad la seguiría sin darle un respiro si no daba una explicación creíble pero inocua. Toda pregunta que respondiera daría lugar a otra y otra. Con desgano dejó caer su rostro contra una almohada. Al parecer su querido padre no le iba a permitir escapar de sus obligaciones ni siquiera un poco. Y solo podía confiar con su propia capacidad para mentir y salir airosa. Con el celular timbrando Bulma se dirigió a tomar una ducha, ese trabajo le llevaría el resto del día y eso era precisamente a lo último que quería dedicarle su atención. Dejó al saiyajin en la cama, insistiendo que durmiera y recuperara energías. Quería cuidar de su pareja y asegurarse de que reposara como había hecho en veces anteriores. Quería vigilar su recuperación. Quería disfrutar de ese momento, disfrutar de todo cuanto había sucedido en las horas recientes. Todavía podía sentir las manos de su hombre trazando esos símbolos misteriosos sobre su piel, quería retener esa sensación que la hacía estremecer. El príncipe ya sabía que tendrían un hijo y aquello lo satisfacía. Quería permanecer en ese pequeño mundo apartado donde solo habitaban los dos como pareja, y no podía.
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EN EL PRINCIPIO, EN EL FIN
FanfictionHabía en un inicio un príncipe llamado Vegeta, este comenzó su vida como el heredero de una de las razas guerreras más poderosas, era una persona fuerte, valiente, pero con un carácter que pocos se atrevían a tolerar. Este fue un niño muy peculiar...