capítulo 25

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Los amantes pasaron el resto de la tarde juntos. Cualquier otra persona habría abrazado a Bulma y dejado que llorara mientras acariciaban su espalda o su cabello, confortando habrían recitado palabras de consuelo. Pero estaba al lado de un saiyajin, él la conforto como solo él podía hacerlo: compartiendo su fuerza, sus conocimientos. No le dijo ni una sola vez que todo estaría bien, no le dijo que ella contaba con su apoyo, no profirió insultos, no hizo juramentos. Ni escucho palabras como las que su madre había empleado "mi pobre Bulmita". Nada de eso que sería completamente normal, al menos para un humano. Ahora se encontraba en su cama estrechando a un hombre frío y fuerte que en ningún momento le mostro compasión, o siquiera se mostro posesivo, porque se podría esperar que vociferara frases como: "oye tú, quita las manos de MI mujer". Tampoco hubo regaños, bien pudo hacerlo, podía imaginarlo: "como caminas sola con un extraño", "por qué no eres más discreta en tu vestimenta, vas por ahí exaltando las miradas", podía reprenderla sin conocer la verdad que escondía su atacante. También podía echarle en cara su debilidad, pero no, Vegeta no hizo nada de eso, dejo que ella desahogara su frustración en su propia piel y ahora estaba más tranquila, escuchaba el corazón del príncipe que le concedió un descanso de aquel improvisado entrenamiento, lo estrechaba y suspiraba cerrando los ojos y pensaba en todas las cosas que pudieron ocurrir y no sucedieron. Dejó que sus manos pasearan por el fornido torso sonriendo levemente, entonces encontraba las marcas de su entrenamiento. Nuevos raspones, moretones, señas de futuras heridas. Suspiró otra vez y comparó sus lesiones a las de él. Y encontró que no había punto de comparación. Vegeta la estrechó más y Bulma se acomodó en sus pectorales buscando un sueño reparador.

En la misma Corporación Capsula los esposos Briefs se encontraban. Ambos guardaban diferentes preocupaciones por lo sucedido. El científico estaba en un estado entre molesto y aliviado. Su hija estaba a salvo, pero no sabía a qué costo. Solo tenía fragmentos incomprensibles de lo sucedido ese día, desconocía los pormenores y eso le estresaba. Panchy lo convenció de permitir a la pareja mantener un tiempo más de reclusión en la habitación de su heredera, finalmente la propia Bulma les explicaría la situación después de reponer sus fuerzas. El científico no se opuso al pedido de su esposa como era su costumbre, pronto obtendría las piezas faltantes a su rompecabezas, le dio la razón a su rubia mientras le pedía que le acompañara con una bebida, así pasarían el rato. Quitando su corbata se disponía a relajarse, pero su cerebro no le dejaba en paz, qué habría sido todo eso? por qué el propio Vegeta tuvo que ir por Bulma? Qué haría en cuanto la policía viniera a preguntar sobre el paradero de su hija y el cómo llegó a la corporación?

Como invocados con el pensamiento llegaron a tocar su puerta. Una reluciente patrulla esperaba en la entrada a su casa demandando hablar con la señorita Briefs sobre el desastre en las nuevas instalaciones de energía, debían llevarla de forma inmediata a declarar. Lo primero que hizo el científico fue tranquilizarse, el padre de Bulma era un hombre amable, pero también era un individuo poderoso. Salió para hablar en persona con los oficiales, en parte para no insultar a los oficiales, en parte para recordarles con quién hablaban. No les permitió entrar, ni mucho menos les permitió ver a su hija, pero les aseguró que ellos mismos irían a la jefatura de policía, pero sin una orden oficial era imposible que hablaran con Bulma. Para los oficiales era algo difícil de manejar, por una parte estaban sus órdenes, por otra el sentido común, estaban lidiando con uno de los hombres más adinerados del planeta, y en la sociedad el dinero puede ser más letal. Desanimados los policías se retiraron pero se aseguraron de que quedara claro que la señorita Briefs asistiría voluntariamente a dar sus declaraciones.

Era el momento de hablar con Bulma. Para su madre era algo injusto molestarla tan pronto. Vegeta se molestó en cuanto tocaron a la puerta, pero no se quedó al margen de la conversación, bajó junto a la humana para conocer las razones de los individuos que atentaron contra su mujer. Observó a los humanos sentarse en los sillones, los observó incómodos y reacios a iniciar la verdadera conversación. Con paciencia que ya no tenía tuvo que esperar a que pasaran los minutos hasta que al fin su humana comenzó su relato. Todo aquello resultaba ser un golpe en contra la mismísima Corporación Capsula, atentaban contra la vida de su futura directora y contra su nuevo proyecto.

EN EL PRINCIPIO, EN EL FINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora