Capítulo 48 Gobernado por la voluntad

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Esa pregunta retumbo en el cerebro de Bulma. No opuso resistencia cuando el saiyajin le cubrió la boca y la llevo para cubrirse detrás de unas rocas. Sin pretenderlo la científica comenzó a asustarse. Bulma sintió el impulso de regañarse a sí misma, hasta hubiera deseado que el saiyajin la sermonee, eso hubiera sido preferible al terrible silencio en que se encontraban. Desde que abandonaron el vehículo explorador 1 la humana no quiso imaginar en qué clase de problema se habría zambullido de cabeza mientras la pregunta volvía a repetirse la pregunta como un eco en su mente: por qué Vegeta entrenaría allí? Por lo aislado? O tal vez sería porque era un sitio peligroso? Intentó mirar al techo de la enorme cueva central sin conseguirlo, entonces comenzó a preocuparse más, a qué profundidad se encontraban?

Súbitamente se escuchó un ruido, algo similar a aleteos, pero eran tantos que se intensificaron, incrementando su sonido hasta hacerse estridente, ensordecedor. De haber podido Bulma hubiera gritado, si no fuera que el saiyajin la sostenía y cubría su boca. La miró con gesto severo para que se quedara quieta. La ojiazul trató de mantener la cabeza fría. En el peor de los casos, estaba junto a un guerrero que podía destrozar una pared de roca para sacarlos volando. Pero si eso era cierto, por qué Vegeta no lo hacía?

El ruido era demasiado para la humana, pero tuvo que soportarlo hasta que acabó por completo. El fluir del agua volvió a ser lo único que reinaba en el ambiente.

Bulma suspiró cuando pudo verse libre de la opresiva mano que le impedía hablar, quiso preguntarle a Vegeta que fue todo aquello, pero volvió a verlo demasiado atento a su alrededor. Ahí supo que el problema en que estaba involucrada era mayor al que imaginaba. Para incrementar sus preocupaciones el nivel del agua incrementaba a cada minuto, ya cubría sus tobillos y continuaba subiendo.

Al no escuchar ningún otro sonido el saiyajin volteó a mirar a la mujer. Estaba asustada aunque intentaba no demostrarlo, aquello le pareció gracioso porque ella continuaba sujetándose de su brazo haciendo una presión constante. Procuró ser muy breve en su explicación – dentro de poco este lugar se inundará. Como bien has visto no podrás dar uso a los vehículos que traes por el magnetismo en esta zona, anula el funcionamiento de las máquinas. Así que deberás seguirme y obedecer mis indicaciones. Ahora vámonos.

Bulma ni pudo asentir que Vegeta ya estaba en marcha, la condujo por pasadizos bastante angostos mientras el agua casi llegaba a sus rodillas, con las rocas sobresalían dificultando el paso. La mujer que caminaba detrás suyo no pudo reprimir la pregunta – podrías abrir un camino? Saldríamos de aquí en un momento.

–Que ingenua – dijo el saiyajin sin dejar de avanzar– esta zona es muy inestable. Unos muros son casi irrompibles, otros no. Además una explosión podría derrumbar varios túneles y podríamos quedarnos aquí indefinidamente – señaló comenzando a tropezar por el agua que ya cubría su cintura – si logramos subir lo suficiente podré sacarte de aquí en menos de una hora, pero debemos darnos prisa – dijo permitiendo que ella sujetara su hombro mientras avanzaban por ese incómodo y estrecho lugar. Le pareció curioso que la mujer ya no preguntara más. Lo que no le gustaba era el temblor en la mano que se sujetaba de él. Eso delataba el verdadero estado de ánimo de la humana que se esforzaba en avanzar esquivando las rocas, tropezando y sujetándose cada vez más fuerte del hombre.

Bulma hubiera querido pedirle que la cargara, pero el espacio para transitar era insuficiente para intentar hacerlo, las rocas entorpecían cada paso dejando el espacio mínimo para moverse. Temblaba por el frío del agua que no dejaba de empujarla, temblaba por la oscuridad que se tragaba el haz de luz de la linterna, pero más que nada temblaba por la urgencia del hombre por sacarla de ese lugar. Comenzó a temblar más cuando el agua subió hasta casi cubrir sus hombros. Para ese entonces iban cuesta arriba y cada movimiento era más difícil, requería fuerza, concentración, destreza, agilidad, todo aquello iba en notoria disminución en la humana. Llegaron a una pared de roca que Vegeta podía escalar sin problemas, pero Bulma se encontraba en su límite. El príncipe optó por otro camino con la inundación casi completa, el agua empujaba a la ojiazul que trataba de mantener la cabeza a flote mientras intentaba iluminar su camino con la linterna.

EN EL PRINCIPIO, EN EL FINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora