capítulo 35

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En su paseo Bulma trataba de mantener la mente despejada y libre de problemas. Su peinado había perdido forma pero no le importaba. Contemplaba el cielo y se sentó distraídamente en una de las bancas del jardín. Un repartidor llegó trayendo los repuestos y su padre se encargó de estos, por supuesto también se encargó de la reparación de la cámara de gravedad dejando a su hija sin nada que hacer.

Pero Bulma no se quejó, le agradeció a su padre y se alejó para seguir tomando el sol. Había cambiado su arrugado vestido por otro del mismo color. Luego se aprovisionó de una bebida fría y se dedicó a seguir disfrutando del buen clima.

El polvo se levantó repentinamente y el viento despeinó todavía más los rizos azules, la científica se alarmó casi dejando caer su bebida por accidente. Un peleador con cicatrices en el rostro se presentó en frente de ella.

–Yamcha...– dijo la ojiazul algo fastidiada tratando de acomodar algunos de los cabellos que entorpecían su vista.

El tono desganado de la mujer no sorprendió al peleador. Él se acercó y tomó asiento a su lado, parecía tratar de encontrar las palabras que buscaba desde que saliera de su casa.

–Bulma... quería ver cómo te encontrabas.

–Me encuentro muy bien Yamcha, lo puedes ver tú mismo, no es así?

El joven de melena negra la cuestionó con la mirada – te he llamado varias veces y no has mandado ni un solo mensaje Bulma – reprimió un suspiro para continuar – no quería nada más que saber sobre ti, después de todo lo que ha pasado estaba preocupado. Eso era todo – señalo guardando un tono acusador – pero, luego me entero que no solo me has hecho a un lado a mí, sino también a la oficina, a tu trabajo...

–Y tú como sabes eso? – la voz molesta de la mujer no logró sobresaltar al peleador mientras ella se ponía de pie – estabas vigilándome otra vez? Mira Yamcha...

–No, no puedes fingir enojo conmigo– el pelinegro la enfrentó también de pie – te conozco Bulma, no estás molesta.

Bulma casi se volteó aparentando enojo – y qué sabes tú?

– Sé mucho, sobre ti sé mucho – antes de que ella pudiera interrumpirlo él continuó con un tono más severo – y es por eso que me preocupas. Deja de lado el rompimiento. No menciones nuestra historia. No involucres a quien tienes a tu lado, ni tampoco pongas otra cosa como escudo. Esto no tiene nada que ver, y lo sabes.

La mujer quedó sorprendida. Estaba casi sin defensas – no entiendo, no sé qué es lo que quieres Yamcha – dijo volteando y volviendo a su bebida para humedecer los labios.

–Si sabes bien a qué me refiero –dijo casi enojado para otra vez quedar frente a ella – decías que estabas muy ocupada en estos días, no es así? Tenías mucho en tus manos, eso es lo normal en ti, trabajas y te dejas absorber por ese trabajo. Pero ahora sé que no estás actuando como tú misma, me equivoco? no hablas con nadie, apenas sales de casa y no necesito más evidencia que esta: también has dejado tu trabajo por completo. Donde están tus proyectos? Donde están tus planos y herramientas que cargabas a todos lados?

Bulma estaba descubierta –y qué pasa si quiero un descanso? No tengo por qué dar razones a nadie.

–Verte absorta en tu labor era algo maravilloso Bulma – dijo con más premura – era algo muy primordial para ti, casi siempre estabas manipulando los circuitos como una artista moldearía arcilla, y creabas tantos objetos casi imposibles de soñar. Verte trabajar era gratificante, y sé que para ti era difícil mantenerte quieta. Te llenabas de ansiedad. Siempre estabas anotando ideas, o estabas imaginando, como una persona normal viera formas en las nubes tú veías nuevos objetos en cada lugar al que fuimos. Ahora atrévete a decir que estoy equivocado.

EN EL PRINCIPIO, EN EL FINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora