Capítulo 1

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2 años después.

Un rayo de luz que entraba por la ventana, daba calor en mi piel y me hizo despertar.

Hoy era el día que iba hacer mi prueba de aptitud, estaba aterrada y emocionada a la vez. Por fin iba a tener la oportunidad.

Me levanté de la cama para empezar a prepararme, decidí ponerme un pantalón largo de color azul marino y una blusa olgada azul claro, acompañado de unos botines blancos. Mi cabello iba a ir recogido en una coleta baja y dejando dos mechones sueltos al frente.

Añadí un poco de maquillaje y salí de mi habitación para ir a la cocina donde estaban mis padres y mi mejor amiga; Camille.

Ella tenía una habitación en mi casa desde que sus padres se separaron y su madre muriera. Mis padres le tienen un gran cariño y la hospedaron aquí desde hace un año, tiempo después de que salí de la enfermería.

Yo estaba por cumplir 18, para mi edad, ya debería haber pasado la Ceremonia y elegir. Terminé mis tratamientos y ya soy libre, sólo que mis padres me tratan con mucho cuidado, cómo a una muñeca de porcelana.

Aunque, en realidad, a veces tenía ventajas y me aprovechaba.

–Buenos días–Dije y me acerqué a la estantería para sacar un vaso y servirme agua, tenía mucha sed.

–Buenos días, Elle.–Dijo mi padre.

Ese era el apodo por el cuál me llamaban. Principalmente, así me llamaba mi ex novio.

Me senté en la silla del comedor y me preparé un emparedado, comí con rapidez por lo nerviosa que estaba, fui a  cepillar mis dientes y ya por fin estaba lista para irme con Camille.

–¡Adiós, Pa!–Dije.

Salimos de casa juntas y vimos a muchas personas caminando a nuestro lado, chicos de Erudición que hoy también harán su prueba de aptitud.

Algunos se veían nerviosos y otros muy confiados de sí mismos.

Al llegar, teníamos que colocarnos en filas. Caminé por detrás de personas de otras facciones; primero estaban personas con vestimenta amarillas y rojas que pertenecían a Cordialidad, en sus rostros siempre había una sonrisa y vivían en paz. Luego personas vestidas de blanco que pertenecían a Verdad, ellos eran personas que decían lo primero que pensarán. Tercera fila era Abnegación, con sus tonos grises en la vestimenta, eran ayudantes e invadientes a la vanidad.

Realmente no entendía eso, ellos siempre lo veían con egoísmo sí pensaban en ellos mismos antes que a los demás.

La que seguía era Osadía, ahí pertenecían los valientes, además eran personas fuertes y ruidosas. Y por último, la fila de Erudición; personas de vestimenta azul, los cabeza llenas de información.

Me coloqué en la fila y detrás de mí, Camille se colocó.

–No estés nerviosa, todo saldrá bien–Dije para mantener un ambiente tranquilo con ella.

Sentía un nudo en mi estómago.

Miraba hacía el suelo tratando de relajarme un poco pero un sonido agudo me llamo la atención. Era un chillido de las vías del tren, venían los osados.

Se tiraban del tren y caían en el poco césped que había, hasta correr pasando a mi lado izquierdo y llegar a hacer la fila que les correspondía.

Ellos eran personas vestidas de negro con tatuajes y piercings en sus orejas o rostro. Personas que aparentan no tener miedo o eso creo.

Los consideraban los héroes de la ciudad, ellos eran quiénes vigilaban las calles y el muro que rodeaba la ciudad.

Una enorme puerta se abrió y todos entramos, no caminamos mucho ya que vimos como una mujer delgada apareció frente nosotros.

–¡BIENVENIDOS A TODOS!–Dijo la mujer con un tono de voz alta y una gran sonrisa.

Nos guió a un salón y empezamos a tomar asiento.

Juntos en esta vida y en la siguienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora