P R O L O G O

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La verdad es que no sabía qué era peor.

Por un lado estaba el hecho de tener que soportar otro año más al profesor Finnegan que parecía estar empedernido con hacer que todos nos volviéramos genios absolutos de las matemáticas, y por el otro, tener a la loca que se hacía llamar mi mejor amiga sentada a un lado y sin poder hacer nada para que cerrara la boca al menos unos minutos en lo que trataba de relajarme.

-Y entonces el bendito gato de la vecina se cayó del árbol. Pero antes les dije que no se preocuparan porque ellos siempre caen de pie, ¡¿Pero sabes qué pasó?! ¡El muy asqueroso felino no cayó de pie! Aish, porque tal parece que nació con un problema mental y... !

Definitivamente el peor castigo era Hanji.

Traté en lo posible de no prestarle atención, algo que ya me resultaba de lo más fácil del mundo después de varios años de experiencia. Sin embargo, los múltiples gritos y las conversaciones treinta tonos más alto que estaban llevando a cabo los demás idiotas que pertenecían a mi clase, no me permitían siquiera poder terminar de leer el primer párrafo de mi libro porque simplemente no podía concentrarme.

Maldije internamente al profesor, pero sobretodo al director por habérseles ocurrido justamente ahora tener una charla para tratar algunos inconvenientes respecto a los programas, cuando saben bien que la mayoría de los estudiantes son unos ineptos que aprovechan hasta la más mínima ausencia de autoridad para comenzar con su típico parloteo que consistía más que nada en chismes de todo tipo, además de algunas críticas por parte de las mujeres e idioteces respecto al equipo de fútbol (hechos por los mismos cavernícolas que forman parte de él) y comentarios acerca de alguna fiesta llena de alcohol y drogas que se llevaría a cabo en casa de x persona, que puedo asegurar, ni siquiera conocían.

Tomé de nueva cuenta mi libro, decidido a intentar leer a como diera lugar ese bendito párrafo. Sin embargo, los múltiples tonos que indicaban la presencia de notificaciones en los teléfonos retumbaron en casi todo el salón por parte de los móviles de absolutamente la mayoría de mis compañeros, incluso el de la misma Hanji quien lo sacó enseguida de su bolsillo para ver qué le había llegado.

Al instante pude escuchar esos tan conocidos murmullos para nada disimulados y una que otra burla por parte de Jean, el capitán del equipo de fútbol y el tan reconocido matón de la Universidad, que reía verdaderamente como una hiena enferma.

La verdad es que ni siquiera me molesté en prestar más atención a lo que se estaban comentando entre ellos, ya que de antemano sabía cual era la causa de aquel revuelo.

Los correos de chismes que se daban una vez al mes. Ajá.

Desde que asisto a está Universidad que la costumbre de los correos no se ha perdido por nada en el mundo. Está consiste en que cada primero de mes todo el alumnado, inclusive los de años más avanzados, recibían en sus cuentas de correo personales un archivo de un usuario anónimo que contenía todos los rumores nuevos que se daban dentro de la institución. Desde posibles nuevas parejas, infidelidades, cosas vergonzosas y demás.

Contenido que resultaba bastante atractivo para la mayoría, ya que había escuchado en más de una ocasión como algunas chicas contaban los días para que llegaran esos benditos primeros de mes para enterarse de lo que andaba ocurriendo entre los estudiantes de la Universidad Whitesey. Cosa que a decir verdad, me parecía de lo más aburrido e idiota de todo el universo.

Y es que no era que no me interesara lo que ocurría (aunque si, no me interesaba nada de nada de lo que pasaba con las vidas de los demás) pero me resultaba tan hipócrita y poca cosa leer esos malditos correos que lo único que hacían eran violar descaradamente la privacidad de alguien para dejarlo en ridículo, que era lo que mayormente pasaba, o algo por el estilo. Sin mencionar que algunos no eran reales, sino simples hechos inventados que al final del día lo único que hacían era dejar mal parados a sus protagonistas.

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