Capítulo 21 [part 2]

9.7K 1.1K 2.6K
                                    

Me quiero matar.

Y no, no es que se me hubiese venido lo suicida justo ahora. Aunque tampoco era una mala idea sí lo reconsideraba con más detenimiento.

Lo que pasa es que, debido a la preparación del evento, a Yelena se le había dado por mandarme la tarea de buscar información sobre sucesos históricos de gran relevancia, y que sobretodo fuesen interesantes, que hubieran ocurrido aquí hace varios años atrás para poder hacer folletos, los cuales después Pieck se encargaría de crear, editar e imprimir.

Y toda esa brillante idea suya había surgido solamente porque decía que yo era el único ser humano en toda esa jodida Universidad que pisaba la biblioteca con otras intenciones que no fuesen las de buscar libros de los cuales podría estudiar a último momento para un examen.

Cosa que me ofendió un poco, pero no es como sí pudiera negárselo de todos modos porque era una realidad.

Cuestión que, ante eso, a Hange se le dió la maravillosa idea de echarme una mano. Más que nada porque ese día no podría hacer su parte junto con Armin, ya que esté se encontraba contra la espada y la pared literalmente, al ser su aniversario con Leonhart. La cual no estaba abierta de ninguna manera posible a cualquier tipo de excusa, ya sea barata o razonable, como para cancelar la costumbre que tenían ambos de pasar todo ese día pegados como garrapatas. Por lo que Arlet tuvo que disculparse con algo de vergüenza y comunicarle que después acordarian en otra oportunidad para hacerlo.

Todo bien hasta ahí. Con la cuatro ojos nos dedicamos de buena forma a sacar unos cuantos sucesos y lo mejor es que al ser dos las cosas se llevaban a cabo más rápido pero otra vez, como sí fuese alguna especie de maldición propia de mis antepasados, el idiota de Porko tuvo que aparecer y notificarle que sí no podía hacer lo de las velas ese día, entonces que fuese a ayudar a las demás mujeres a armar esos benditos arreglos florales. Y al ser él el que tenía la última palabra, ella no pudo negarse. Aunque sí me susurró unas disculpas antes de irse, a lo que le respondí con un gesto que no se preocupara.

Pero lo cierto es que sí debía preocuparse, porque yo estaba preocupado. O más bien, enojado.

Y es que cuando me quedé completamente solo, me di contra la horrible realidad que era que estaba buscando información en vano porque, seamos sinceros, a los folletos siempre los terminan tirando por más estéticamente agradables que sean a la vista. Y más cuando lo único que tienen en su interior son acontecimientos de antaño que a nadie le interesa leer ni mucho menos saber en lo absoluto.

Lo que me hacía pensar sí Yelena me había mandado a hacer eso sólo porque quería vernos sufrir a cada uno de nosotros o porque de verdad era tan idiota que no se había planteado eso junto con el exceso de basura que seguramente produciriamos.

De todos modos, no tenía cómo quejarme. Así que sólo me dispuse a continuar haciendo lo mío, pero está vez con la ayuda de las computadoras y del maravilloso internet, porque aunque era partidario de la creencia de que los aparatos electrónicos te fundian las neuronas, también debía admitir que te sacaban de apuro en algunas ocasiones.

Lo malo es que debido al horario y a la horrenda iluminación de la biblioteca, tenía que recurrir a mis anteojos. Ya que el brillo de la pantalla era algo que no soportaba muchas veces, y la verdad es que no estaba en mis planes quedarme más ciego de lo que estaba.

Quizás lo único bueno que podía rescatar de está situación es que la biblioteca se encontraba totalmente vacía. Por lo que el ambiente estaba más calmado, incluso cómodo debido al tenue ruido de la lluvia afuera, aunque está me tenía un poco preocupado al temer que pudiera empeorar y ahí si que no sabría qué hacer para volver a casa sin sufrir en el camino. Pero bueno, supongo que ahora podía sólo dedicarme a pensar en positivo.

¿Escuchaste El Rumor? #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora