Capítulo 27

12K 1K 1.5K
                                    

—¿Puedes creer que recién ahora estoy cayendo en la idea de que soy gay?

Me fue inevitable no levantar la vista de mi libro, para poder ver a Eren que se encontraba apoyando sus brazos y mentón en el borde de la piscina, en la que estuvo practicando un extenso y buen rato, ya que se aproximaba la fecha del tan aclamado triatlón.

Y creo que mi expresión desencajada le estaba respondiendo absolutamente todo.

—¿Me estás diciendo eso en serio?

El idiota asintió como sí nada.

—Si, porque antes de ti siempre estuve con puras chicas y como que ninguna me hizo sentir nada más allá de lo físico.—Reflexionó, mirando hacia otra dirección con gesto pensativo.—Ahora que lo pienso... quizás siempre fui gay, y sólo tuviste que llegar tú para que me diera cuenta al cien por ciento. ¡Porque vaya que me haces sentir de todo!

Eso último había hecho que me sonrojara hasta el pelo.

—Creo que el cloro ya te afectó el cerebro—Le dije en tono neutro, recibiendo un puchero de su parte.—¡Ya! Deja de hacer esa cara de cordero degollado.

—¿Por qué? ¿Acaso te da vergüenza?

—Si, justamente por eso—Él me miró entre sorprendido y emocionado.—Vergüenza porque estoy dejando que un ridículo me bese.

Todo lo contrario a enojarse o algo por el estilo, Eren no perdió esa emoción en su mirada, incluso se puso a carcajearse como todo un loco mientras se dejaba caer de espaldas en el agua. Cosa que hizo que rodara los ojos pero aún así me permitiera sonreír levemente.

—Pues esté idiota te da los mejores besos de tu vida—Soltó una vez que hubo salido nuevamente para acercarse al borde de mármol y así poder mirarme con más detenimiento.

Para entonces, ya había cerrado mi libro y dejado a un lado.—Sí recuerdas que eres la única persona a la que he besado, ¿Verdad?

—Siempre lo tengo presente, bonito—Me guiñó un ojo con coquetería.—Y juro que seguiré siendo el único por el resto de tu vida.

—¿O sea que ya estás pensando en que seguiremos juntos en el futuro?—Inquiri, levantando una de mis cejas.

—No lo pienso, ¡Lo aseguro!—Me respondió con determinación, cosa que me hizo soltar una risa nasal.—Incluso nos casaremos y después te llevaré de viaje a las Bahamas.

—Ya estás desvariando, idiota.

—¿Tú crees? Puede ser. Me tomé como cinco latas de energizantes está mañana para poder mantenerme despierto durante las clases.—Hizo un gesto divertido con sus ojos.—En fin, quería decirte que tengo un regalo para ti.

Instintivamente lo miré curioso—¿Regalo?

Él asintió energético, haciendo una seña en dirección a su mochila.—Ve a abrirla, está ahí dentro.

De acuerdo, creo que debía admitir que apenas me dijo eso tuve la imperiosa necesidad de correr como todo un desesperado para poder ver lo qué era. Pero me abstuve de hacerlo, optando por mejor caminar como una persona medianamente normal hasta donde se encontraba tirada su mochila, para arrodillarme y abrirla con algo de impaciencia.

Y la verdad es que lo que había adentro me hizo sentir tan conmovido que no supe cómo reaccionar.

Porque allí, arriba de todos sus libros, se encontraba el peluche de un erizo. Con un lazo de color azul cielo haciéndole de collar y con los ojos cerrados como sí estuviese durmiendo. Y además de ello, contaba con otra característica muy peculiar que lo hacía totalmente distinto a Rasputín.

¿Escuchaste El Rumor? #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora