Capítulo 17

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—¿Sabes qué pateas mientras duermes?

A pesar de que lo había dicho con tono burlón, no pude evitar fruncir el ceño considerablemente a la vez que le propiciaba un golpe en el lado izquierdo de su cabeza. Lo que en vez de hacer que se quejara u enojara, hizo que se deshiciera en risas.

Ambos estábamos yendo de camino hacia la Universidad, sólo que de una manera un tanto peculiar.

Y es que cuando desperté está mañana (extrañamente de buen ánimo) e intenté levantarme de la cama, me di con la maravillosa noticia de que ni siquiera podía pararme, porque sí lo hacía casi al instante una fuerte y dolorosa punzada me atravesaba desde el trasero hasta mi columna, logrando que mis piernas temblaran e inevitablemente tuviera que dejarme caer en el colchón de nueva cuenta.

Obviamente, después de realizar semejante descubrimiento, desperté a Eren con una buena patada mañanera que lo hizo caerse desde su lado de la cama, y aunque me dolió bastante el sólo realizar esa acción, me regocije al ver su cara de sufrimiento mientras se levantaba para verme extrañado.

De verdad que eso había sido necesario por muy infantil que sonase.

Luego de eso, y de una conversación demasiado incómoda respecto a lo que me ocurría, tuve que permitirle que me ayudara a realizar mis actividades cotidianas antes de salir. Y con eso me refería a ducharme y cambiarme, otra cuestión que hice a duras penas ya que como nos habíamos despertado medianamente tarde, no pude pasar por mi casa a buscar otra muda de ropa y ni modo que fuese a clases con la de ayer; así que de mala gana, tuve que aceptar usar la ropa que el idiota me ofrecía aunque tuviera que colocarme un cinturón e incluso doblar la parte inferior de los pantalones debido a que me quedaban enormes y para colmo, largos. Y ni hablar de la camiseta.

Al menos Eren se había preocupado en hacer un simple desayuno para ambos en lo que él terminaba de prepararse a si mismo.

El problema llegó cuando salimos de su departamento. Ya que el sólo hecho de caminar por los pasillos, había logrado que lagrimeara un poco.

Y eso nos lleva a donde estamos ahora: Eren cargándome en su espalda mientras yo me sostengo de sus hombros. Decisión que fue tomada luego de una mini discusión entre ambos, que terminó ganando él porque de verdad no creía aguantar hasta que llegáramos.

—¿Y sabes que tú roncas como un jodido oso, maldito?—Repliqué con hastío, ganándome otra de sus carcajadas.—¡Ya deja de moverte! Me vas a tirar.

—Mmm ¿Te tengo qué recordar lo que decías ayer?

Al instante me sonroje, hasta el pelo—No, cállate y sigue caminando. Es una orden.

Él resopló divertido.—¡Lo que diga mi bonito!

El transcurso siguió de la misma manera. Hablamos de cosas triviales, por momentos me soltaba alguno de sus comentarios coquetos, y en otros me comentaba acerca de lo cansado que estaba con respecto a los entrenamientos y que no veía la hora de que llegara el sábado para culminar con todo eso de una vez. Después de todo, poco le importaba el resultado del partido.

De repente recordé algo.

—Oye, todo el alumnado está planeando festejar su premeditada victoria—Le dije, obteniendo una risa que más parecía un bufido de su parte.—Incluso estaban repartiendo volantes. ¿Puedes creer que Reiss nos entregó unos a Hange y a mi?

—Pues claro que me lo creo. ¿Te dijo algo?—Negué, a pesar de que sabía que no podía verme.

—Nos trató de forma dulce—Sonreí tenuemente al recordar sus gestos de incomodidad.—Por cierto, esto es pura curiosidad pero...

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