Capítulo 28

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Como nunca antes me estaba debatiendo a mí mismo sí era conveniente que me pusiera a reír justo en esos momentos.

Y es que digamos que me encontraba en una situación un tanto peculiar.

Ya que Eren estaba sentado en el lado izquierdo de la mesa de la cocina, temblando como uno de esos perros chihuahua; mientras que al otro lado, específicamente frente a él, se encontraba mi querido tío Kenny que no despegaba su mirada de asesino serial de él.

Pero ese gesto no había sido precisamente el que puso a Jaeger de esa forma, sino lo que había ocurrido antes de todo eso.

Y para eso, tengo que retomar los hechos desde un inicio. Precisamente a partir de está mañana cuando invité al idiota a que se quedara en mi casa como una forma de distraerlo debido a que se encontraba en uno de sus días malos; los cuales, para ser sincero, estaba teniendo bastante seguido por causa de su padre que, por lo que me contó, había llegado a la ciudad hace medianamente poco de un viaje de negocios y estaba actuando más molesto que nunca. Y eso sólo lo enfurecía y deprimia más a él, que ni siquiera yendo a su terapeuta lograba calmarse.

Porque sí, Eren había comenzado a ir a terapia como una forma de sanar sus inestables pensamientos producto de su pasado. Cosa de la que en verdad me alegraba ya que había sido una iniciativa muy grande de su parte en el proceso de querer mejorar.

Pero a veces las cosas eran más complicadas, y lo más gracioso es que en esos casos sólo le bastaba con recibir un poco de cariño para poder sentirse mejor. Y ahí es en donde entraba yo. Mismo motivo por el que no se negó a mi invitación.

De ahí todo bien. Llegamos a mi casa después de la Universidad, charlamos por un rato sobre temas triviales, logré que se le pasara un poco ese estado deprimente con el que cargaba, y justo cuando me disponía a calentar en el microondas un poco de la pizza que había quedado del día anterior mientras él se encargaba de buscar alguna película, es que de repente escuché un fuerte ruido proveniente de la puerta de entrada seguido de unos gritos que iban de entre furiosos a asustados. Por lo que tuve que regresar a la sala para ver qué era lo que estaba pasando.

Encontrándome con una escena digna de una película. Y es que Eren se encontraba parado frente al sofá con ambas manos levantadas como sí fuera un criminal atrapado, en tanto mi tío lo amenazaba apuntandolo con esa escopeta suya que debía tener más de una década, y de la cual mi madre siempre se quejaba de que debía dejarla en su propia casa cuando viniera de visita porque los vecinos se asustaban; pero él nunca le hacía caso porque alegaba que era una forma de protegernos. Sí, claro.

Como sí después no lo encontráramos en el patio colocando bolas de papel en el cañón para después disparar al aire.

Regresando al tema. Por obvias razones tuve que involucrarme en la situación, ya que Kenny en serio había creído por un instante que Eren sí se trataba de un ladrón que se había metido sin que nadie se diera cuenta, cosa de la que me aseguré de aclararle que no era el caso.

Sin embargo, cuando preguntó de quién se trataba entonces, al estúpido titán se le ocurrió decir como sí nada que era mi novio. Quizás pensando que con eso bajaría un poco la tensión del ambiente o algo por el estilo, sin saber que en realidad resultaría ser absolutamente todo lo contrario. Porque apenas mi tío escuchó esas palabras, volvió a apuntarlo con el cañón del arma e incluso se molestó en hacerla sonar para que se diera cuenta que estaba cargada y sin seguro; acción que hizo que Eren se pusiera más pálido que una hoja de papel mientras murmuraba cosas inentendibles por la desesperación de terminar con una bala en mitad de la frente en cualquier momento.

Y para qué negarlo, eso me había causado una profunda gracia que hasta por poco soltaba una verdadera carcajada. Lo que me hacía pensar seriamente en que habría sido sumamente interesante y conveniente que Eren hubiera conociera a mi tío antes.

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