La misión

9 0 0
                                    

La chica practicaba con su espada en una intensa pelea con su maestro, su cuerpo estaba sudoroso y caliente, su respiración acelerada y sus labios entre abiertos, esquivo los golpes, con una patada derivó a su maestro, el maestro cayó al suelo y su espada a un lado, Ella se acercó a él y acercó a su espada mirándolo
— estás muerto— dijo riendo con una sonrisa, el maestro la vio y suspiró ella dejó la espada a un lado y extendió la mano para ayudar a su maestro a levantarse y la tomo se impulsó
— segunda vez que me superas, no sé cómo sentirme— hablo bromeando, ella río y camino para tomar una toalla y limpiar su sudor
—Bueno supéralo, ha llegado el momento en decir que "el alumno al superado al maestro" no lo crees— el maestro bufo y cruzo sus brazos
— jaja no te creas, soy el mejor, solo tuviste suerte nada más— hablo el avergonzado, ella río mas fuerte y le dio una palmada en la espalda
—si lo que tú digas Albert, pero sabes que tengo razón— dijo ella alardeando, camino en dirección a su cuarto para darse una ducha
— Amarís — escuchó su nombre y se detuvo, dio la vuelta y vio a su madre en la entrada del pasillo, su se acercó a ella y la besó en la mejilla—Hija al fin te encuentro— su mandare suspiró de tranquilidad
—Hola madre, estaba con Albert entrenando, dime madre necesitas algo? —pregunto, no era común que su madre la buscara
— Amarís tu tía y yo necesitamos hablar contigo en el estudio, así que ve dúchate y cuando estés lista ve al estudio es muy importante— la última palabra la dijo en susurro, se estremeció, ¿qué era eso importante? Pensó Amarís
— Está bien madre, voy en un momento— su madre asintió y se alejó, Amarís suspiró y entró a su aposento dejó en una pequeña mesita la toalla y se dirigió a su baño, era hermoso, una gran ventana que dejaba entrar la luz e iluminaba toda la habitación, camino y se miró al su espejo, se preguntó si había salido a su padre ya que a su madre si se parecía nada
Amaris era lo contrario a ella, Alta, delgada con un cuerpo marcado y con músculos, su piel blanca, sus labios rosados, una nariz pequeña y recta, sus cejas gruesas y con forma, sus ojos eran lo más extraño, ellos cambian en distinto colores pero el más normal era un color plateado neón, era como dos luces, miro su brazo y observo la marca que tenía era unas rosas preciosas con ramas extendiéndose hasta llegar a su hombro, cuando ella usaba su poder está marca brillaba con una luz dorada.

Suspiró y se alistó para tomar su ducha, cuando terminó, se vistió con unos pantalones que su madre había hecho para ella, una camisa manga larga que había tomado de Albert y unas botas, salió de la habitación y se dirigió al estudio de su tía, con sus nervios a flor de punta, entró y observo a su madre y su tía sentadas, se miraban extrañas
—Amaris hija—exclamó su madre, hizo una seña para que tomara asiento junto a ella, hizo Caso y sentó al lado de ella —bueno Amarís te preguntarás porque te llamamos verdad?— ella asiento — Bueno hija ya tienes dieciochos años ya eres una adulta y ha llegado el momento de hablar de tu misión por la has sido entrenada desde pequeña— su corazón latió rápido, siempre se había preguntado por qué tenía que entrañar todo tiempo, porque no podía salir al mundo, porque había tantos misterios en esas cuatros paredes, observo a su madre y sus tía sus rostro dejaban ver nerviosismo, todo era momento extraño y incómodo, su tía está enfrente de ella lo único que la separaba era su escritorio, la observo o esperando alguna reacción

—Dime tía ¿qué es lo qué pasa? — hablo con la voz ronca, su tía suspiró y la miro nuevamente abrió sus labios levemente y los volvió a cerrarlos de golpe — ¿qué pasa tía? —volvió a hablar Amarís con los nervios

—Amaris sé que llegaría este momento y lo miraba lejos enserio pero el tiempo pasa rápido, Mira lo que te voy a decir no es simple y sé que tendrás tu dudas pero tiene el derecho a saber qué es lo que pasa— y siguió hablando le contó la historia de la reina, de donde venia Amarís estaba atónita pero sabía que no se estaba diciendo todo —mira tú misión es rescatar al príncipe que está encerrado en los más profundo del castillo, solo tú puedes rescatarlo, debes llevarlos hasta las montañas de la luna y ponerlo a salvo, no solamente a él, también a su mano derecha o mejor dicho su Escudero, ellos están encerrados, debes tener cuidado, no dejes que te vean el rostro hasta que ya estén a salvo, no debes usar tus poderes hasta alejarte del Castillo solamente el de poder controlar la mente, cuando estén en la noche debes esconderte de ellos para que no te vean cuando cambias y sobre todo no dejes que ellos te cortejan— hablo su tía, Amaris seguía comprendiendo lo que su tía le dijo, sentía como si estomago se retorcía y su corazón se aceleraba, miro a su madre que estaba callada sin decir nada, su tía se levantó y camino hasta un armario saco una caja larga y se la entrego— Ábrela— ordeno su tía, ella extendió sus manos temblorosa, abrió la caja y miro lo que había dentro era una hermosa espada larga con un empuñadura hermosa y una gema en el centro de color esmeralda, a lo largo tenía un diseño hermoso de rosas y ramas como el de su brazo y habían uña dagas del mismo diseño, suspiró al verla, miro a su tía y vio su reacción ella sonreía orgulloso
—¿puedo tomarla?—preguntó ansiosa, escuchaba como una pequeña melodía en su cabeza y no podía apartar la mirada del espada sus manos estaban desesperada por tocarla esa espada
—claro es tuya Amarís, esta es una espada única Amarís hecha especialmente para ti, con esta espada liberarás al príncipe, solo tú puedes tomarla, ella regresará a ti,  atravez de ella tendrá un mejor control de tus poderes— acercó su mano y acarició la espada, la tomo y vio cómo está brillaba con un color dorado, siento un ardor en su brazo levantó la manga su camisa y observo cómo su marca brillaba y se conectaba con la espada, ella dejó que su poder fluyera atravez de la espada y esta se llenó de fuego, exclamó de asombro, su madre y su tía sonreían asombradas, su cabello brillaba con rojo intenso, observo atravez del reflejo y vio cómo sus ojos de ser color plateado eran de color dorado con naranja brillante como el fuego
—Es hermosa— exclamó Amarís suspirando, sentía una sensación única que jamás había sentido
—Me alegra que te guste, todo está listo Amarís tus cosas el mapa y tu caballo con el que vas a partir— dijo su tía, Amarís aparto la mirada de la espada y vio a su tía
—¿Que hoy?— se sentía nerviosa no quería irse y dejar a su madre — que va a pasar con ustedes?— sus ojos sé cristalizaron, sus labios temblaban con miedo, su madre estaba llorando, se acercó a ella y la abrazó fuerte la beso en su frente y se alejó sin soltarla
—Cariño no te preocupes por mí y tu tía estaremos bien, cuídate mucho eres más especial de lo que crees, prométeme que te cuidaré y volverás a mi te quiero con todo mi corazón — sentía como su corazón se partía en sus dejó salir las lágrimas y se aferró a su madre
— me cuidaré lo prometo te quiero mucho mamá, volveré a ti sea como sea volveré a ti— ella asintió y se alejó completamente de Amarís
Amaris camino junto a su tía y se despidió de cada uno de sus conocidos, tomó sus cosas que ya estaba lista, amarró su cabellera y se colocó una capa tapando su rostro subió al caballo que está en la entrada miro por última vez a su tía
—Amaris antes que te vayas, mira el príncipe tiene un problema cuando cae la noche tienes que tocar una canción esa que te enseñe con el violín no dejes que él te vea solo tócala de largo y canta — dijo su tía Amarís asintió—cuídate mucho te quiero— y vio cómo su tía se alejaba, Amarís suspiró y miro al frente acomodó su espada en la espalda y guardó las dagas alrededor de su sonrisa y una en su botas, miro al frente y supo que todo iba a cambiar.

𝓐𝓶𝓪𝓻𝓲𝓼Where stories live. Discover now