Nezuo Kamado. [Genderbender] [2]

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Fueron casi cuatro días en los que había dormido sin que despertara aquel chico, lo acuné entre mis brazos algunas de esas horas y cuando salía a comer o atender peticiones del patrón no podía evitar sentirme triste y sola, incluso cuando escribía mis reportes en la misma habitación esperaba ansiosa a que despertara.

—Mnhn... —Escuché por lo bajo como despertaba y aunque esos sonidos me sonrojaron un poco por los recuerdos intenté hacer caso omiso.

—¿Estás bien, pequeño Nezuo? —El tamaño del aludido se había reducido inconscientemente por lo que cargarlo como un niño pequeño no fue nada difícil.

Con sus manos en el bambú quitándolo inútilmente se quejó —¿Estás incómodo? Ya te ayudo. —apenas quité ese aparato dado por Giyuu-san el joven volvió a su tamaño y se abalanzó a besarme, gracias a Dios el golpe no fue tan brusco.

Sus manos acorralaron mi cuerpo en el tatami bajando sus labios hasta mi cuello —Nezuo... sé que te dije que llegáramos más lejos pero... eso... fue muy repentino.

Parando los chupetones me miró molesto —Ham...b...bre... t...ú... —aún tenía la pequeña marca de hace unos días y reafirmando ese tono rojo que estaba desapareciendo gemí.

Su aura tierna e inocente abandonó su cuerpo en el segundo que se había tornado grande, incluso un cuerno salía de su frente y las venas se le marcaban prominentemente.

—N-Nezuo... —De alguna manera estaba segura que no me iba a atacar, que quizá buscaría la misma atención de la vez pasada, pero esto era diferente. No me dejaba levantarme y sus labios no se alejaban de mis pechos.

Sus manos se deshicieron con facilidad de mi ropa dejándome a su merced, mis pechos eran estrujados y lamidos, amasados, mordidos, succionados y todo mientras una de sus manos acariciaba gentilmente entre mis piernas mi feminidad desnuda, ¿cuándo había aprendido todo eso? Tal vez era puro instinto natural, al fin y al cabo era un adolecente aún.

Las uñas en sus dedos por alguna razón se minimizaron evitando así el lastimarme y jadeando hambriento en mi cuello introdujo un dedo en mi interior, arqueé mi espalda por la sensación tan esperada, si bien yo misma me había tocado anteriormente los besos y aquellas muestras de afecto estaban a otro nivel completamente.

Flexionó suavemente los dedos encontrando el sitio donde más me gustaba sólo por mirar mis reacciones, sus besos fueron descendiendo desde mi cuello, pasando por en medio de mis senos, mi vientre y deteniéndose un tiempo en mi vientre bajo. Dejó varias marcas de sus labios haciéndome temblar mientras sus dedos se movían dentro de mí.

Llegó hasta donde nuestros cuerpos se estaban uniendo para encontrarme completamente húmeda, y como si fuera por arte de magia los cuernos del chico empezaron a desaparecer una vez que probó mi feminidad.

Incluso esa mirada ansiosa se esfumó mientras le escuchaba sorber y lamer. Mi entre pierna sólo lo invitaba más, o eso supuse, pues metió su lengua suplantando sus dedos, sin embargo yo no pude contener por más tiempo el placer acumulado en todo mi cuerpo y sólo atiné a gemir al tiempo que sentía una corriente eléctrica recorrer mi espina dorsal.

Intenté quitar al chico de mis piernas por vergüenza pero eso no sucedió, él se aferró más gruñendo cual animal en celo.

Acarició con delicadeza mi rostro quitando el cabello de mi frente para besarla como solía hacer con el pelinegro —¿Dónde aprendiste a hacer eso? —pregunté como si eso me importara, lo que realmente necesitaba era su falo haciéndomelo duro. Busqué sus besos desvistiendo al chico en el proceso para no ser la única desnuda, eso y tener lo que quería.

Me levanté apenas obteniendo una mejor posición, estar en mis rodillas y codos sintiendo que restregaba su sexo contra el mío, rozaba la punta y se resbalaba por toda mi vagina húmeda hasta mi vientre.

—Vamos... no me hagas esperar más... —Pedí con el mismo tono afligido abriendo mi trasero para él, una de sus manos se posó en mi cadera mientras la otra estaba en su masculinidad dispuesta a seguir mi orden.

Despacio, sin prisa se adentró en mí sintiendo que el tamaño del joven simplemente era magnífico, la curvatura era la exacta para tocar sin problemas mi punto dulce, pero sus movimientos jamás aumentaron por lo que tuve que mover mis caderas exigiéndole más.

A los pocos segundos que mi propio cuerpo empezara a crear los lascivos sonidos de su piel chocando con la mía sus manos fueron a parar a mi cintura para aferrarse a ella y moverse frenéticamente.

La habitación era inundada por húmedos sonidos de nuestra necesidad siendo atendida, así como mis gemidos para nada coherentes y los jadeos de Nezuo que en lugar de calmar mi calentura sólo la aumentaban. Deslizó sus manos por mi cuerpo envolviéndome en un abrazo suave con el que regalaba delicados besos en mi sensible espalda y nuca sin dejar de embestirme.

—Te adoro... —Dije sin pensar mucho entre el ajetreo sintiendo que el peso contrario me llevó al suelo, por mero sigilo mi cuerpo fue puesto de lado aumentando más y más su velocidad mientras sostenía mi pierna al aire, sorpresivamente podía lograrlo.

Así que ambos sudados y jadeantes dejamos que el orgasmo nos alcanzara en esa posición para segundos después besarnos a duras penas.

El suelo áspero y frío contrastaba bastante bien con nuestro estado actual, abrazados y demasiado juntos para decir que sólo fue sexo casual; el joven demonio me cargó en brazos cual princesa para besar mis labios y acostarse como estábamos, era casi como si él me estuviera protegiendo de algo pues en ningún momento dejó de abrazarme con fuerza.

Ya había notado que adoraba al chico, así que, ¿qué tenía de raro este sentimiento?

—Es muy malo que juegues con el corazón de una chica así, Nezuo. —Susurré inaudible para el chico dormido.

Kimetsu S Yaiba. [One Shots] [Personajes de KNY] [ L E M O N ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora