Sanemi Shinazugawa. [1]

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Amaba al más pequeño de los Shinazugawa por la forma tan dulce, sincera y vergonzosa con la que venía a mí a pedir ayuda de su enamorada, pero no era un amor más que el que le tienes a tu hermano menor, quería protegerlo para que no sufriera de nada, apapacharle mientras nos contamos nuestras cosas porque yo era hija única, mis padres nunca me prestaron atención y siempre me llevé tan lindo con los menores a mí.

Y aunque suena mal su hermano realmente me gustaba muchísimo, al menos lo reconocía, ¿no? La manera agresiva con la que hablaba hacía vibrar cada parte de mí, por lo que aunque yo era una subordinada a cargo de él siempre recurría a Genya para preguntarle qué podía hacer a fin de gustarle de la manera que a mí, —realmente era más para hablar de él— claro, eso al principio pues después de cinco años entendí el hecho de que no estábamos en la misma sintonía.

El chico con cicatrices me tenía demasiada confianza como resultado de nuestro tiempo juntos, así que ocasionalmente después de una misión bebíamos y celebrábamos por cualquier excusa.

-¿Por qué no quieres a tu hermanooo? -Dije entre balbuceos de lo que sería una ebria versión mía, la verdad era que siempre aparentaba estar más tomada de lo que en realidad estaba, contrastante con mi compañero que nunca parecía estar lo bebido que realmente estaba -Ya te dije que lo amo más que a nadie, pero... -su voz se quebró por un momento antes de ser interrumpido -Yo no entiendo como es que puedes comportarte tan fríamente, yo simplemente no puedo dejar de querer darle mucho cariño, besitos y...

Un golpe fuerte dado en la mesa me sorprendió tirando el trago que estaba -Deja de decir mierdas, ¿qué piensas que no me doy cuenta de cómo sonríes cuando estás con él? Jamás me has dado una de esas a mí; odio que ames tanto a mi hermano. -llevábamos ya un rato bebiendo pero no para que se pusiera tan agresivo aunque, así era él siempre, ¿no? -¿Y qué quieres que haga? -dije sarcásticamente fastidiándole después de burlarme un poco -Quiero ser yo a quien... le sonrías... le des todo de ti... no a mi estúpido hermano... -enarqué una ceja por esa vergonzosa expresión que me estaba mostrando, me dieron ganas de molestarlo aún más.

-¿Así que serías el sustituto? ¿Eso dices? -Pregunté dejando mi vaso para subirme en sus piernas -Porque hay algo que no le he mostrado a él y podría hacerlo contigo. -susurré cerca de su oído -¿A qué te refieres? -dijo con calma pero le sentía tenso, no respondí con palabras, lamí su oreja tomando sus manos para recorrerlas de mis caderas hasta mis pechos.

-¿Entiendes...? -La habitación constaba de una mesa pequeña, algunos muebles de cuarto y no más que nosotros y la bebida; su mirada perdida era extasiante y cuando me dispuse a decirle que jodía me empujó contra el piso -Ugh... -me quejé para escucharlo -Lo haré...

No dudó ni un segundo, me tomó arrebatando besos calientes con lengua para seguir bajando y lamiendo mi cuello robándose gemidos míos, descendiendo entre mis pechos alzó la falda de cazador que llevaba mientras intentaba pensar en como decirle que sólo molestaba al tiempo que quería más -Fumiko... dime que es mentira... dime que... -no sabía ni de lo celoso que era o lo lindo que lucía excitado. Encamine sus labios a los míos, tomándolos para meter mi lengua en su boca y evitar que siguiera hablando, estaba segura que si lo dejaba continuar la razón me ganaría.

Una de sus manos se coló entre mis piernas, abriéndolas por instinto para ser acariciada sobre la ropa interior. Moví mis caderas deseosa siendo besada en las clavículas, mi ropa interior fue arrancada para palpar directamente mi húmeda intimidad, los botones de mi uniforme fueron quitados uno por uno mientras dos dedos se entrometían.

Acaricié el pecho delineando cada marca de su desnudez entre jadeos bajando más y más, quité esa prenda blanca desabrochando su cinturón para deslizar su ropa por mi cuenta, la erección del albino me llamaba pero los movimientos de sus dedos me hacían torpe.

-No le des a nadie más de ti... no les muestres lo erótica que eres... -Bajó sus labios de mis pechos expuestos a mis muslos, recorriendo con su lengua mi piel y erizando cada parte, los dedos de Sanemi salieron de mi cuerpo para posarse en mi clítoris, moviéndose frenéticamente cuando se lengua llegó hasta mi vagina -Ngh... -me mordí el labio cuando sentí se lengua entrando en mi interior.

Tomé sus cabellos blancos entre mis manos ahogada en gemidos por su lengua, daba justo en un sitio delirante mientras me regalaba una mirada tan lasciva al tiempo que admiraba mis inquietas actitudes -S-Sanemi... me vendré si sigues... -advertí con una voz patética mientras apretaba su rostro con mis piernas y sus cabellos en mis manos.

Moví mis caderas penetrándome cuando su dedos se dedicaron a mantenerme quieta, succionando mi sexo y haciéndome colapsar.

Jadeé cuando mi cuerpo reaccionó a su estimulación volteándome dejándole ver lo mucho que lo había disfrutado; dejando mis piernas juntas mostrando así mi trasero levemente cubierto sostenida por mis brazos completamente estirados, le miré degustándolo sin tocarle, tenía un rostro sonrojado totalmente sorprendido, con los labios húmedos y rojos.

-Sanemi es del único que estoy enamorada... -Confesé sin pensar mucho, ¿era un mal momento o por qué me veía así? ¿Podría culpar al alcohol?

Después de pocos segundos me sonrió enternecido -Y Fumiko es de quién me enamoré a primera vista hace seis años. -creí que era una mentira pero me emocionaba escuchar eso de él, al menos lo atesoraría por un buen tiempo.

Abracé su cuello chocando su pecho desnudo con el mío, rozando por accidente mis sensibles pezones haciéndome gemir en su cuello -Lo siento si fui demasiado lejos... -susurré.

-¿De qué hablas? Si aún no estoy saciado de ti.

Kimetsu S Yaiba. [One Shots] [Personajes de KNY] [ L E M O N ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora