Genya Shinazugawa. [1]

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Me gustaban los niños lindos, de esos que no mienten, de aquellos que no saben enamorar pero con su misma forma inocente lo hacen, de los que entregan hasta su último respiro por ti y en un mundo plagado de seres sin compasión eso era lo que todos necesitábamos, algo bueno a lo que aferrarnos en los días más duros.

—Ayúdenme... alguien sálveme... —Mis esfuerzos en el entrenamiento habían dado frutos, claro que sí, pero no era lo suficientemente fuerte para ser cazadora por lo que decidí aunque fuera ayudar en el cuerpo de limpiadores.

Había sido notificada de un sitio que necesitaba ser arreglado y para cuando llegué mis compañeros, los cazadores y algunos demonios estaban acabados, fui tomada por alguien lastimándome sintiendo que todos mis órganos saldrían por mi boca, y después de pedir por ayuda... todo se volvió confuso.

Cuando volvió mi consciencia un chico con una cicatriz a mitad de rostro me sostenía en sus brazos, ¿estaba llorando? ¿Por qué? No recordaba haber visto su cara antes, ¿lo conocía? La calidez que esparcía me hacía feliz y de nuevo, nada.

Después de varios meses del suceso me encontraba muy a menudo con ese chico, irónico pues tiempo atrás ni sabía de él. Debo admitir que me atraía demasiado, su rostro era duro a primera vista pero una vez sonreía se iluminaba hasta el rincón más escondido de mi corazón, y cuando nuestras miradas se encontraban él me evitaba sonrojado, eso pasaba más a menudo de lo que uno se imaginaría pues ya teníamos rato de haber dejado ser simples extraños.

—Genya-san, ¿podría acompañarme al pueblo más cercano? Quisiera tuviéramos una cita, ¿podemos? —¿Estaba siendo muy atrevida? No lo veía así pues eran mis verdaderos sentimientos, no pensaba ocultarlos ni fingir pues en el caso más trágico sólo me rechazaría. Nadie a muerto de un corazón roto, ¿no?

Una cita, dos citas, tuvimos tantas de ellas que perdí la cuenta, pues antes de siquiera darme cuenta nos volvimos pareja.

—Genya... —Gemí en los labios de mi novio acariciando su rostro sentada en sus piernas —Quiero que lleguemos... más... —el rubor cubría su rostro dándome una linda vista de él, tragó duro abrazándome sin saber exactamente donde poner sus manos —Todo estará bien, yo te guiaré. —por supuesto que no había hecho esto antes pero podía decirle lo que quería y cómo lo quería.

Volví a besarlo mordiendo un poco su labio inferior creando un jadeo tierno —Juega con mi lengua... —la suya rozó obediente con timidez, tomé sus manos recorriéndolas de mi cintura hasta mi espalda baja.

Vivía sola por lo que estar con mi chico en mi habitación no era algo de lo que sería reprendida.

—Tócame más. —Mis manos atraparon las suyas dejando una en mi trasero y la otra en mis senos —Hazlo tanto como quieras... —sonrojado y avergonzado movió sus manos sobre mi ropa, estaba tan nervioso que incluso su torpe toque me excitaba.

Todo era tan nuevo para ambos pero satisfactorio —Besa mi cuello. —susurré sintiendo cómo lo hacía, eran picos, pequeños, cortos —Hazlo... más largo, lame mi piel, muérdeme, márcame. Hazme tan tuya por favor. —sus palmas apretaron mi trasero lamiendo repentinamente mi cuello para soltar un gemido distinto, era uno más delicado y ansioso.

—Tu voz es muy dulce. —Quité impaciente las ropas del chico quedando sobre mis rodillas en el suelo, su cuerpo desnudo me llamó invitándome a masturbarlo mientras chupaba su piel.

Pequeñas huellas de mis caricias por sus hombros, su pecho fueron regaladas, gruñía suavemente con la punta de su miembro cubierto de líquido preseminal —Voy a tomarte ahora, ¿está bien? —sus ojos me evitaron asintiendo al tiempo que quitaba mi blusa descubierta por los hombros.

Mi ropa interior era blanca de encaje y bajando mi fina braga me puse de rodillas en la cama encima de él.

Abrazó mi cintura quedando a la altura de sus labios y enmarcando su rostro con el fin de que no apartara su dulce mirada de la mía hablé —Ahora no podrás escapar de mí. —sonreí rozando nuestros sexos en pequeños jadeos —Te amo, Genya... —y sin mucho apuro metí su longitud.

Cuando todo estaba dentro mío no pude evitar gemir, aquel azabache admiraba cada expresión mía con los labios medio abiertos, permitiéndole gruñir de placer —Me encantas. —como si algo dentro de él se hubiera revelado atacó mi boca con ímpetu.

Comencé meneando mis caderas chillando con las manos del menor de los Shinazugawa en mi culo. Su juguetona lengua exploró mi cavidad bucal escapando para morder mi cuello, aprendió demasiado rápido.

Apretó mi carne llevando más profundas mis estocadas, hurtando así mi voz de una forma lasciva que ni yo sabía podía hacer —Me excita que hagas esos sonidos. —moviendo mi cuerpo más rápido me dejó bajo de él.

—¿Estás bien? —Mi falda cubrió parte de mi vientre pero dejó expuesta mi feminidad mojada, algo que me apenó cuando mi chico divisó directamente.

Intenté cubrirme pero cuando mis manos bajaron las suyas me atraparon entrando en mí nuevamente, restringió mis acciones embistiéndome jalándome por los antebrazos.

Gimoteé con el rostro echado para atrás disfrutando hasta del más mínimo roce de nuestras pieles, mordí mi labio queriendo callar mi voz . Genya tomó mis muñecas con una mano poniendo su pulgar en mis labios para que abriera la boca —Quiero escucharte. —indirectamente se conectaron nuestras miradas descubriendo un tono obscuro en esos bellos ojos.

Se le veía más dominante y sobre eso insaciable —Te amo. —su lengua tocó la mía, su pulgar abandonándome mientras yo lo abrazaba fuerte —Para... agh... —cerré mis puños en su espalda sin lastimarlo gracias a esa extraña sensación de que algo dentro explotaría.

En cambio ese joven sólo aumentó sus acciones volviéndome loca y como si alcanzara el cielo con mis propios dedos caí rendida bajo de él.

Genya no se había venido todavía lo que significaba que tendría más de ese pecaminoso deleite.

Kimetsu S Yaiba. [One Shots] [Personajes de KNY] [ L E M O N ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora