Iguro Obanai. [1]

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Formaba parte de cuerpo médico viviendo en la finca mariposa por ser muy buena curando gente o tratándola, así cuando necesitaran de mi ayuda estaba a la mano. Disfrutaba de igual manera hacer feliz o reír al personal, por eso cuando cualquiera llegaba intentaba cuidarle como si se tratara de mi propia familia, aunque prácticamente lo era.

—Iguro-kun debe tomar sus medicinas, y no me iré hasta que se las termine. —Dije en tono mandón. Aquel chico acostumbraba a no dejarme verlo tomar su receta, algo que me molestaba pues creía no las recibía adecuadamente.

—¿Podrías salir...? Por favor. —Estaba tan resignada a no irme que me subí en su pecho aprisionándolo contra la cama —¡La tomaré! ¡En serio, lo haré, para! —forcejeó avergonzado mientras le quitaba con cuidado esa venda que cubría la mitad de su rostro.

Develándolo sonreí al ver la cicatriz de su boca, sabía de ella pues cuando llegó totalmente accidentado yo le socorrí. Era consiente de que le apenaba y se sentía mal consigo mismo.

Puse ambas manos en sus mejillas acariciando desde el inicio de aquella marca —Iguro-kun no debería ocultar un rostro tan apuesto. —e inconscientemente besé la comisura de sus labios, lo había cuidado hacía tanto tiempo que en el transcurso del mismo me había enamorado, sólo que no tenía idea de en qué preciso momento.

—Discúlpame... eso fue demasiado... —Dije quitándome dispuesta a marcharme, de no ser por su linda mano apretando mi haori seguro lo hubiera logrado.

—F-Fumiko... me gusta tanto que no quería... mostrarle... mi... —Jamás hubiera imaginado que le preocuparía tanto eso al heterocromático, o que siquiera yo llegaría a gustarle. Mi corazón dio un brinco cuando al voltear un sonrojado Obanai me jalaba contra sí mismo —No te vayas aún... te... necesito...

Me senté en la orilla de la cama mirándolo sintiendo el rostro ardiendo señal de que estaba ruborizada —Espero esto no te moleste... —dije antes de tocar sus labios con los míos, moviéndolos en un suave compás. El plan original era besarlo y dejarlo en paz, pero era simplemente enviciante, parecía que sus labios tenían un sabor dulce pero penetrante que se me quedaba en la mente aclamando por más.

La pasión me estaba guiando cuando metí mi lengua en su boca y lentamente volví a subirme sobre el vientre de Iguro, sus manos se instalaron en mi rostro quizá queriendo quitarme o por no saber qué hacer con ellas mientras yo desabotonaba mi prenda negra.

Dejé a la interperie mis pechos notando la obvia mirada atónita del chico —Quiero que Iguro-kun me toque... —jadeé deslizando sus manos a mi desnudez, sintiendo el calor que me inundaba cuando apretó mis montes me curvé rozando por accidente mi entre pierna con la suya.

Un gruñido ronco salió de él, algo que corrió mi cordura, quería oírlo gemir, pedir y sobre eso verlo llegar al éxtasis. Sonreí prepotente cambiando un poco mi humor, me arrastré serpenteando con las manos palpando por todo su cuerpo llegando hasta lo que era una linda erección, ¿con sólo tocar mis pechos se había puesto así de duro?

Bajé las prendas inferiores que llevaba liberándolo así, tomé desde la base su miembro y sin pensarlo dos veces lamí la punta —El sabor es muy bueno... —mascullé dando otra probada. Metí la punta sumergida en mis sentidos aún con mis palmas en su vientre, apretando y jugueteando con él.

Quité por completo mis camisas junto con el haori al tiempo que metía entero su pene, di arcadas sobre su piel llenándolo de mi saliva y evidentemente complaciéndolo. Moví mis labios ahogándome pero disfrutando, las manos del chico de cabellos negros se aferraban a mi nuca temblando de placer arqueado, obstinado en mí.

Su masculinidad se hizo más grande dentro mío anunciando que se correría en breve y tapando el conducto que lo dejaría descargarse rocé la punta, mirando cómo su rostro cambiaba a una expresión mezclada de satisfacción y deseo.

El semen cubrió mi cara mayormente en mis labios, tomé con mis dedos su esencia chupándola de ellos ante la mirada excitada del joven. Aunque parecía algo irreal aún se mantenía firme para mi placer.

Subí mi sostén mostrando mis pechos para frotar el glande en mis pezones, e involuntariamente gemí con esta poca atención. Lo posé en medio de mis senos subiendo y bajando con mis manos —No puedo más, Fumiko... —mi boca volvió a acunar la punta al tiempo que seguía con aquellos movimientos.

Lo haría venirse una y otra vez esa tarde, ¿la culpa? Seguramente era mía por ser tan lujuriosa y aprovecharme de la situación, pero se la echaría al pequeño hombre bajo de mí. Ese lascivo cuerpo suyo, su mirada tan penetrante y aquel cabello tan lindo, él era demasiado para mí.

Agité mi cuerpo con más vigor viendo nuevamente ese desorden por todo su cuerpo, estremeciéndose por completo y gimoteando cosas sin sentido, al menos algo pude decifrar, o imaginar —Menhg... vuelves loco... ugh...

Nuevamente el líquido blanquecino adornó mi piel nívea, resbalándose hasta mis pechos y cautivando a Iguro.

—Dijiste que querías que te tocara, pero eres la única que sigue intacta... —Habló jadeante con la respiración errática y los cabellos un poco pegados a su semblante dichoso.

—Entonces tócame...

Kimetsu S Yaiba. [One Shots] [Personajes de KNY] [ L E M O N ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora