Giyuu Tomioka y Sanemi Shinazugawa. [2]

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Así que ahora había despertado en brazos de dos jóvenes guapos, y desnudos. Se habían llevado bien incluso en el desayuno, algo extraño que desee continuara de por vida hasta que escuché de ambos un "Tenemos que hablar".

Por supuesto quise hacer como que nada había sucedido.

—No puedo estar con ninguno ni rechazarlos a los dos, no quiero hacer sentir mal al otro y... tampoco quiero escoger. —Dije con el rostro sonrojado recordando el día anterior, era cierta cada palabra sin embargo cuando me preguntaron con quien saldría me callé el "Los dos".

—Entonces puedes salir con ambos, ¿eso estás diciendo? —Casi sentí que Tomioka-san me había leído el pensamiento, pero eso era imposible, ¿verdad?

—¿Qué mierda...? —Obviamente Sanemi-san estaba molesto, ya volvían a pelear, el albino acercó el rostro contrario desde las ropas del pecho —Tendría que pensármelo, pero sí, eso es.

El puño al aire que estaba a punto de ser estrellado en la cara de Giyuu-san se bajó en un segundo prestando total atención a mis palabras.

—¿Hablas en serio? —Asentí levantándome del suelo donde estábamos —Si es que aún quieren estar conmigo... tendría que pensármelo... —no sabía ni qué pasaba conmigo misma, mis entrenamientos siguieron con Tomioka-san y de vez en vez con Shinasugawa-san, eso por una semana al menos porque no quise hablar más del tema.

La única parte "molesta" era que aquellos chicos me seguían a todas partes, incluso los demás pilares de burlaban de que era la única tsuguko con guardaespaldas, irónicamente eso generó una mejor relación entre ellos.

Un suave beso en mi mejilla comenzó a despertarme, era un pelinegro que no esperaba —¿No puedes dormir? —acaricié con mi mano en su mejilla hasta su cuello, el calor natural que de él emanaba era reconfortante pero una idea traviesa cruzó mi mente.

—Ven... siéntate. —Le susurré para ir a tomar unas cositas de mis cajones, intentando que el menor de los ruidos se hiciera presente.

Cuando volví tenía el cabello medio revuelto, un poco de maquillaje y ropa interior blanca de encaje que dejaba poco y nada a la imaginación. Sabía que Sanemi-san estaba durmiendo cerca pero si era honesta las ganas de hacerlo con ellos nuevamente se había instalado en cada fibra de mi piel.

—¿No has querido estar a solas conmigo? ¿No has querido besarme y Sanemi-san te empujaba? —Dije provocando mientras mis piernas acorralaban al chico, mi trasero sentado en las rodillas del Tomioka con mis brazos sobre su cuello.

Instintivamente me besó estrujando mi cintura para bajar y apretar mi trasero, lamió mi cuello haciéndome brotar algunos gemidos —Sanemi-san... sé que estás despierto y escondido en la puerta, ven a jugar con nosotros. —efectivamente, apareció en ropa interior con una erección tras de mí, todo el camino que había recorrido lo había sentido espiando, ¿que por qué estaba en la finca del agua? Porque era un celoso.

No tenía idea de donde sacaba esa audacia, quizá era el deseo hablando por mí, pero comencé a besar al albino, mi lengua se coló en sus labios mientras el de ojos azules comenzaba a lamer mis pechos.

Uno de mis pezones estaba en su boca y el otro entre los dedos del de marcas —¿Pensabas esconderte, Sanemi-san? ¿Querías ver cómo me follaba Tomioka-san? Porque podemos cumplírtelo... —blofeé sintiendo una nalgada como respuesta, ¿era un sí? ¿Un no?

Restregué mis caderas contra la erección de Giyuu-san, la lejanía en el cuerpo del Shinazugawa-san me hizo entenderlo, sí, él deseaba ver cómo me satisfacían y eso era algo que no esperaba. Se sentó en una silla del escritorio que estaba del otro lado del cuarto, se acomodó con las piernas abiertas y dejó libre su masculinidad.

Kimetsu S Yaiba. [One Shots] [Personajes de KNY] [ L E M O N ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora