CAPÍTULO 16

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Si a César le preguntarán cómo lo hizo,estaba seguro que no sabría que responder,llamenlo  pudor o instinto de supervivencia,pero tan pronto escuchó el cerrojo de la puerta girar, tomó a Victoria de las caderas,girando ambos y cayendo al otro lado oculto de la cama,y para cierto alivio de la pobre mujer acalambrada recibió él el golpe contra el frio suelo.

El silencio en la habitación fue solo unos segundos,pero para los implicados fue como una eternidad,el primero en romper la tensión fue Angel.

-Les dije que no teníamos que entrar.- Susurró a sus hermanos,y se dió la vuelta incitando a los otros dos jóvenes a hacerlo, también avergonzados.

-Yo... Nosotros... Perdón no quisimos interrumpirlos,es... Solo escuchamos unos extraños ruidos y... - se llevó las manos a su cara,sonrojada- ¡Ay Dios!

-Si,¡Ay,Dios!-Susurró Victoria, aún impactada por como pasó todo,en un momento estaba feliz de la vida saltando encima de su amor,a punto de alcanzar la felicidad,y al otro le da un calambre,entran esos muchachos,y ahora está en el suelo tratando de suavizar el hormigueo en su pierna.

-Muchachos,nosotros,esto es muy vergonzoso.- Dijo César,se movió un poco para alcanzar la sábana y cubrir a ambos con ellas,aunque en esa posición no los veían,era evidente lo que habían estado haciendo.

-Papá, disculpanos,no debimos entrar de esa manera, y no te preocupes,no vimos nada, absolutamente nada y ya nos...

Héctor se detuvo al escuchar a su madrastra gemir,imaginandose un millon de cosas,menos el dolor paralizante que le sacudía la pierna a la bella pelinegra,provocando que los tres muchachos salieran corriendo como alma que lleva el diablo y cerrando la puerta a su paso.

-Mi vida no volverá a ser la misma.-Dijo Estrella mirando al vacío,una vez en su habitación, tratando de borrar la escena de su mente.-Mi papito...

-Es todo un San Román,ahora sabemos porque todas esas mujeres se pelean por él,¿no?

Y con eso los tres estallaron en carcajadas,recordando las caras de vergüenza de esos dos calenturientos.

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-¿Estás bien,amor?-Preguntó César una vez estuvieron los dos sentados en la cama y envueltos en la sábana.- ¿Todavía te duele?- se puso de rodillas a sus pies,y con toda la delicadeza del mundo comenzó a masajear la pierna adormecida.

-Vaya par estamos hechos,los muchachos pensarán que somos unos viejos cachondos.- Sonrió Victoria por fin, cuando el dolor comenzo a menguar con los atentos masajes de César.

- Lo sé - Estuvo de acuerdo él.Regando besos a lo largo de su pierna,causandole leves cosquillas a la mujer con su barba incipiente.- Cachondos siempre,y viejitos,pues... Si,eres mi viejita agarrotada.

-Idiota.- Escupió Victoria,y con la almohada más cerca lo golpeó,provocando así la risotada de él,que no tardó en devolverle el golpe suavemente,iniciando así una divertida guerra de almohadas.

Era increíble como habían cambiado las cosas tan de repente,todo era mágico entre ellos,y no importaba si fuese vergonzoso o no,siempre y cuando fueran con el otro, sabían que todo estaría bien.

Después de las risas,se encontraban entre las sábanas, contemplandose el uno al otro.

-¿Sabés que es lo que más me gusta de ti?- Preguntó Victoria besando suavemente los párpados cerrados de César.

-Mis músculos,por supuesto.-Respondío jocosamente él,mostrando sus bíceps.

Victoria los tocó y se lamió los labios.

TÓMAME COMO AL TEKILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora