CAPÍTULO 1

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En la habitación se había formado un silencio sepulcral, el único movimiento era el de sus pechos regulando la respiración, pero tarde o temprano alguno de los dos tenía que romper el silencio y tal parecía que César no sería.

-¡Por Dios, Cesar! ¿Que hacemos aquí? ¿Cómo es que tu... que yo... que paso esto?- dijo por fin Victoria, sin verse a los ojos.

Pero fue como hablarle a una pared, porque no obtuvo ninguna respuesta de su reciente amante.

Sin soportar más el silencio de su parte se volvió hacia él, y lo tomó de los hombros.

-Hola, ¿hay alguien ahí? ¿Me escuchas? reacciona, César, ¿tienes algo que decir al respecto?- preguntó mirándolo por fin a los ojos, cayendo en cuenta de su aspecto y confundiéndose más si era posible. - ¿te pusiste bótox, César?

-Victoria, créeme que estoy tan confundido como tú, tenemos que tener esta conversación, pero, ¿no crees que deberíamos vestirnos?- preguntó él bajando un poco la mirada a sus cuerpos- si te soy sincero me distrae un poco hablar con tus senos desnudos a unos centímetros de mi boca.- termino él con una sonrisa divertida, que se amplio más al oír el gritito que lanzó Victoria para esconderse debajo de las sábanas.

-Esto es absurdo, no tiene sentido, esto... ¡Ah, pero que mier...!- reprimió Victoria una maldición cuando fue a ponerse en pie, y sintió un leve tirón entre las piernas, como si le quemara.

-Victoria, ¿qué pasa? ¿Estas bien?- se puso en pie sin pensar en su desnudez para ir por ella.

Ella se tensó cuando lo sintió detrás de ella tratando de levantarla, ni loca le diría que debido a que sus partes íntimas no estaban acostumbradas a su gran tamaño, estas estaban un poco resentidas.

-¿Te lastime? Quizá fui muy brusco, soy consciente de mi... tamaño- dijo suavemente.

Victoria estaba segura que si lo miraba encontraría una mirada arrogante, pero para su consternación, estaba levemente sonrojado.

-... Ejem, y pues tu tienes... eres, una mujer pequeña.

Sus miradas entraron en contacto y creyeron ver en el otro lo que esa diferencia de tamaños habían provocado en el otro, un disfrute inimaginable, y menos a estas alturas de la vida.

-Voy... voy a traerte, a ver si consigo unos paños tibios, para colocarte, perdón, para que te colo...

Victoria intentó contener una carcajada, dentro de todo ese caos, le parecida chistoso ver como César era incapaz de manejar esa situación, mordió su labio inferior, no era momento para risitas.

-Adelante, ríete, te conozco y se cuando estás a punto de soltar una de tus risotadas- dijo roncamente él, con su característica voz de villano, acercándose a ella, y tomando suavemente la barbilla de Victoria, borrando así cualquier rastro de burla de su rostro- pero por favor, si no quieres complicar más las cosas, deja de morderte de esa manera los labios.

Así sin más, tomó una almohada del piso y se la colocó en sus partes íntimas, ocultandola de la vista curiosa de Victoria y fue directo al baño, mientras tomaba su prenda interior en el camino.

Ella no sabía que le estaba mirando el trasero hipnoticamente hasta que la puerta del baño se cerró.

-Okey, Víctoria, ¿qué te pasa? Ya no eres ninguna jovencita calenturienta, piensa, piensa, que diablos haces en este cuarto y con nada más y nada menos que tu amigo y compañero.

Cerró un momento los ojos, tratando de recordar, tenía un leve recuerdo de esa habitación, pero no sabía de dónde, lo que más la perturbaba era el hecho de haber tenido sexo con él, tantos años trabajando juntos, el mundo entero emparejandolos, la absurda idea de César y ella viviendo un tórrido romance secreto, lo que le trajo a la cabeza sus manos grandes, de largos dedos, su lengua tibia recorriendo su cuerpo, la sensación de placer-dolor cuando su considerable miembro entró hasta...

-Basta. - Gimió ella cuando sintió como la llama del deseo volvía a encenderla por dentro.

Rápidamente hizo un registro de la habitación, tratando de encontrar la ropa, que ni tenía idea que traía puesta, todo estaba hecho un caos, encontró un un pantalón, y se lo puso sin pensar mucho, e hizo lo mismo con la parte de arriba que encontro...

>>¡AHHHHHH!<<

La puerta del baño se abrió y salió un César totalmente transtornado.

-Cesár, ¿qué te pasa? ¿Por qué gritas?

Aún en la penumbra, Cesar corrió al interruptor de la luz, para que la habitación se llenara de la suficiente claridad que hasta el momento no tenían.

-Mirame -Dijo Cesar acercándose a ella. -¿Es que no lo ves?

-La verdad es que si te ves raro, Cesar, eso de los bótox si que es efectivo, parece que tuvieras 15 años menos, y debo decir que estas más delgado... y tienes menos canas y...

-Tu también te ves diferente, Victoria...- respondió él, tomándola lentamente y llevándola al cuarto de baño para que viera su reflejo en el espejo.

-De que hablas, César, yo...- el shock se reflejó inmediatamente en su rostro al ver la persona que la miraba atravez del espejo. - ¡Ay, Dios mío!

César la recibió en sus brazos antes de que cayera desvanecida al piso.

-Genial, lo que nos faltaba.

La llevó a la cama y rebuscó en sus cosas algo para poder despertarla, aunque para ser sinceros él mismo tenía ganas de desmayarse también, podría reírse, pero esa situación lo último que le provocaba era eso, miro nuevamente a Victoria y como su pecho subía y bajaba acompasadamente.

-Quizás esto es un sueño, eso es, solo es un sueño, en un momento despertare y nada de esto habrá ocurrido.

Se acostó al lado de Victoria evitando tocarla, no quería tener ningún contacto con ella, el solo hecho de pensarlo, hacia que por su cuerpo pasara una clase de corriente erótica, recordaba el sabor de su piel, la suavidad y humedad de sus partes íntimas, la delicia que sintió al deslizarse dentro de ese guante de seda tan apretado.

Con esos pensamientos prohibidos cayó en brazos de Morfeo.

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Sintió unos fuertes brazos apretando sus nalgas enfundadas en el pantalón contra una protuberancia muy rígida, ella envolvió los brazos en ese cuello fuerte disfrutando ambos de la fragancia del otro, mientras ambos movían suavemente las caderas, que chocaban causándoles pequeños encontronazos de pasion, aún sin salir del todo de ese sueño que los tenía envueltos, por alguna razón desconocida ninguno de los dos quería abrir los ojos y darse cuenta que solo era una maravillosa fantasía, que sentían tan real, pero más real que todo, era la excitación de la que sus cuerpos nuevamente estaban siendo víctimas.

Buscaron mutuamente sus bocas, y se llenaron del sabor del otro, ninguno de los dos se sentían suficientemente cerca, César bajo la mano y por encima del pantalón de Victoria, sobó la unión de sus piernas, lo que provocó una respuesta fiera de ella, mordiendole el labio y sintiendo ambos el sabor de la sangre, dejaron de besarse para verse a los ojos, en ellos vieron confusión, pero sobre todo el ardor de la pasión del otro.

Escucharon la puerta abrirse, y el terror terminó con la poca cordura que les quedaba, aunque nada los preparó para lo que pasó a continuación.

-Esteban, ¿que haces aquí?- fue el saludo de bienvenida de la intrusa que entró a la habitación- ... ¿y con María? ¿Como pudiste? Te atreviste a traerla a este lugar, donde hemos venido tantas veces tu y yo, ¿cómo pudiste hacerme esto?

César y Victoria se miraron tratando de comprender que clase de broma de mal gusto era esa, ¿estaban siendo grabados? ¿que hacía Martha Julia en esa habitación? ¿Por qué les llamaba María y Esteban?

Pero si era una broma, ¿Por qué sus aspectos físicos eran exactamente a los de sus personajes en esa telenovela que hace varios años atrás les dio tanta fama y causó tanto furor: La Madrastra?.

CONTINUARÁ...

Hasta acá la dejamos. 😘

¿cuentenme qué les parece la historia y que creen que pasará? Las leo. 🤓


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