Respiro profundamente antes de que abra la puerta de la casa. Últimamente lo hago todo el tiempo... respirar profundo, armarme de valor.
Mi corazón late cómo loco cada vez que regreso a mi hogar y sé que mamá está en la sala, esperándome.
Cómo últimamente antes de todo lo relacionado a ella, respiro profundamente antes de atreverme a verla.
Y ahí está, con la mirada fija en su computadora y quizá esta sería una escena común entre nosotros pero a diferencia de todas las anteriores veces, ella me ignora.
¿No es gracioso?
Antes, cuándo no me había atrevido nunca a contradecirla trataba de huir todas las veces para que me dejará en paz, para que no me bombardeará de preguntas, pero ahora... ella ni siquiera me voltea a ver.
Soy una intrusa en su casa, así es cómo me siento... cómo si no debería estar aquí.
Por irónico y tonto que suene, extraño mucho la lluvia de preguntas que solía disparar apenas ponía un pie en casa... extrañó mucho ver que le importó.
Ha estado así todos estos últimos meses, desde que le dije que no estudiaría medicina y que me tomaría enserio la música, cuando le conté que no volvería a dejar a papá solo, cuando le dije que seguiría viéndolo...
Sentí como si me estuviera obligando escoger entre dos vidas: Una dónde la tenía a ella y su cariño y otra dónde pudiera seguir mis sueños y tener a papá a un lado mío.
Por supuesto, cualquiera de estas dos que escogiera, me tenía que despedir de la otra. Al principio me pareció que estaba exagerando, escoger entre ambos, era una tontería y, erróneamente pensé que con el tiempo aceptaría que debía seguir mis sueños, vivir mi vida... pero, se me había olvidado que mi madre era todo lo contrario a mi.
Me quedó un segundo delante de la puerta, mirándola en el comedor teclear sobre el teclado de su lapto. Quiero hablar con ella, muchas veces lo he intentado, todas las tardes al salir de la escuela, al camino aquí pienso en ello. Mi cabeza siempre es un huracán de ideas, un vertedero de palabras, siempre buscando las correctas para formar aunque sea un poco, la frase correcta para hacer las pases con ella, sin embargo.... siempre, cada maldita vez qué pasó la puerta y la veo ahí, tan cerca y tan distante a la vez, estas... desaparecen de mi boca.
(...)
— ¿Hablaste con tu mamá?— Me pregunta Leo Cortázar en la fila para conseguir el almuerzo. Yo que no lo había notado, levantó la mirada para verlo. Sus ojos verdes me miran enormes tras esas pestañas larguísimas de color chocolate, después de un segundo mis ojos se dirigen debajo de su ojo derecho dónde recorre hasta su mejilla un pincelazo amarillo.
Sonrió con ternura.
Me he empezado a acostumbrar a este chico repleto y machado de colores.
Leo dibuja una sonrisa ladeada y se muerde un labio.
— Deja de mirarme así.— Me dice con tono burlón. — A menos que quieras que te robe un beso.
Aquello hace que me sonroje, pero ese sentimiento me hace enojar, quizá estoy acostumbrada a que Leo Cortázar esté siempre pegado a mi lado pero no estoy acostumbrada a lo que me hace sentir, así que ruedo los ojos con fastidio mientras Leo suelta una carcajada por mi reacción.
— ¿Entonces?— Me dice dándome un empujón pequeño cuando tenemos nuestras charolas listas. —¿Pudiste hablar con ella?
— No.— Digo soltando un suspiro lastimero. — Y no creo poder hacerlo en algún tiempo.
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Blue Royalty
Teen FictionLa gente no cree en los cuentos de hadas... y te voy a decir porqué.