¿Así que... me odias?
Deberías odiarme, entiendo perfectamente si me odias, a veces yo también me odio mucho. Así que entiendo que no puedas ni verme, a veces a mi también me cuesta mirarme en el espejo... Muchas veces he querido romper el espejo, destrozar mis pupilas en los cristales... a veces, muchas, no me reconozco a mi mismo. Así que entiendo que me odies ¿Cómo no hacerlo?
- Sé que debo ser la última persona en el mundo, con la quieres hablar en este momentos.- Le digo a Isa, se ha quedado quieta, dándome la espalda. Ella no dice nada, su silencio es la clara señal de rechazo que me merezco. Pasó saliva gruesamente y aclaró mi garganta mientras mis ojos se estancan en el suelo.
Siento que soy una basura y qué quizá por respeto, debería marcharme aceptando su odio... Quizá es lo último que puedo hacer por ella, alejarme de su lado pero... merece una explicación así que me armo de valor y hablo mi sentencia.
— Sé que me odias.— Digo con la voz pausada, mis manos se vuele en puños. — No te culpo si lo haces, yo también me siento de la mierda. — Veo sus hombros, caen después de oírme hablar. — Pero estoy dispuesto a recibir ese odio después de decirte la verdad.
Isa se queda quieta, no está dispuesta ni a mirarme.
Me lamo los labios secos por tanto llorar, mi rostro aún está hinchado y mis ojos también lo están, así que dejo salir un suspiro entrecortado, siento que cada vez que hago eso una parte de mi alma sale de mi cuerpo.
— Lo... lo amo. — Digo y mis palabras se siente pesadas ¿Quién dijo que el amor libera? El mío son dos pesadas cadenas que lastiman a todos a su alrededor, lo veo en su postura, le he clavado un cuchillo en la espalda...Y estoy a punto de retorcerlo. — Lo siento.
Las palabras se rompen como olas en la arena, sin fuerza, palidecentes. Mis manos tiemblan y las llevo a mis ojos, no dejo de llorar, me duele el pecho... ¿A quién torturo ahora?
— Lo siento.— Repito entre mi llanto. Veo sus hombros de nuevo, tiemblan ligeramente, sé que la he hecho llorar. — Lo siento muchísimo. — Dicen que hay muchas formas de romper corazones, la mayoría del tiempo nos lo rompemos nosotros mismos, mis palabras es una daga de dos filos... Se retuerce entre los dos, drenándolos, dejándolos vacíos. — Lo siento muchísimo... Quería decírtelo antes pero... tenía miedo. Yo... me arrepiento muchísimo...
Así que decido vaciar el veneno, uno que me consume por dentro y lo hago, le cuento la verdad.
La del verano de mi vida.
La del verano en el que consumí mi propio destino.
La traición.
Y cuando le digo la razón, esa por la que fue acusada como culpable, la veo encogerse sobre sí misma, quiero tocarla, decirle que lo siento, que haré lo que me diga, pero no me atrevo así que me asesino a mi mismo, dejando que se consuma cómo me estoy consumiendo yo.
— Quería decírtelo.— Le digo. Y doy un paso al frente pero no me atrevo a dar ni uno más. — Pero... no quería perderte Isa, yo... te quiero... sé que no me crees en estos momentos pero yo realmente, te quiero... no quería lastimarte.
Es entonces que sus ojos me miran, hay tanto dolor en ellos. Parece que algo se ha roto para siempre en ella, lo veo tan claro que da miedo.
—¿Y si me querías... por qué me seguiste traicionando?– Me preguntó dando un paso adelante, sus ojos son fuego. Está furiosa conmigo. — Por que si se supone me consideras una amiga...¿Me escondiste todo esto?
Bajó la mirada, culpable, tiene razón. Preocupado, me muerdo el labio, haciendo el esfuerzo por desenmarañar mis pensamientos. Mojó un poco mis labios, nervioso.
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Blue Royalty
Teen FictionLa gente no cree en los cuentos de hadas... y te voy a decir porqué.