9. Cambiar al mundo

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No creo en cuentos de hadas, hace mucho que dejé de creer en la fantasía de finales felices. El mundo me ha demostrado que los héroes y el final donde los buenos siempre ganan, no existen en la vida real.

Desde mi niñez, la vida no ha sido muy fácil para mí. Ya saben, el chico de lentes que llevaba en la primaria los disfraces del hombre araña y que tenía la mochila y lonchera de los superhéroes no podía tener muchos amigos realmente. Gracias a Dios ahora usaba lentes de contacto, según Laura eso me hacía lucir más guapo.

Claro, cómo si yo necesitara lucir más guapo de lo que ya era.

La verdad es que, aunque sé que el mundo es una mierda he sabido diferenciar en ser parte de esa mierda y decidir pasártela bien. Este lugar necesita menos gente rota y más personas que sepan unir y yo no tengo tiempo para ver pasar el mundo y detenerme a pensar en donde quiero estar.

Lo he aprendido a la mala, la gente siempre ve primero por sus intereses... Bueno: Pues que se jodan ellos y sus mentes estancadas en el pasado, voy a vivir esta vida a mi manera, les guste o no.

Laura no piensa igual que yo, se la vive tratando de ponerme un alto en todo mi desastre. Sé que no lo hace con mala intención, ella cree que esta forma de ver el mundo es mi mecanismo de defensa y quizá lo sea, pero no es tan malo, hay gente que decide no estar triste lastimándose a si mismo o perdiéndose en el alcohol, drogas o sexo. Yo sólo he decidido que me importa u comino lo que los otros piensen de mí, deberían darme un premio por eso y no juzgarme. Laura no me juzga, solo se preocupa por mí y le quiero por eso ¿Quién más podría soportarme de esa manera que mi mejor amiga?

A Lau la conozco desde el momento en el que nací. ¡Lo juró! Estoy casi seguro de que nuestras madres parieron lado a lado.

¿Qué mierdas pienso? Lo bueno es que no tiene poder de leer mente, Laura ya me hubiera golpeado de sólo pensar en ello. Lo que quiero decir es que ella realmente me conoce de toda la vida y eso me tranquiliza un poco, no tener que fingir con ella.

No es que me la pase fingiendo sino que trato de no asustar a la gente, la mayoría de ellos suelen pensar que soy un maldito imperativo que ha comido como diez bolsas de azúcar así que trato de calmarme cuando estoy con ellos. Al menos Lau comprende mis estados radicales de ánimos, sino Chabelita ya nos hubiera votado en el primer minuto que nos conoció.

Gracias a los dioses de Asgard no lo ha hecho. Lo compruebo cuando la veo sentada en los escalones del parking, esperando mientras observa su celular. Le sonrió ampliamente cuando me ve y levanto una mano a modo de saludo, ella ruedo los ojos y ello río.

Ella me cae bien, no debería de hacerlo, después de todo es la Isabel de Christian pero no puedo evitarlo, en cuanto ves esos enormes ojos cafés no puedes evitar pensar en defenderla a toda costa. Chabe me recuerda a una de esas ardillas que se encuentran en los parques, esperando por que le des algo de comida mientras tu te derrites de amor por esos enormes ojos.

-¡Chabe!- la abrazó por los hombros. Isabel me sonríe divertida y pasa uno de sus brazos por mis hombros para abrazarnos lo dos- ¿Debería ofenderme de que sólo me abraces cuando necesitas que te lleve a casa?

Isa se sonroja, he acertado. La verdad esque no me molesta en absoluto llevarla pero me encanta verla toda avergonzada como ahora, ¿lo ven? pequeña ardilla indefensa.

-Yo...- tartamudea y yo suelto una carcajada.

-No te preocupes Chabe- digo restandole la importancia mientras veo que Laura se acerca a nosotros desde la entrada de la escuela, como siempre lleva los auriculares puesto. Asi es mi Lau, ignorando al mundo desde tiempos inmemorables. - Al menos tú pides el favor, esta bestia- digo arrancándole un audífono de su oreja a Lau, ella me fulmina con la mirada.- Da por sentado que puedo llevarla.

Lau que no le hace ninguna gracia que la haya tocado, me arranca su auricular de la mano y aún fastidiada por mi actitud vuelve a colocárselo.

- No es que puedas o no. —Dice ella toda ruda.—Es que tienes qué.

-¿Tengo qué?- Le preguntó divertido.- ¿Y por qué exactamente?

-Por qué sino lo hicieras, perderías mi amistad.- Me sonríe con superioridad.- Y la verdad es que no puedes vivir sin mi.

Me rió con sarcasmo de ese comentario pero no digo más mientras los tres caminamos hasta mi automóvil. No le contestó porque es totalmente cierto, no puedo vivir sin ella aún que claro... eso no se lo tenemos que decir en voz alta, aunque estoy bastante seguro de que ella lo sabe sin que yo se lo diga. Las chicas se enfrascan en una conversación sobre biología. Chabe le pregunta a Lau algo de células que en realidad me vale un pedazo de mierda, no soy bueno en la materia pero Laura sí y al parecer Chabe (Qué resulta ser un fracaso al igual que yo en la materia) le está rogando por asesorías para pasar el semestre.

Pobre Chabe- quiero decirle- Laura es muy buena en las materias pero es una pésima tutora, lo que tiene de tierna lo tiene de paciencia, pero para mi sorpresa Lau acepta ayudarla por las tardes. Bueno, supongo que ahora que me he terminado todas mis series que veía puedo divertirme observando esta clase de "SAW" en la que Isa se ha metido solita.

Arrancó el automóvil y el estero se prende de inmediato. Eminen suena con su "Like Toy Soldiers" me encanta este tipo. Lo sé, es cliché pero como ya dije anteriormente: Me chupa un huevo lo que los demás piensen así que subo el volumen y conduzco por el estacionamiento para salir de una vez por todas del infierno llamado escuela.

Entonces un imbécil con un Aveo azul se me adelanta y pasa antes que yo para salir, se esquina de repente y yo, como buen intolerante le pitó el claxón hasta dejar sordas a la chicas que me acompañan.

-¡Mueve el culo!- Gritó desde la ventana, entonces observó a su conductor. El imbécil de Héctor me saca el dedo de en medio con una sonrisa estúpida, le repitió su propia grosería.

-Qué imbéciles.—Escuchó a Laura quejarse detrás de mí, pero la ignoro, no me queda de otra porque del lado derecho aparece en mi campo de visión el idiota más grande de todos los tiempo, la razón por la que me siento tan culpable de hablarle a Isabel y el que me destroza el cerebro saber que me cae tan bien.

Cristián cruza la mirada conmigo un momento, uno qué que logra paralizarme y dejarme como un total retrasado mientras mi corazón martillea como loco en mi pecho.

Maldita sea.

Blue RoyaltyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora