Solía pensar que sabía sobre tristezas e injusticias.
Solía pensar que, por todo lo que había pasado... ya sabría sobre soportar dolores, qué sabía lo que era el epítome de la amargura o al menos, que tenía un moderado reconocimiento de esta, pero... al ver los ojos de Adam, impotentes y repletos de dolor, sé que no tenía ni la mínima idea.
Si pudieras verlo ahora, no reconocerías al chico que tienes adelante. Cuando uno habla de Adam, lo primero que se te viene a la mente es que necesita dormir y lo segundo que piensas es que es fuerte. Lo sabes por cómo su cuerpo se mueve, por cómo habla, por la postura que toma cada vez que te mira pero, en estos instantes lo único que podrías ver es el dolor que lo dobla y lo quiebra en esa silla de metal en la que se refugia de la pena. Sus labios tiemblan como una hoja de papel, su piel se ha quedado sin rastro de sangre y las lágrimas, esas que muy pocas veces nos ha dejado ver; ruedan de sus ojos hasta el mentón.
Mi corazón se rompe al verlo sollozando entre los brazos de Laura, ella me da una mirada repleta de lágrimas cuando me voltea a ver. Y por un momento lo sé, pero no quiero saberlo, ojalá no saber nada de esto... pero lo sé.
Tragó saliva gruesamente y con paso tembloroso, me acercó a mis amigos. A Laura (Quién parece ser la que está más controlada de todos) me mira y asiente para que me acerque a su lado y vea a mi amigo.
Le tocó el hombro y a penas y sus ojos se topan con los míos veo lo destrozados que están, por un momento pienso en que no hay palabras suficientes para alentarlo, yo nunca he sido de palabras pero el recuerdo de unas horas atrás y en cómo me hizo sentir mejor llegan a mi mente y entonces, no tengo dudas en abrazarlo contra mi.
— Lo siento mucho.— Por qué al fin y al cabo, es lo único que puedo decir.
—¿Qué pasó?— Le preguntó a Laura cuando por fin nos quedamos solos. Ambos miramos a través de las enormes ventanas de la sala de espera. Adam está con su madre, llenando unos papeles. Poco tiempo después de mi, llegó Isa... Ni siquiera nos miró a nosotros, llegó rápidamente a ver a Adam y este a penas la miró, la abrazó fuertemente.
Lau le da un sorbo a su café negro de la máquina expendedora y por la forma entrecortada que está respirando, sé que está tratando de aguantar las lágrimas.
— No lo sé muy bien.— Admite en un susurro.— Fue la madre de Adam quién me llamó, no él... sé que tuvo una hemorragia muy... grave y qué no... — Y sus labios tiemblan otra vez y su voz se corta a mitad de la oración, trata de respirar profundo pero esta vez es en vano y las lágrimas ruedan por si solas.
¿Saben qué son las almas gemelas?
Yo no creía en ellas, el hecho de encontrar a tu otra mitad... sonaba un cuento de niños. Esa clase de personas que nos entienden, algo más que un amante o un amigo, alguien que no importa dónde estés... te encuentra y te salva, alguien con quien sin palabras, sabes exactamente lo que está pensando, alguien que no importa qué tanto estés enojado, el lazo que los une... nunca se rompe.
No creía en almas gemelas, pero ahora lo hago. Por qué cuando tomó a Laura entre mis brazos y ella rompe en llanto en mi pecho - Sin ataduras, ni sus miles de máscaras a su lado.- sé, que he encontrado la mía.
Hay un lazo que nos une a ella y a mi, pueden ser los años, las estaciones perdidas, el tiempo entre nosotros, los secretos compartidos... puede ser el mismo dolor, pero el lazo se tensa y se acorta, se alarga y se destiñe pero nunca, jamás... se rompe.
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Blue Royalty
Teen FictionLa gente no cree en los cuentos de hadas... y te voy a decir porqué.