21. El crimen

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Diego conducía en silencio mientras nos dirigíamos a la escuela y por quinto día consecutivo, sólo estábamos él y yo. Lo miré por el espejo retrovisor, parecía nervioso. Verlo así, tan angustiado, me hizo sentir mal por él. Después de todo, el Diego "señor sonrisas" había desaparecido en los últimos días. Desde que Laura y él se habían peleado, los dos parecían haber perdido parte de su chispa.

-¿Qué pasa entre tú y Lau?– Pregunté con determinación. Estaba cansándome de esta situación. 

Supongo que mi respuesta realmente sorprendió a mi amigo, porque un segundo después casi me quedo sin aliento por el cinturón de seguridad que aprieta feroz mi pecho, por el enfrenón tremedo que acaba de hacer Diego. 

–¡Jesús! – Exclamé sobándome el pecho. 

– ¡Oh Dios, Chabe! ¿Estás bien?– Preguntó preocupado mi amigo, dejando un minuto el volante.–, es que me tomaste de sorpresa.

– Ya– Dije aún sin recuperar del todo mi voz.– No pasa nada– Los ojos de Diego se entrecerraron un momento, sin creerse mi respuesta pero no dijo nada, se quedó en silencio un minuto con la mirada fija en el exterior del auto.– Entonces... - Intenté retomar la conversación.- ¿Qué pasa entre ustedes?

Aún con el rostro preocupado, Diego se mordió una uña.– Nada grave, Chabe...

–¿Nada grave? – Pregunté incrédula, Diego dio una vuelta en "U" para aparcar frente a la escuela.  – Si no es nada grave, ¿Por qué no han hablado en toda la semana? Sus peleas no duraban ni cinco minutos por que ya se estaban hablando de nuevo...

– Es... complicado– Y por la forma en la que lo dijo, todo labios apretados y rostro serio, me dio a entender que no podía decírmelo. 

Una punzada me atacó el pecho, algo ahí dentro dolió. Entendí una cosa, él y Laura aún no tenían la suficiente confianza de decirme lo que estaba pasando.

– Ya, entiendo.

– Chabe– Me llamó Diego entendiendo el tono de mi voz, pero no lo miré a los ojos, no podía hacerlo estaba dolida por su silencio y no quería decir algo que lastimará nuestra nueva amistad.  – No es que... no confíe en ti.  En serio, confió en ti, es sólo que... es complicado.

– Si– Respondí después  de aclararme la garganta.–, ya dijiste eso antes.

– Chabe...

– Sólo quiero que las cosas vuelvan a ser como antes.– Dije en voz bajita mientras acomodaba mis anteojos.–Era divertido cuando éramos los tres en el recreo y también....pareces triste.

Lo miré de reojo, algo en sus sus ojos se rompió, su rostro se descompuso un momento y supe que lo había descubierto, en efecto había cierta tristeza en su rostro.

–¿Estás bien? – Pregunté interesada, si algo que podía decir sobre mi amigo, era que no era una persona deprimida. Nunca había imaginado que alguien tan energético o tan feliz... pudiese verse así de descompuesto.

Diego se mordió los labios y tras varios segundos, respiró hondo. Subió su rostro y miro un segundo, había cierta suplica en ellos, que no me atreví a preguntar, sin embargo no me preguntó ni dijo nada, simplemente me regaló una sonrisa que no le llegó a los ojos.

– Tranquila Chabe– Dijo–, son cosas que pasan, lo arreglaremos.

El timbre se escuchó a nuestras espaldas, miré a la entrada del colegio y mis ojos se toparon con otro par que nos miraban curiosos, arrugué la frente. Cris estaba de pie, al lado de sus amigos mientras nos observaba desde lejos ¿Por qué?

Blue RoyaltyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora