30. The ghost of you.

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Tenía catorce años cuando vi por última vez a mi padre. Recuerdo que estaba enojada mientras lo veía irse con maletas en mano, recuerdo que no quise mirarlo a los ojos, que no quise despedirme cuando se marchó...

Recuerdo también que más que enojada, estaba triste, verlo por la ventana subir al auto, no volver a buscarme, ver la camioneta azul caminar sobre el asfalto, seguirla con mis ojos al final de la vereda... Mis ojos siempre fijos al final de la vereda.

Fue hasta entonces, cuando lo vi alejarse de mi vida que me di cuenta de que realmente no quería que se marchará... fue entonces cuando quise volver el tiempo atrás y despedirme de él.

Verlo una última vez.

Mientras miraba tras la ventana, quería preguntarle si algún día volvería a verlo, sino añoraría los tiempos pasados, porque justo en ese instante ya los empezaba a extrañar.

"Dime" Quise decirle "¿Está es la forma de despedirte?"

Mi mente siempre regresa a esa tarde antes de que partiera, aquella última vez que me leyó en voz alta y me miró a los ojos y me sonrió triste, sus ojos brillaron un momento y supe en ese entonces que se marcharía lejos.

Lloré aquella ocasión pensando en lo injusta que es la vida, pero  me limpiaste las lágrimas y me besaste las manos y me juraste volver...

Dime, ¿Por qué me dijiste que te quedarías, qué volverías, qué regresarías por mi?

Sigo de pie mirando sobre la ventana, siempre me encuentro ahí, se vacía mi corazón en cada latido y en cada verso, cada palabra  para ti.

Sigo de pie aquí, viendo el arroyo correr.

¿A dónde van todas estas lágrimas? ¿A dónde se vacía el río del corazón?

Todos los días me preguntaba si era yo quién no había sido suficiente para detenerte, pensar en mí y en mis sentimientos ¿No te detuvieron de marchar? Dijiste que me verías pronto...

Dijiste que lo harías.

Y yo, sigo de pie en esta ventana, esperando tu regreso, el reloj se sigue averiando, se ríe de mi y yo pienso en tu rostro, en tus ojos y tus despedidas...










Aquella noche que me habló la madre de Adam, estaba en el hospital... fui la primera en llegar con ellos no porque corriera o estuviera a unas calles cerca, no... estuve ahí antes que todos por qué estaba dos pisos arriba de urgencias.

Estaba sentada en una silla de plástico de color naranja, leyendo una revista y a mi lado, conectado a una máquina, estaba mi padre.

Su rostro lucia cansado, gris y estirado en los pómulos... Los efectos de la hemodiálisis parecían fatigarlo. Papá no lucia ni mínimamente como lo recordaba, ese hombre apuesto y jovial había quedado reducido en este hombre de mediana edad más delgado de lo que recordaba.

Leo me lo había explicado esa tarde cuando fue a mi casa, le permití hablar (Lo hice por que en realidad sabía que no se daría por vencido y quería sacármelo de encima) y me lo contó; la razón por la que mi padre quería buscarme en estos momentos... estaba muriendo.

Lo veo ahora mismo, dijo la verdad, esos ojos joviales se apagan cuando la máquina da vuelta a su sangre, por un momento siento mi corazón encogerse y de repente olvidó todos estos años de ausencia, quizá por qué catorce años de la vida no se tiran sólo a la basura y por que quizá, lo he extrañado demasiado.

Leo me contó que suele venir al hospital con su iglesia, parece que dan conciertos a los pacientes con sus instrumentos y fue aquí dónde conoció a mi padre, al parecer me reconoció de sus pláticas y decidió ayudarlo a encontrarme.

Blue RoyaltyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora