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Isa sabe muy bien que los "Y vivieron felices para siempre" no existen. Ha leído demasiados libros para saber diferenciar entre la ficción de la realidad y aunque tiene el presentimiento de que todo se va ir a la mierda pronto, no puede evitar pensar que ella es la excepción a la regla.
Sobre todo, cuando todo en su vida parece ir bien, no se puede quejar en absoluto y es que, a pesar de que este comenzando su último año de la preparatoria (sola otra vez) no se siente una extraña solitaria como hace un año. Sin embargo, no puede evitar pensar que hay... demasiada calma en su vida, con unos amigos universitarios que aún parecen preocupados por ella y un novio que parece perfecto... siente que está viviendo más un cuento de hadas que una realidad... O al menos eso era, hasta que llegó el primer día de clases y su mesa está de nuevo vacía... Cuando todos parecen tener un círculo social sólido y ella se ha quedado sola de nuevo.
Al menos, la tiene mejor que Dani, el niño extraño que parece querer no hablar con nadie por cuenta propia, incluso la tiene mejor que Adam, su novio perfecto que ha comenzado la universidad a miles de kilómetros de ella y que parece no poder olvidar a Oliver... Sin duda, la tiene mejor que él cuando por las noches la llama en medio de sus pesadillas. Debería sentirse mejor por que sin duda la tiene mejor que Diego y Laura, quienes parecen que su relación de amistad tambalea de un hilo pequeño. Definitivamente a Isa le va mejor que Cristián su ex que decidió salir del closet y por ello su familia lo ha dejado de lado. Sin duda la tiene mejor que mucha gente de su pasado, aunque su presente tampoco parece muy lejano de los finales trágicos.
Y es que quizá en un mundo real y no de fantasía, no existen los finales felices, no cuando al príncipe lo destierran del reino, cuando el caballero de armadura brillante se cansa de luchar, cuando las princesas deciden bajar de la torre más alta por cuenta propia o cuando el amor simplemente no es suficiente y los finales felices son solo una ilusión. Cuando los cuentos de hadas caducan y nos damos cuenta de al fin, hemos comenzado a madurar.
