Me preguntó por qué... estamos tan obsesionados con el amor.
La verdad, no he conocido nadie en mi vida, ni una sola vez, que no sueñe (aunque sea un poco) con enamorarse.
¿Qué será este sentimiento de añoranza, qué todos buscamos?...
– Isa, no se te olvidé que tienes que ir al súper después de clases. – Me dijo mamá, antes de que salga de nuestro departamento. – Recuerda que ya no hay huevo ni tampoco jabón para trastes...
– Sí má. – Le respondí fastidiada, mi madre asintió antes de dirigirse al baño para cepillarse los dientes. La observé mejor, estaba vestida con su uniforme blanco y el cabello totalmente recogido, su rostro limpio me hizo la ilusión de verla aún más guapa.
La verdad era que mi madre, era guapa. Además, era joven y trabajadora, siempre me pregunté ¿Por qué después de que papá se había ido... no buscó alguien más?
Mi madre siempre había sido una mujer independiente que se había pasado la mitad de su vida cuidando de mí, no necesitó del apoyo de mis abuelos o el de un hombre para sacarme adelante, pero a veces, cuando no se da cuenta de que la observó puedo notar cierta tristeza en sus ojos que trata desesperadamente disimular cuando me ven.
–¿Qué haces? – Me preguntó enojada. – Apúrate o llegarás tarde a clases.
– Diego va a pasar por mí– Le respondí saliendo de mis pensamientos, una ceja se alzó en su rostro y me miró de arriba a abajo.
– ¿Cuándo vas a presentarme esos amigos nuevos? – Como respuesta me encogí de hombros y mientras me agachaba para recoger mi mochila que estaba sobre el sillón.
– Cuándo tengas tiempo ma...
– Invítalos el viernes– Respondió. Mamá tomó un poco de máscara de pestañas y se la aplicó con cierta prisa.
– ¿El viernes? – Pregunté extrañada. Hasta dónde yo sabía ese día tenía guardia en el hospital. El reflejo de mi madre sonrió, cómo si guardará un secreto. Terminó de aplicarse el maquillaje y luego, me observó.
– Me promovieron– Dijo finalmente, ensanchando la sonrisa. Parpadeé a mi sorpresa. – ¡Venga Isa felicítame! ¡Voy a ser jefa de enfermeras!
– Wow– Logré decir y saliendo de mi aturdimiento, le sonreí ampliamente y corrí abrazarla. – ¡Felicidades mamá! ¡Es increíble! ¡Te lo mereces mucho!
Mamá me regresó el abrazo y al final, me soltó para volver a arreglarse.
– Haremos una pequeña celebración. – Me dijo. Estaba de acuerdo, sabía cuánto tiempo había esperado a qué la promovieran. – Invita a tus amigos, ya va siendo hora de que los conozca.
Exactamente en ese momento llegó un mensaje de Diego, estaba esperándome abajo.
– Muy bien. – Respondí caminando a la puerta. – Les diré, ¡Nos vemos en la noche!
– ¡Suerte en la escuela!
Bajé corriendo las escaleras mientras colgaba mi mochila sobre mi hombro, abrí el portón viejo del edificio y vi a Diego estacionando su auto a unos metros de la entrada. Sonreí y caminé rumbo a él para abrir la puerta del copiloto. Me sorprendí al notar, que solamente mi amigo, estaba dentro.
–¿Y Laura? – Pregunté extrañada, Diego perdió la sonrisa levemente. Sus labios se convirtieron al final, en una fina línea.
– No viene. – Dijo y por la forma en la que hablaba sabía que no debería preguntar más, un silencio incómodo se coló entre nosotros.
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Blue Royalty
Teen FictionLa gente no cree en los cuentos de hadas... y te voy a decir porqué.