PRÓLOGO

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Todas las historias tienen un principio y un final donde los personajes evolucionan y tienen vivencias que los lectores aman leer. Los protagonistas suelen estar bajo un foco donde les ocurre de todo y, la mayoría de veces, terminan con su final feliz.

Sin embargo, eso no ocurre en esta historia. Una en la que el protagonista ve su vida pasar ante sus ojos y se siente impotente por no poder hacer nada para cambiarlo. Los sentimientos son aquello que nos mueve y a veces la mente no está de acuerdo con ellos. Y más si has estado silenciándolos durante toda tu vida para sobrevivir.

¿Qué haces entonces cuando los sentimientos se desbordan después de guardarlos durante tanto tiempo? No puedes agarrar la cuerda toda tu vida, al final siempre termina rompiéndose y tú cayendo por la fuerza que estabas ejerciendo.

Lee Minho tuvo que sufrir todo esto. El protagonista de nuestra historia recurrió a huir desde bien pequeño cuando no era capaz de gestionar cómo se sentía. Siempre había huido con éxito, aunque ello implicara alejarse de todos y quedarse completamente solo.

-Señorito Lee, no puede irse a estas horas. Su padre se preocupará mucho y... -un portazo fue lo que obtuvo la pobre cuidadora de Minho. Ésta suspiró mientras observaba la puerta por la que había salido. Tan solo esperaba que su niño estuviera bien.

Por otro lado, con la capucha de la sudadera negra puesta y las manos en los bolsillos, Minho comenzó a correr por las calles sin rumbo fijo. Sentía el frío viento de la noche de otoño calar en sus huesos, pero aún así aumentó el paso. Deseaba quedarse sin aire, que apareciera algún coche por arte de magia y lo sacara de ahí. Quería irse de una vez de ese lugar llamado "vida". Estaba muy cansado para seguir. Sentía que cada día podía un poco menos y sus ganas de vivir eran más débiles.

Tropezó con su propio pie cayendo así al suelo en un sonoro golpe en medio de la silenciosa noche que adornaba las calles. Miró al cielo y estrellado una vez estaba tirado boca arriba en el frío cemento. Por unos segundos, apreció lo bello del cielo y lo disfrutó como hacía tiempo que no lo hacía con nada. Todo su mundo era gris, siempre lo había sido. Los colores en su vida no habían existido nunca y por mucho que él tratara de verlos, siempre ocurría algo que le volvía a hacer ver gris.

Sintió cómo de pronto las lágrimas caían por sus mejillas, mojándolas en el acto. No entendía el por qué la desgracia le perseguía tan de cerca. ¿De qué le servía tener títulos y dinero si estaba podrido y roto por dentro? Siempre estaba solo. Aunque había tratado de hacer amigos, nunca le funcionó.  Puede que porque siempre huía cuando alguien quería ser más que un conocido para él.

Además, las personas esperan que les des algo a cambio de su amistad, y él no podía más que darles dinero. Dentro de él no había nada. Debió haberse sentido bien en algún momento de su niñez, pero no lo recordaba. Si alguna vez fue feliz, estaba claro que no era él mismo. Porque el Lee Minho que yacía en medio de la carretera llorando desconsoladamente con un brazo sobre sus ojos para tratar de buscar algo de paz, jamás había sentido felicidad.

Creyó que al fin había llegado su momento cuando a lo lejos escuchó un auto llegar, creando que su pecho se estrujara al sentir la fuerza de los neumáticos arrastrarse hacia él. La luz cegadora tan solo le mostraba la paz que tanto había anhelado Tal vez en el cielo lo recibirían de mejor forma que en la Tierra. Se sentía de cierta forma entusiasmado y algo nervioso de que todo finalmente fuera a terminar. Cerró los ojos con fuerza cuando escuchó el motor acercándose a gran velocidad hasta él. Pidió a Dios que lo recibiera en su palacio celestial a pesar de suicidarse. Tenía buenos motivos, ¿no? Ya había aguantado suficiente.

Aunque, ¿alguna vez habéis deseado algo con tantas fuerzas sin ser conscientes de ello que incluso han llegado a cumplirse? Puede que al fin alguien hubiera escuchado las plegarias del pobre Minho. Quizás el destino se hubo entrometido en los planes de la muerte que celebraba su casi victoria.

El auto paró justo antes de acabar con la vida de Lee Minho. Éste no abrió los ojos ni se movió de su posición a pesar de haber escuchado la puerta del auto abrirse y unas fuertes y decididas pisadas acercarse hacia él. Deseaba con todas sus fuerzas que esto fuera un sueño y que en verdad sí estuviera muerto.

-Hey, chico... -una mano se posó en su hombro tratando de comprobar su estado. Minho se negaba a abrir los ojos y tener que explicarle a alguien desconocido que trataba de quitarse la vida.

-Estoy bien, puede irse. -trató de sonar centrado a pesar de su ronca voz por haber estado llorando hasta hace unos segundos.

Escuchó un suspiro cansado y cómo la persona se ponía de rodillas a su altura.

-Creo que deberías volver a casa.-trató de decir con cuidado. Minho lo sentía muy cerca suyo y de alguna forma eso lo hizo sentir bien. Porque llevaba tanto tiempo ahí que ya su cuerpo apenas tenía calor corporal y el chico a su lado estaba calentito. Era agradable de cierta forma, pensó.

Minho negó con su cabeza repetidamente sabiendo que el otro lo observaba. Seguía sin abrir los ojos y al otro sujeto eso le estaba impacientando.

-De verdad, puedes irte. Estoy bien.-estas últimas palabras sonaban tan reales en sus labios tras haberlas pronunciado tantas veces sin sentirlas.

-No. - contestó el sujeto rápidamente- Vienes conmigo, vamos.- Y sin darle tiempo a contestar, Lee Minho sintió las suaves manos del otro chico apartar su brazo de sus ojos, obligándolo a verlo. Minho se sintió conmocionado al observar el rostro del chico que parecía ser menor a él. Cómo sus ojos lo miraban seriamente mientras fruncía los labios. Unas mejillas adorables decoraban su rostro mientras el cabello oscuro caía por su frente.

Oh Dios, ese hombre debía ser un ángel.

Lo ayudó a levantarse y lo acompañó a sentarse en el asiento de copiloto. Minho tan sólo podía obedecerlo sintiéndose muy pequeño de repente. El otro chico lo condujo hasta dónde Minho le indicó. En su mente tan sólo se reproducía el rostro del chico. Todos sus problemas habían dejado de tener sentido de repente.

Cuando estacionó el auto y supo que debía bajarse para volver a su terrible realidad, su melodiosa voz le hizo detenerse.

-Por cierto, ¿cuál es tu nombre? -Minho se giró sorprendido ante esto y carraspeó tratando de buscar su voz.

-Minho. Lee Minho. ¿Y el tuyo?

Una sonrisa que podría iluminar todos los cielos adornó el rostro del, por el momento, desconocido chico.

-Han Jisung, un gusto conocerte Lee Minho.

Fue en ese momento cuando la rueda que ponía en marcha el corazón de Minho, comenzó a funcionar sin él ser capaz de evitarlo.

Minho siempre había huido, sí. Siempre había conseguido escapar airoso de cada relación, ya fuera amistad o romántica. Nadie se había quedado para indagar en quién era Lee Minho y por qué era así.

Pero esta vez Han Jisung apareció en su camino. Y, oh Minho, Jisung no se rinde tan fácilmente.

Y ni siquiera la muerte iba a poder estropear los planes que el destino tenía preparados para ellos dos. Aunque esto fuera a costar en un futuro la vida de uno de ellos.

 Aunque esto fuera a costar en un futuro la vida de uno de ellos

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...

¡EYYYYYYY!

¿Qué les pareció? :))

Espero traer actualizaciones programadas, ya les avisaré del horario.

¡nos leemos!

-yai

✔️Ghosting -Minsung/Hanknow (LMH+HJS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora