Parte 10

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Jack

Volaba de regreso al internado. Con un semblante de lo peor odiándome a mí mismo por haber hecho caso a su llamado de auxilio. Debí ignorarlo, debí evitarme este mal momento.

¿como pude preocuparme por ellos, si ellos nunca se interesaron en mí? Soy un tonto.

Justo en frente de mí se formó una ola de humo morado y me detuve en seco preocupado. Estaba tan metido en mi cabeza que no me percaté de que me encontraron.

Apunté mi cayado y traté de congelar la ola, pero al final esta impactó en mí haciendo que callera al suelo totalmente.

Aún en el suelo apunté a Eris, pero mi rayo no llegó a ella porque Ares creó un escudo antiguo frente a ella. Yo me levanté y los apunté a ambos.

- debiste quedarte oculto, Frost - decía Ares caminando a varios metros lejos de mí. Tenía un arma de fuego en cada mano.

Comenzó a caminar rodeándome y Eris lo copió, por lo que ahora tenía una a cada lado de mí. Me tensé ante el hecho de que me tenían rodeado.

- danos los cristales, y te dejaremos ir esta vez. - dijo Eris haciendo aparecer una cuchillas moradas en sus manos para comenzar a jugar con ellas.

- no se de que hablan - dije tratando de apuntar a uno con mi cayado y mantenerle la mirada al otro. *¿por qué preguntan por los cristales? ¿que tienen de especial?* - y aunque los tuviera, me aseguraría que jamás los tengan - dije.

en eso Ares me apuntó con ambas armas pero creé el hielo a tiempo para que impactaran las balas, las cuales desaparecieron al chocar. Eris se hacercó rápidamente y comenzó a intentar acuchillarme pero yo retrocedí, hasta que me heché a volar para huír, pero sentí algo golpearme - ¡aah! - grité de dolor tras el hecho de que la bala atravesara mi pecho y terminé cayendo al suelo con el cayado junto a mí.

Me retorcí de dolor como nunca. He sentido cuchillados y golpes, pero jamás sentí una bala atravesarme el cuerpo.

logré tomar mi cayado y me aferré a él. Me volteé y vi como ambos se acercaban. Ares arrebató bruscamente el cayado de mis manos. - vamos a ver si de verdad no hablaras. - lentamenté comezó a doblar mi cayado intentando romperlo en dos, produciendo que yo gimiera de dolor y apretara mi mano en mi pecho. 

Que le hiciera eso a mi cayado era como si me lo hicieran a mí. - ¡basta! - grité, pero justo en ese momento mi cayado terminó hecho dos - Ahr.. - me quejé al sentir mi cuerpo estremecerse de dolor.

- danos las llaves. - dijo Señalándome con los lados de mi cayado.

- ¡púdrete! - le grité airado pero incapaz de defenderme.

Lanzó mi cayado lejos y me tomó de la sudarera con ambas manos alzándome en los aires. Forcejé para liberarme pero fue imposible.

Eris comenzó a pasear su manos por todo mi cuerpo tratando de encontrar la llave seguramente, por suerte yo no la tenía, o eso creí.

- tiene una. - dijo alzando el cristal azúl que encontró. Intenté quitárselo, pero fui muy lento. - no, no, no...- dijo Eris alejando el cristal - Eres lindo cuando te enojas.- dijo posando una de sus uñas en mi mentón, lo cual aborrecí, ya que tenía una sonrisa seductora en su rostro. - lástima que eres tan tonto que te crées la farza de tu hermana... Hay, si supieras la verdad, nosotros podemos decirtela. - dijo deslizando sus uñas por el contorno del rostro enojándome aun más. - ¿quieres saber la verdad de ella? ¿la verdad que les ocultan? - algo explotó y nos empujó a todos por lo que rodamos por los suelos. Ninguno lo vio venir. Al detenerme solo me sorprendí, las tres estaciones y Madre Naturaleza estaban acercándose.

el origen de los guardianes II: quien soy en realidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora