Parte 25

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gisel

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Caminé hasta que encontré una banca, me senté en ella, algo me decía que debía estar allí.

sentí pisadas y al girar un poco noté a ese hombre acercarse hasta llegar a donde esta. Se sentó junto a mí y supe de inmediato quien era.

- ¿por qué lo hiciste? - dije mirándome a los ojos seriamente. Su mirada azulada era en serio serena y su voz autoritaria pero agradable. Sin duda era Manny.

- ¿por que hice qué? He hecho muchas cosas que desearía nunca haber hecho. - le respondí poniéndome de pie para caminar en círculos alrededor de la banca tratando de liberar la tensión.

Esta era la primera charla que tenía cara a cara con quien se supone que es mi padre. Obviamente no ayudaba el hecho de que parece un hombre de 25 o 28 años, pero era eso o hablar con la luna.

- tu lazo. - dijo tomando un tono mas serio de lo que me gustaría que tomara. - te vinculé con alguien para que te protegiera, pero ahora te enlazaste... Sabes la consecuencia que eso traerá? - dijo mientras nuestras miradas se encontraba.

- sospechaba que así sería, ya que en nuestro primer encuentro sabiendo que eras mi padre fue lo primero que me prohibiste. -

- y no se te ocurre que lo prohibí por el bien de todos?-

- y también te desobedecí por el bien de todos. - dije interrumpiéndolo deteniéndome frente a él. No se desde cuando me volví tan temeraria pero sentía que debía defender lo que yo creía que era correcto. - si lo obtenía Pitch hubiera sido peor. Se lo di a la persona en la que más confiaba, tú también confías en él. - le recordé.

- no me preocupa el confiar en él. - dijo poniéndose de pie, por lo que di un par de pasos hacia atrás mostrado que nuestro nivel de confianza aún no era alto. - me preocupa que te enamoraste de él, cuando eso no estaba en mis planes. -

sentí que esas palabras me apuñalaron. Pasé mi mirada por el piso tratando de liberar mi temor por esa verdad, pero por más que quisiera no podía hacerlo - ¿por qué tengo prohibido amar? - le pregunté sin entender por que existe una regla tan ilógica para mí.

- eres igual a mí. - comenzó a explicar. - los primeros años fuiste más humana, pero ahora eres igual a mí; inmortal y poderosa. Pero todo eso tiene un costo. lo que sientes por él no es real, es tan solo una ilusión del vínculo que creé. - eso me dolió, me dolió hasta el fondo de mi alma que dijera eso. - eres inmune a las flechas de cupido, igual que eres inmune al amor, me aseguré de que así fuera. - dijo el.

Yo apreté mis puños enojada con el ser materializado frente a mí. - no tuviste derecho a hacerlo. Tengo una vida, una mente y un corazón. Aunque seas el líder de los guardianes y uno de los inmortales más poderosos, no tienes derecho en decidir en mi vida. -

- va a sonar cruel lo que diré. - explicó. No me sorprendería que así fuera. - pero no te tuve solo porque quería una hija; sino porque necesitaba una para salvar a este mundo de lo que vendrá a él. -

nada más satisfactorio que saber que tu padre en realidad te necesita, no que exactamente te quiso. Muy lindo ¿mi vida podría ser aun mejor?

- ¿y qué es eso que vendrá, que incluso piensas usar tu hija como si se tratara de un objeto o algo que puedes usar si quieres o no. - dije cruzada de manos.

El hombre frente a mi se desintegró sorprendiéndome mucho y produciendo que estuviera alerta.

la realidad cambió, mi entorno se volvió oscuro y ahora estaba en un pueblo lleno de fuego, no veía ni la luna ni las estrellas pero apreciaba los gritos desgarradores de personas que hicieron que me tapara los oídos, porque sentía a mi alma temblar debido al miedo y dolor que reflejaban.

el origen de los guardianes II: quien soy en realidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora