Capítulo 32 - Problemas en el barco

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Desde donde estaba se podía ver gran parte de la ciudad, el majestuoso puerto lleno de barcos mercantes y turísticos, además de los paneles solares en los tejados de gran parte de las edificaciones. Carmín era la única ciudad que no dependía en su totalidad de la Planta Eléctrica, ubicada al norte de Lavanda.

Jack caminaba por segunda vez por las calles de la ecológica urbe portuaria, respirando los refrescantes y limpios aires que recorrían libremente las calles, lejos de la contaminada Azafrán. Embarcándose en aquel puerto era la única forma de acceder a Isla Canela para un entrenador común y corriente. Además, el siguiente gimnasio quedaba en aquella ciudad, ahora sólo esperaba que hubiese algún barco disponible con boletos.

Arribó al puerto, estaba lleno de gente, muchos turistas como en la vez anterior, la gran diferencia era la ausencia del S.S. Anne III, pero en su lugar estaba un trasatlántico nombrado S.S. Aqua, no era tan grande, pero no tenía nada que envidiarle al famoso crucero. Jack interceptó a un marinero, era joven y de uniforme bien arreglado, como si fuese su primer día de trabajo.

—Disculpe señor —preguntó el chico, aquel sujeto era bastante gordo, por un momento dudó si era marinero—. ¿Sabe qué barco puedo abordar para ir a Isla Canela?

—Ese que está ahí —dijo el sujeto amablemente mientras indicaba a un ferry de tamaño mediano—. Es de pasajeros y cargas menores, con él llegarás de noche.

El chico agradeció para irse directamente al transporte acuático. Habló con una mujer de uniforme azul ubicada en un puesto al costado del ferry. El pasaje no le costó mucho, recibió un leve descuento por ser entrenador de la Liga.

Abordó la embarcación para situarse en la cubierta. Aquel barco también llevaba algunas máquinas y automóviles. Muchas personas paseaban de un lado a otro por el lugar, Jack se sentó en una banca a pensar. Nuevamente se encontraba sólo, no lo estaba desde su estadía en Azulona. Franny y Henry se habían despedido de él en Azafrán, no tenían intensiones de viajar a las afueras de la capital regional, al menos no por ahora. De todos modos, la rubia le dio su teléfono, era el séptimo que recibía de alguien que había conocido durante su viaje.

El sol estaba radiante, así que decidió sacar a Ivysaur, para que tomase un poco de sol, le serviría para que su flor creciera más bella y fresca. También aprovechó de liberar un rato a Horsea, supuso que la vista le gustaría.

—Mira Horsea —indicó el chico—. Estamos en la misma ciudad donde nos conocimos —el pequeño caballo de mar se mostró alegre. El chico dejó su mochila de lado para descansar de su peso.

Pasaron los minutos y el viento se volvió un poco más frio ante la puesta del sol, Jack y sus pokémon fueron invadidos lentamente por un sueño nostálgico, hasta quedarse dormidos a merced de la brisa del mar.

El lugar estaba oscuro, la luz era casi imperceptible, y se escuchaba cómo una gotera golpeaba un charco de agua sucia gracias a la mugre del lugar, el ruido que emitía era constante y desesperante. Tenía hambre, miedo, tiritaba anhelando estar rodeado de la calidez de su hogar o jugando en el jardín con Doduo. No estaba sólo, unos siniestros ojos lo observaban sin pestañar, desde una esquina de la lúgubre habitación mal cuidada. No sabía por qué estaba ahí, pero no había nadie que lo ayudase.

De repente Jack abrió los ojos, acompañado de un brusco movimiento de su parte, despertando de paso a sus compañeros por el susto de su salto, había sido un inquietante sueño del pasado. Hace días que no tenía un nuevo recuerdo de aquel suceso en su niñez. Cuando tomó consciencia de dónde estaba, el ferry a Canela ya había partido, Carmín ya estaba lejana, apenas podía verla.

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora