Capítulo 7 - Robo en el museo

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Debido a sus construcciones principalmente con tejados grises, Ciudad Plateada parecía un mar de plata vista desde lejos. Justamente había sido construida de esta manera con el propósito de combinar con las enormes rocas que inundaban la urbe. Algunas edificaciones habían sido construidas alrededor de una roca, con sus calles hechas de roca pulida. Cualquier persona pensaría que aquella era una ciudad muy gris, algo deprimente, pero el estilo con el que estaba hecha le daba un toque pintoresco y único en Kanto, muchos turistas visitaban Plateada por la gran variedad de rocas que se podía encontrar, aunque de vez en cuando se encontraban con algún árbol.

La mayoría de las casas estaban pintadas con tonalidades verdes, decoradas con algunas plantas para contrarrestar la escasez de vegetación. Los únicos edificios que destacaban entre la multitud eran el Centro Pokémon, la tienda y el Museo de la Ciencia, con la intención de ser ubicados con mayor rapidez.

Jack y Peter habían llegado el día anterior en la tarde a la rocosa ciudad y habían ido directamente al Centro Pokémon, Jack necesitaba ir al baño. Ahí descansaron toda la noche sin interrupción alguna. Luego fueron a desayunar al pequeño restaurant del recinto, creado para entrenadores viajeros, antes de salir a pasear.

—¿A qué lugar iremos? —preguntó Jack con la boca llena de pan, pero tratando de hablar correctamente.

—El Museo de la Ciencia es muy interesante —recomendó Peter.

—¿Museo? ¿Ciencia? —preguntó con tono de protesta— No me gusta mucho la ciencia. No la entiendo.

—Necesitas conocimiento para luchar mejor —recordó Peter con una tranquila superioridad—. Ayer me dijiste que una niña que conociste te había mandado a la Academia para adquirir conocimiento y que tu amigo te había obligado a asistir a todas las clases que ésta impartía —dijo con su característica calma—. Y, aunque quedaste en depender menos de tus deducciones, saber nunca está de más.

Por un momento Jack no supo qué responderle, la quietud del nadador era como en la batalla del día anterior, Peter tenía el control de la situación, nuevamente, eso le irritaba un poco.

—Pero, ¿qué conocimientos me puede entregar un museo que tenga que ver con pokémon o con batallas?

—Recuerda que estás buscando un objetivo, no todo será batallas. Además, el Museo de la Ciencia explora distintos temas —explicó—. Por ejemplo, tiene fósiles de pokémon extintos hace millones de años. Saber de ellos te servirá, algún día podrías enfrentarte a uno —el chico pensó unos segundos sobre las palabras del nadador.

—¿Cómo podría enfrentarme a un pokémon que ya no existe? —inquirió Jack, pensando que esta vez Peter no tendría una respuesta. Ahora él tenía el control, pensó.

—Hoy en día se puede revivir a un pokémon extinto con el material genético de los fósiles. Creo que ir al Museo es mucho más necesario de lo que pensaba —concluyó—. Iremos una vez que termines de comer —informó con suma calma—. Mientras antes mejor —a Jack no le hizo mucha gracia, pero tuvo que ir de todas formas, se había prometido adquirir más conocimiento, tal vez encontraría su objetivo en la vida en aquel lugar, o al menos un indicio de éste.

Tomaron el autobús de la línea azul, tal como les dijo la enfermera de turno, y comenzaron a pasear por la ciudad. El recorrido fue algo extenso, pasaron frente a diversas edificaciones, todas con colores muy similares, para cada parte que Jack miraba, veía una roca. De hecho, las calles estaban construidas de tal manera que rodeaban las más grandes que no habían podido ser sacadas del suelo.

Luego de varios minutos, se bajaron en el paradero frente al Museo, sus paredes eran de un marrón claro, muy cercano al tono de la tierra, las ventanas tenían marcos de madera barnizada, la entrada poseía un pequeño techo afirmado por pilares y el tejado del resto de la construcción era púrpura con canaletas grises.

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora